VOLVER A NACER

Hoy, 10 de mayo de 2025, celebro un año de vida… de mi segunda vida.
Hace exactamente un año, durante una visita familiar a Barcelona, sufrí un shock hipovolémico causado por la rotura de un aneurisma de aorta abdominal. La rapidez con la que mi hermano Carlos me llevó al hospital y la extraordinaria intervención de los equipos médicos, tanto del hospital de Igualada como del Hospital de Bellvitge, hicieron posible lo que parecía casi imposible: que hoy esté aquí escribiendo estas líneas.

Fueron momentos durísimos, especialmente para mis hijos y hermanos, que durante las 24 horas que permanecí inconsciente solo recibían noticias desalentadoras. Cuando desperté, supe al instante la gravedad de lo ocurrido. Escuché cómo la doctora explicaba a mis hijos las posibles secuelas circulatorias, respiratorias, renales y digestivas que podría arrastrar para el resto de mi vida. Pero contra todo pronóstico, la evolución fue favorable, y en solo 12 días recibí el alta. Después, una convalecencia que fui superando paso a paso, hasta recuperar el estado físico que tenía antes de este gran susto.

Durante mi ingreso en la UCI, donde fui atendido con una humanidad y profesionalidad que jamás olvidaré (incluido el cariño con que Pilar me afeitaba y perfumaba cada día), médicos y enfermeras me decían que era un milagro estar vivo, pues la rotura de un aneurisma de aorta tiene una tasa de mortalidad del 97 %.
Una enfermera me preguntó si había visto el famoso túnel con luz al final, como cuentan quienes regresan de la muerte. Le respondí, sinceramente, que no: no recuerdo absolutamente nada de esas 24 horas en que estuve inconsciente.

A pesar del trato impecable, hubo momentos duros. No poder moverte, depender para todo, el silencio, la fragilidad, el tiempo detenido… Me dio para pensar mucho. Hice balance de mi vida. No compartiré aquí todo lo que pasó por mi cabeza, pero sí puedo decir que he decidido dar prioridad a lo que de verdad importa. Lo esencial. Y para mí, eso es disfrutar —de verdad— del cariño de mis seres queridos. Disfrutar sin agobios, sin exigencias, con respeto, con tolerancia.

Ver a mis hijos y hermanos a mi lado me dio una fuerza inmensa. Ver a Violeta fue un subidón increíble. Sentí una energía profunda, una fuerza invisible pero real, proveniente de todos los que se preocuparon por mí: mis hijos, conyuges y nietos, mis hermanos y sobrinos, mis amigos, conocidos… Fue algo difícil de explicar, pero muy real.

No sé si he cambiado. Eso tendrán que decirlo los demás. Pero este “nuevo Rafa” ya no quiere arrastrar resentimientos del pasado. Quiere reconciliación. Quiere seguir conociendo lugares, hacer nuevas amistades, cumplir los objetivos que se dejó para la jubilación (que aún no se han agotado), y en resumen, vivir… y dejar vivir.

Este primer año de mi “nueva vida” ha sido intenso y, sobre todo, lleno de momentos especiales.
El pasado verano volví a sentir la brisa del mar en Burela, en la Mariña Lucense, donde tuve la alegría de recibir primero a mi hija Vanesa, mi yerno Joaquín y mis nietos Samuel y Elsa.

Con mi sobrino Manolo, su mujer Gema y su hija Diana.

También las casualidades del destino propiciaron que me visitaran en Burela mi sobrino Manolo con su familia, ya que pasaban sus vacaciones en Foz, localidad muy próxima a Burela y pasamos una tarde muy agradable.

Regalo de mi amiga Mar

Mi hijo Juan Carlos, mi nuera Aroa y mi nieto Mateo fallaron este año por un problema de salud de Juan Carlos que afortunadamente se resolvió pronto de forma satisfactoria, pero estoy deseando que este próximo verano pueda recibirlos.

Después llegaron mi hermano Pepe, mi cuñada Petra, mi sobrino Javier y mi sobrino nieto Marcos, completando unos días entrañables. Todo ello junto con los amigos, algunos nuevos como Mari Carmen y otros antiguos como Tomás, Charo y Toñi que alegraron mi estancia en esa localidad costera.

También lo pasé genial en el viaje a Oña con mis antiguos compañeros de Bachillerato de la Universidad Laboral de Córdoba.

Tampoco faltó mi viaje anual del Imserso a Roquetas junto a mi hermana Mari.

Y este año 2025 empecé con otro viaje a Burela con mi hermana Carmen y continué con el más reciente: un viaje muy especial con mi hermana Mari y su hijo Pedro, para ver por primera vez la Semana Santa de Antequera, el pueblo que me vio nacer.

Pero no todo han sido viajes. Este año también nos ha regalado celebraciones que han unido a nuestra gran familia. El 4 de enero, mi hermano Pepe y Petra nos reunieron en su nueva casa con una fiesta preciosa que evocó aquellas inolvidables celebraciones de Reyes que durante más de 20 años organizaron nuestros padres.

Y el 6 de abril, el cumpleaños número 80 de mi hermana Mari se convirtió en otra fecha para el recuerdo, con una fiesta que su hijo preparó con tanto cariño y que logró, una vez más, que nos reuniéramos todos. Momentos así son los que de verdad merecen ser celebrados.

Por eso termino con un brindis:

Hoy celebro mi primer año de vida… otra vez.
Hace un año estuve muy cerca de no estar aquí,
pero la vida —con ayuda de muchos— me dio una segunda oportunidad.

Y no sabéis cuánto la valoro.

Por eso hoy no quiero hablar de sustos ni hospitales,
sino de lo bonito que ha sido este año:
viajes, reencuentros, fiestas, familia…
y sobre todo, momentos como éstos.

Así que levanto mi copa
por la vida,
por los que están,
y por todo lo que aún nos queda por compartir.

¡Salud y gracias por estar ahí!

8 opiniones en “VOLVER A NACER”

  1. Que satisfacción poder leer estas palabras y sobre todo haber compartido ese tiempo. Por muchas más!!! Te queremos !! ✨🥰

  2. Feliz primer cumpleaños, Rafa! Celebraremos contigo muchos años más. Y es muy emotivo leer tu experiencia de lo que es lo más importante de la vida. Petra

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