¡QUE LINDO ES PERU! (II)

Introducción

Han pasado varios años desde que escribí mi primera crónica “Qué lindo es Perú”, nacida de aquel viaje que me dejó fascinado por la calidez de su gente, la fuerza de su historia y la alegría que parece brotar incluso en medio del caos del tráfico limeño. En 2022, regresé a ese país que tanto me gustó, acompañado de nuevo de Violeta, mi querida amiga limeña, con la ilusión de reencontrar lugares, sabores y rostros conocidos.

No imaginaba que volver a Perú sería también una forma de redescubrirme a mí mismo. Cada ciudad, cada plato, cada conversación me recordó que viajar no es sólo moverse de un punto a otro: es dejarse transformar.

El regreso a un viejo amigo

Volver a Perú después de cuatro años fue como reencontrarse con un viejo amigo: el mismo rostro, pero con nuevas cicatrices y alguna arruga más. En agosto de 2022 noté desde el primer día que Lima había cambiado. El barrio de San Borja, donde nos alojamos otra vez, seguía igual de tranquilo, pero muchos negocios tenían las persianas bajadas, y las calles, más gente pidiendo ayuda.

Me sorprendió, porque en mi viaje anterior la sensación había sido la contraria: más movimiento, más optimismo. Luego entendí. En pocos años, Perú había recibido a más de un millón y medio de venezolanos que huían del régimen de Maduro. Y entre esa oleada humana y la pandemia, la ciudad mostraba las huellas de un tiempo difícil.

Pero si algo caracteriza a los peruanos, es su talento para sobrellevar los golpes con una sonrisa. En los autobuses urbanos, por ejemplo, encontré la prueba más simpática de ello: el precio del pasaje había subido de medio sol a un sol, y los carteles lo anunciaban con humor nacional:

Pocas veces una subida de precio me ha hecho tanta gracia.

Palabras que dicen más de lo que parecen

El español del Perú es un manjar lingüístico. Me encanta descubrir cómo una misma palabra puede tener otro sabor según el país. En la entrada de un centro comercial, un vigilante me pidió el certificado de vacunación. A su lado, un cuaderno con letras grandes decía: CUADERNO DE OCURRENCIAS.

No pude evitar sonreir: en España, una “ocurrencia” es una idea loca o un chiste improvisado; en Perú, es simplemente el registro de incidencias del día. Qué distinto suena la rutina según el lado del océano.

Lima: entre historia y color

Lima tiene alma de museo. Visitamos el Museo del Oro y de Armas del Mundo, una colección impresionante de piezas precolombinas, momias, espadas y armaduras que parecen susurrar historias de otro tiempo. No hace falta ser arqueólogo para quedar fascinado.

También visitamos dos cementerios. Uno de ellos histórico, el Presbítero Maestro, parece una ciudad de mármol donde los héroes descansan entre columnas y ángeles de piedra. Pero lo más emotivo fue ver a Violeta encontrar el nicho de su abuela. Pensaba que no lo iba a localizar porque era muy niña la última vez que lo visitó pero se dejó llevar por una inspiración y lo encontró. El nicho estaba muy alto, así que tuvimos que pedir ayuda a un «aguatero» (persona que se encargan de la limpieza y mantenimiento). Éste, un señor maduro, acudió con una escalera y adecentó el nicho. Al recibir su propina, nos dijo con orgullo: «No hay trabajos deshonrosos». Una lección de humildad y dignidad.

El segundo fue el Cementerio Padre Eterno porque allí descansa la madre de Violeta. Es un cementerio más moderno, también llamado «El Agustino». Fuimos con su hermana Doris y su sobrina Lorena; limpiaron y pusieron flores en el nicho y expresaron un sentido recuerdo por esa gran mujer que fue Hilda.

Cementerio Padre Eterno

Brisas del Titicaca

Una noche inolvidable: fuimos con Gladys, amiga de Violeta, a cenar y disfrutar de un espectáculo folclórico en la Asociación Brisas del Titicaca. Empezamos la velada con una copita de Chuchuhuasi, una bebida medicinal (¡y según dicen, afrodisíaca!).

El presentador era fantástico e hizo que todos participáramos. La música, los vestidos y las danzas nos transportaron a otras épocas. ¡Un espectáculo lleno de color y alegría!. Vean el video y lo comprobarán.

La función culminó con el baile de la Marinera, un baile tradicional de pareja suelta mixta que usan pañuelos y en el que se aprecian rasgos del mestizaje hispano-indígena. Muy hermoso como pueden comprobar en el video siguiente.

Callao: el puerto con alma

El Callao es el puerto de Lima, pero también una mezcla curiosa de historia y picardía. Paseamos por sus calles y llegamos a La Punta, un barrio elegante que parece flotar sobre el Pacífico. Hice un paseo en bote y el barquero, orgulloso narrador, nos fue mostrando los barcos, las aves y las leyendas marinas con ese tono que mezcla realidad y magia que sólo los peruanos dominan.

El Parque de la Felicidad

Nuestro último día en Lima lo cerramos con broche de oro en el Parque de la Felicidad, un oasis con lagunas, flores y bancos para soñar. Pedimos nuestros deseos en el Pozo de los Deseos, aunque, como dicta la tradición, no puedo contarlos. Solo diré que ese paseo me hizo pensar que la felicidad, a veces, está tan cerca como una sombra que se alarga bajo el sol.

Rumbo al sur: Arequipa, Puno y Cusco

Esta vez me animé a organizar el viaje por mi cuenta, inspirándome en los magníficos videos del canal de YouTube «Misias pero viajeras». Reservé buses y hoteles, y me arriesgué con los «hosteles», que resultaron ser una opción económica y bien ubicada.

Volamos desde Lima en un vuelo de hora y media. Arequipa, la segunda ciudad más poblada de Perú, me enamoró con sus calles, monumentos, volcanes y gastronomía. Nos alojamos en el *Swiss Perú Hostel* (70 soles la noche, con desayuno incluido).

Visitamos la impresionante Plaza de Armas, el Monasterio de Santa Catalina y el mirador de Yanahuara, con vistas espectaculares de los volcanes Misti y Chachani.

También exploré la cantera de sillar en Añashuayco con esculturas en piedra blanca y la Quebrada de Culebrillas, donde pude ver petroglifos de más de 1.000 años de antigüedad.

Desde Arequipa, tomamos un bus a Puno (7 horas de viaje). Puno está a 3.827 metros de altitud, y a Violeta le afectó el soroche (mal de altura). Nos alojamos en el *Ayma Hostel Puno* (75 soles la noche), donde echamos de menos la calefacción, ¡y dormimos con tres mantas!

Al día siguiente, visité sólo las Islas de los Uros en el Lago Titicaca. La experiencia fue curiosa: una señora que nos dijeron que era la jefa de la isla nos explicó cómo viven en las islas flotantes y trató de vendernos artesanías. Luego, nos ofrecieron un paseo opcional en góndola por 15 soles que los guiris aceptamos.

Al principio, me sentí un poco engañado cuando los turistas peruanos del grupo subieron sin pagar, pero al final, después que los niños cantaron durante el trayecto, también ellos tuvieron que aportar cuando pasaron la gorra. Entonces lo entendí como una forma de ayudar a la comunidad y volví a sonreír. Al fin y al cabo, pocas veces uno navega oyendo canciones en varios idiomas (incluido el aimara) en medio del Titicaca.

Desde Puno, tomamos otro bus a Cusco (7 horas). Nos alojamos en Hotel Perú Real Cusco, muy cerca del centro y paseamos recordando los lugares visitados la vez anterior. Cusco me supo a poco en mi primer viaje, pero esta vez pude disfrutarlo con más calma.

Visitamos el Mercado de San Pedro, un lugar que va más allá de lo común, ofreciendo una experiencia única donde se mezclan tradiciones culinarias, espirituales y medicinales. En sus pasillos encontramos una fusión de colores, aromas, sabores y productos locales que van desde frutas frescas hasta artesanías tradicionales. Nos tomamos un jugo de frutas con kion (jengibre) que nos supo a gloria y nos levantó el animo.

Al día siguiente hicimos una excursión a Chinchero, Moray y las Salineras de Maras. Tres lugares muy interesantes del Valle Sagrado de los Incas.

Chinchero es un pueblo andino famoso por sus talleres textiles, que aún se asientan sobre ruinas incas.

Moray destaca por sus enigmáticas terrazas agrícolas circulares, que se cree que eran un laboratorio de experimentación agrícola inca. La variación de temperatura, humedad y exposición a la luz solar en los andenes, ubicados a diferentes alturas, crea un ambiente único en cada uno y esto les permitía mantener los cultivos a lo largo de todo el año.

Las piedras traídas del volcán extinto tienen la capacidad de absorber calor durante el día y liberarlo por la noche, lo que ayuda a mantener una temperatura constante. Además, estas piedras evitan inundaciones durante la temporada de lluvias, facilitando la filtración del agua al siguiente andén.

 Las Salineras de Maras son una impresionante red de más de 3,000 pozos de sal excavados en una montaña, explotados desde la época preincaica para la extracción de sal por evaporación. Nos contaron que la sal de Maras se comercializa por sus beneficios para la salud.

Es rica en minerales como calcio, hierro y magnesio y tiene un menor contenido de sodio que la sal común, lo que la hace recomendable para personas con hipertensión. Posee propiedades cicatrizantes y desinflamantes para uso externo. También se valora en la cocina por su sabor único y por ser un producto natural sin aditivos. Después de saber todo esto compramos sal de Maras. Había que probarla.

En una de las paradas del recorrido, el guía nos sorprendió con un pequeño gesto lleno de tradición: nos ofreció hojas de coca y nos pidió que les hiciéramos una foto, casi como quien presenta a un viejo amigo. Nos explicó que en la zona de los Andes se consumen desde siempre, ya sea mascándolas o en infusión. Contó que, tomadas así, ayudan a mitigar el soroche —ese mal de altura que a veces se empeña en amargar el viaje— y que también alivian el hambre, la sed, el dolor y el cansancio.

Hojas de coca que nos ofreció el guía de la excursión y que nos enseñó a mascar.

Añadió algo que desconocía: muchas personas de la región son intolerantes a la leche, y la hoja de coca, rica en vitaminas B, C, hierro y calcio, puede compensar perfectamente esa falta de nutrientes. Todo esto, remarcó, sin generar adicción ni problemas serios, no más de los que podría causar una taza de café o de té.

Tomando una infusión de mate de coca con un artilugio curioso.

Eso sí, dejó clara la diferencia: la coca es una cosa, la cocaína es otra totalmente distinta. Aunque se extraiga de la misma planta, sus efectos son dañinos y no tienen nada que ver con el uso tradicional, respetuoso y saludable que los pueblos andinos han mantenido durante siglos.

Sabores del camino

En el restaurante La Rosa Nautica

La gastronomía peruana es una aventura dentro de la aventura. Comimos de maravilla: asados que despertaban los sentidos, sanguches de chicharrón y butifarra, sopas reconfortantes y postres con nombres tan dulces como sus sabores. En cada plato se notaba el cariño, la mezcla de culturas y esa generosidad que hace de Perú un país que se saborea con el corazón.

En Arequipa y Puno degustamos platos típicos como el rocoto relleno, la trucha frita y la sopa de mote con carnero, ideal para recuperarse del soroche.

Paseando por Arequipa vi un cartel en la puerta de un restaurante donde se anunciaba un menú por 8 soles. Me llamó la atención y entré para probarlo. Pedí tortilla de verdura con tallarines y caigua rellena. Estaban bien cocinados y salí satisfecho. No entraba en el precio ni la bebida ni el postre pero qué más se puede pedir por 8 soles (2 euros al cambio).

En Lima también se come muy bien y no sólo en restaurantes como La Rosa Nautica o Isolina. En Don Tito San Borja con sus carnes a la brasa o en La Fragata y en La Caleta de la Punta pudimos apreciar platos ricos.

Y en los restaurantes cercanos al hotel también nos sirvieron platos muy dignos a precios muy económicos.

Y si hablamos de postres probamos el famoso queso helado de doña Rosa en el mercado de Arequipa, también el helado de lúcuma y aunque la variedad de frutas es muy extensa me gustó probar un higo chumbo (allí le llaman tuna) de color morado, diferente a los que estoy acostumbrado en España.

Comida chifa

La comida chifa en Perú es la fusión de la gastronomía china con la peruana, originada por la migración de chinos a Perú a finales del siglo XIX. Esta cocina se caracteriza por la mezcla de ingredientes peruanos (ají) y chinos (kion, sillao, salsa de soja etc) y el uso de técnicas chinas como el salteado al wok.

Comimos en varios restaurantes chifas y pudimos degustar platos como el Kam Lu Wantan, el arroz chaufa y los tallarines saltados, evocando sabores que ya creía olvidados.

Epílogo: un país que se queda dentro

Cuando el avión despegó de Lima y los edificios de la ciudad se hicieron diminutos, supe que algo de mí se quedaba allá abajo. No sólo los recuerdos o las fotografías, sino esa sensación de haber tocado una tierra viva, con alma y contradicciones, con historia y esperanza.

Perú no se visita: se vive. Te envuelve con su música, te reta con su geografía, te enamora con su comida y te conquista con su gente.

Y aunque cada viaje termina, hay países que siguen viajando dentro de uno.

Si algún día te preguntas a dónde ir para reencontrarte contigo mismo, para saborear el tiempo sin prisas y aprender a sonreír incluso ante los cambios…
entonces ve a Perú.
Y verás, como yo, que “Qué lindo es Perú” no es sólo un título: es una verdad que se siente.

SE NOS MARCHO EL TRISTE PAYADOR

Mi última imagen con Martin, visitándole en la Residencia donde ha pasado sus últimos días.

Me contaba mi querido amigo Martín que había escrito la letra del tango “Triste Payador”, inspirándose en una historia muy suya: la de aquel amor imposible, cuando la muchacha que amaba decidió entrar al convento. Para ponerle música, tomó prestada la melodía de “Sus ojos se cerraron”. En la tradición argentina, un payador es un cantor popular, un trovador del pueblo que improvisa versos y pone sentimiento en cada palabra. Y Martín, sin duda, era uno de ellos.

El pasado sábado 25 de octubre de 2025, se nos fue.
Pero cuesta creer que se haya ido del todo. Estoy seguro de que ahora, en el cielo, los ángeles sonríen al escucharlo cantar, al oír sus chistes, sus historias y sus tangos. Porque así era Martín: un hombre que sabía regalar alegría con la sencillez de quien lleva música en el alma.

Descansa en paz, querido amigo.
Tu voz seguirá sonando en nuestra memoria, como ese tango que nunca se apaga.

VOLVER A NACER

Hoy, 10 de mayo de 2025, celebro un año de vida… de mi segunda vida.
Hace exactamente un año, durante una visita familiar a Barcelona, sufrí un shock hipovolémico causado por la rotura de un aneurisma de aorta abdominal. La rapidez con la que mi hermano Carlos me llevó al hospital y la extraordinaria intervención de los equipos médicos, tanto del hospital de Igualada como del Hospital de Bellvitge, hicieron posible lo que parecía casi imposible: que hoy esté aquí escribiendo estas líneas.

Fueron momentos durísimos, especialmente para mis hijos y hermanos, que durante las 24 horas que permanecí inconsciente solo recibían noticias desalentadoras. Cuando desperté, supe al instante la gravedad de lo ocurrido. Escuché cómo la doctora explicaba a mis hijos las posibles secuelas circulatorias, respiratorias, renales y digestivas que podría arrastrar para el resto de mi vida. Pero contra todo pronóstico, la evolución fue favorable, y en solo 12 días recibí el alta. Después, una convalecencia que fui superando paso a paso, hasta recuperar el estado físico que tenía antes de este gran susto.

Durante mi ingreso en la UCI, donde fui atendido con una humanidad y profesionalidad que jamás olvidaré (incluido el cariño con que Pilar me afeitaba y perfumaba cada día), médicos y enfermeras me decían que era un milagro estar vivo, pues la rotura de un aneurisma de aorta tiene una tasa de mortalidad del 97 %.
Una enfermera me preguntó si había visto el famoso túnel con luz al final, como cuentan quienes regresan de la muerte. Le respondí, sinceramente, que no: no recuerdo absolutamente nada de esas 24 horas en que estuve inconsciente.

A pesar del trato impecable, hubo momentos duros. No poder moverte, depender para todo, el silencio, la fragilidad, el tiempo detenido… Me dio para pensar mucho. Hice balance de mi vida. No compartiré aquí todo lo que pasó por mi cabeza, pero sí puedo decir que he decidido dar prioridad a lo que de verdad importa. Lo esencial. Y para mí, eso es disfrutar —de verdad— del cariño de mis seres queridos. Disfrutar sin agobios, sin exigencias, con respeto, con tolerancia.

Ver a mis hijos y hermanos a mi lado me dio una fuerza inmensa. Ver a Violeta fue un subidón increíble. Sentí una energía profunda, una fuerza invisible pero real, proveniente de todos los que se preocuparon por mí: mis hijos, conyuges y nietos, mis hermanos y sobrinos, mis amigos, conocidos… Fue algo difícil de explicar, pero muy real.

No sé si he cambiado. Eso tendrán que decirlo los demás. Pero este “nuevo Rafa” ya no quiere arrastrar resentimientos del pasado. Quiere reconciliación. Quiere seguir conociendo lugares, hacer nuevas amistades, cumplir los objetivos que se dejó para la jubilación (que aún no se han agotado), y en resumen, vivir… y dejar vivir.

Este primer año de mi “nueva vida” ha sido intenso y, sobre todo, lleno de momentos especiales.
El pasado verano volví a sentir la brisa del mar en Burela, en la Mariña Lucense, donde tuve la alegría de recibir primero a mi hija Vanesa, mi yerno Joaquín y mis nietos Samuel y Elsa.

Con mi sobrino Manolo, su mujer Gema y su hija Diana.

También las casualidades del destino propiciaron que me visitaran en Burela mi sobrino Manolo con su familia, ya que pasaban sus vacaciones en Foz, localidad muy próxima a Burela y pasamos una tarde muy agradable.

Regalo de mi amiga Mar

Mi hijo Juan Carlos, mi nuera Aroa y mi nieto Mateo fallaron este año por un problema de salud de Juan Carlos que afortunadamente se resolvió pronto de forma satisfactoria, pero estoy deseando que este próximo verano pueda recibirlos.

Después llegaron mi hermano Pepe, mi cuñada Petra, mi sobrino Javier y mi sobrino nieto Marcos, completando unos días entrañables. Todo ello junto con los amigos, algunos nuevos como Mari Carmen y otros antiguos como Tomás, Charo y Toñi que alegraron mi estancia en esa localidad costera.

También lo pasé genial en el viaje a Oña con mis antiguos compañeros de Bachillerato de la Universidad Laboral de Córdoba.

Tampoco faltó mi viaje anual del Imserso a Roquetas junto a mi hermana Mari.

Y este año 2025 empecé con otro viaje a Burela con mi hermana Carmen y continué con el más reciente: un viaje muy especial con mi hermana Mari y su hijo Pedro, para ver por primera vez la Semana Santa de Antequera, el pueblo que me vio nacer.

Pero no todo han sido viajes. Este año también nos ha regalado celebraciones que han unido a nuestra gran familia. El 4 de enero, mi hermano Pepe y Petra nos reunieron en su nueva casa con una fiesta preciosa que evocó aquellas inolvidables celebraciones de Reyes que durante más de 20 años organizaron nuestros padres.

Y el 6 de abril, el cumpleaños número 80 de mi hermana Mari se convirtió en otra fecha para el recuerdo, con una fiesta que su hijo preparó con tanto cariño y que logró, una vez más, que nos reuniéramos todos. Momentos así son los que de verdad merecen ser celebrados.

Por eso termino con un brindis:

Hoy celebro mi primer año de vida… otra vez.
Hace un año estuve muy cerca de no estar aquí,
pero la vida —con ayuda de muchos— me dio una segunda oportunidad.

Y no sabéis cuánto la valoro.

Por eso hoy no quiero hablar de sustos ni hospitales,
sino de lo bonito que ha sido este año:
viajes, reencuentros, fiestas, familia…
y sobre todo, momentos como éstos.

Así que levanto mi copa
por la vida,
por los que están,
y por todo lo que aún nos queda por compartir.

¡Salud y gracias por estar ahí!

LOS PRIMOS DE GIRONA

Mi abuela paterna, Elvira, tuvo ocho hijos: seis varones y dos mujeres. Todos nacieron en la provincia de Málaga (en localidades como Archidona y Mollina) y emigraron durante los años 60 a la provincia de Girona, excepto mi padre, quien se trasladó a Madrid.

Mis padres, a pesar de la distancia, mantuvieron los vínculos familiares con sus hermanos y sobrinos en Girona, visitándose con cierta frecuencia. Recuerdo que, cuando era niño, cada vez que se casaba alguno de los primos mayores, nos visitaban en su viaje de bodas en nuestra casa de Madrid. Mis hermanos y yo, por turnos, hacíamos de Cicerones, enseñándoles la ciudad.

Visita a nuestra casa de Madrid del primo Pepe de la tía Vitoria con su recién estrenada esposa.

Cuando mi padre se jubiló, los viajes a Girona se volvieron más frecuentes, especialmente en ocasión de las bodas de muchos de los 26 primos hermanos que teníamos allí.

También recuerdo haber acompañado a mis padres en algunos de estos viajes y lo fabuloso que era el trato que recibíamos de nuestros tíos y primos. Todavía me emociona recordar mi primer viaje a Girona con mis padres, a principios de los años 70. Al llegar a la casa del torreón donde vivían mis tíos Juan, Carmen y Rafael, un montón de niños nos recibió con alegría. Aunque seguramente, además de mis primos (los hijos del tío Rafael), había vecinos, aún conservo la sorpresa de sus gritos y la calidez de su bienvenida.

Otro momento entrañable, al que yo no pude asistir, fue el encuentro celebrado el 29 de septiembre de 2001 en Girona. En esa ocasión se convocó a todos los tíos, primos, hijos de primos y allegados, contando con una nutrida representación de la familia de Madrid, encabezada por mis padres, los tíos Manuel y María. Fue un acto espectacular al que asistieron más de 100 personas, inmortalizado en un entrañable video casero grabado por mi sobrina Mari Paz, hija de Carmen, que se puede ver en YouTube.

Con el paso del tiempo, los tíos se fueron marchando y la distancia, sumada a las responsabilidades familiares de cada uno, enfrió un poco las relaciones entre los primos de Girona y Madrid.

La llegada de las redes sociales marcó un cambio. En 2012 se creó un grupo de Facebook llamado Artachos y amigos, donde varios primos empezamos a publicar fotos antiguas de los álbumes familiares, reavivando el contacto entre muchos de nosotros. Más tarde, con la aparición de WhatsApp, en Girona se creó un grupo llamado Semos Triburcieros!, cuyo nombre hacía honor a una expresión típica del tío Juan, quien, aunque no aportó primos, repartió humor y cariño entre todos sus sobrinos.

De derecha a izquierda: JAVIER, RAFAEL, PURI, ANTONIO Y JOSE MARIA, hijos del tío Rafael.

Inicialmente, mi hermano Carlos, el único primo de Madrid con más contacto con los de Girona, fue incluido en el grupo. Después nos unimos Pepe, Carmen y yo.

Cada año, aprovechando una cena organizada por la asociación de vecinos del Torreón, en el grupo se animaba a los Artacho de Girona a participar, logrando mantener el vínculo entre primos, que también fue pasando a las nuevas generaciones.

En 2022, al enterarnos de la cena, preguntamos si los de Madrid podíamos asistir. Nos respondieron afirmativamente y así fue como mi hermano Pepe y yo viajamos a Girona después de muchos años.

El recibimiento fue extraordinario. Nuestro primo José María, hijo del tío Rafael, coordinó un programa de visitas espectacular, lleno de actividades y momentos imborrables que nunca olvidaremos.

Todo comenzó con el primo Paco esperándonos en la gasolinera, seguido por el primo Javier, también hijo del tío Rafael, que nos recibió en la Plaza de la Independencia para picar algo y pasear por Girona, evocando recuerdos de antiguos viajes.

Fueron cuatro días repletos de actividades, visitas turísticas y encuentros con varios primos. Algunos de los momentos más memorables fueron:

La visita a La Bisbal, donde saludamos a la familia del primo Juan (hijo de la tía Victoria), y a Banyoles, donde nos encontramos con María Luisa, hija del primo Pepe.

Los paseos por Besalú, Tossa de Mar y San Antonio de Calonge, lugares preciosos que conocimos junto a primos de Girona.

La cena en casa de la prima Puri, en una terraza repleta de plantas y flores, disfrutando de ricas viandas.

La Cena de Hermandad del Torreón, a la que asistieron 47 miembros de la familia Artacho, incluido mi hermano Carlos, que vino desde Barcelona. Fue una velada llena de fiesta, alegría y baile.

La comida en el restaurante L’Arcada, donde nos reunimos con un gran grupo de primos, que no nos dejaron pagar por mucho que insistimos.

Los encuentros en el Hotel Bellavista, tanto por la mañana con los primos Cristóbal, Elvira y sus parejas, que acababan de regresar de un crucero, como por la tarde con el primo Antonio, hijo del tío Antonio.

El reencuentro con el primo Pepe, quien nos mostró con merecida satisfacción su álbum de fotos de cuando fue Rey Mago en la cabalgata de Reyes en Girona y el cuadro del árbol genealógico de la familia Artacho.

Finalmente, la despedida en el restaurante Eat Sleep Cycle Café Restaurant, donde nos encontramos con primos que aún no habíamos visto, como Elvira (hija de la tía Carmen) y Vicente (hijo del primo Vicente). Fue el cierre perfecto para esta maravillosa visita.

En el siguiente video se pueden ver más fotos del viaje.

En agosto de 2023, mi hermana Carmen y yo aceptamos la invitación del primo Paco para visitarlo en Llançà (Girona), donde tiene un lindo apartamento. Fue otro viaje estupendo, lleno de paisajes encantadores, comidas deliciosas y momentos inolvidables.

Comenzamos con una visita al Parque Natural del Cabo de Creus, un área de máxima protección, famosa por su biodiversidad y por las caprichosas formas de erosión creadas por la tramontana. En Portlligat, visitamos la Casa Museo de Dalí, donde el pintor vivió y trabajó durante más de 50 años.

Otro de los momentos especiales del viaje fue nuestra excursión a Collioure, en Francia, donde está enterrado Antonio Machado. No pudimos llegar al cementerio porque el camino estaba cerrado debido a un mercadillo, pero a cambio disfrutamos de unas ostras exquisitas acompañadas de vino de la región.

Por la noche, la visita a Peralada, con su impresionante castillo, nos dejó con la boca abierta.

Otra noche la cena en el restaurante La Encesa y el paseo hasta el mercadillo por la mañana hicieron que no podamos olvidar Port de la Selva.

Una tarde, organizamos un encuentro en una cafetería del centro de Girona (DUPLEX) para reunirnos con los primos que pudieran asistir. Finalmente, logramos juntarnos 18, en un ambiente ameno que sirvió para seguir afianzando nuestros lazos familiares.

El día de nuestra marcha un recorrido por Selva de Mar y sus alrededores, contemplando el Monasterio San Pere de Rodes fue el broche final a una semana fabulosa.

Muchas gracias al primo Paco por ser un magnifico anfitrión y por el cariño que nos regalaste.

En el siguiente video se pueden ver más fotos del viaje

En 2024, tenía previsto volver a Girona con mi hermana Mari, pero un problema de salud me lo impidió. Espero que pronto los astros se alineen para poder realizar ese viaje pendiente.

MIRANDO HACIA ATRAS

Entonces pensaba que la política servía para resolver problemas de los ciudadanos y combatir las injusticias

La ventaja de estar jubilado es que tienes tiempo (al menos en mi caso) para de vez en cuando mirar a largo plazo. Como el plazo que se presenta a futuro no es muy halagüeño prefiero mirar hacia atrás y he recordado que ya hace 25 años que estuve por primera vez en el Congreso de los Diputados.

Se debatían dos proposiciones de ley relativas a la situación de los Vendedores de Prensa de España. En una el PSOE  instaba a que se actualizaran las normas reguladoras de los vendedores de prensa que entraron en vigor en 1972. En la otra el Partido Popular pedía que se hiciera un estudio sobre la situación de las relaciones entre vendedores de prensa, distribuidores y editores.

PINCHA PARA LEER LAS INTERVENCIONES DE LOS DIPUTADOS

Todavía recuerdo con emoción ese día: Por primera vez se iba a escuchar en la sede de la soberanía popular los problemas de los vendedores de prensa y atisbaba que pronto se solucionarían.

Cuando terminaban las intervenciones de los señores diputados en el hemiciclo (debo decir que casi vacío, lo cual me supuso la primera decepción) aplaudía con fuerza y era amonestado por el ujier de la cámara que me advertía que no podía aplaudir, ni hablar en alto, pues sería expulsado).

En el Congreso con Francisco Rodríguez, diputado de BNG y del otro no me acuerdo

Ingenuo de mí yo pensaba que sólo la exposición de tantas injusticias que se cometían con los vendedores de prensa se iban a solucionar porque se había conseguido llevarlas al Congreso de los Diputados y los diputados las reproducían ratificándolas.

Así tenía que ser la democracia por la que habíamos luchado, me decía.

Habían sido mis antecesores en la Presidencia de Conadipe, Juan Delgado de la Agrupación de Vendedores de Prensa de Sevilla y Jaime Comesaña de la Asociación de Vendedores de Prensa de Pontevedra los que habían contactado con los diputados del Congreso, principalmente del PSOE y el Bloque Nacionalista Gallego y habían conseguido que se presentaran esas proposiciones no de ley.

Yo había tomado el testigo y tenía la firme determinación de continuar y llegar hasta el  final para conseguir que se aprobara  un Estatuto del Vendedor de Prensa.

Otro día seguiré contando lo que pasó después.

MONTAR A CABALLO

En mi niñez y adolescencia era un lector empedernido de lo que entonces se llamaban tebeos (comics).  Como no disponía de dinero para comprarlos los pedía prestados y también recuerdo haber ganado muchos jugando a las cartas, a las bolas (canicas) y a cualquier juego de los que había en esa época. Una vez los leía se cambiaban en los quioscos o tiendas que hacían cambios de novelas por unas pocas pesetas.

Recuerdo con emoción un verano en mi pueblo, Antequera, donde descubrí un tesoro de tebeos en el cajón de una cómoda. Eran de mi primo Pepín y había cientos. Pasaba horas y horas devorando aquellos tebeos llenos de aventuras.

El Jabato, el Capitán Trueno, Roberto Alcázar y Pedrín,  Mortadelo,  Zipi Zape son algunos de los títulos que recuerdo de aquella época. Y el T.B.O que daba nombre a todos.

Pero sin duda los que más me gustaban eran los de Hazañas Bélicas y las novelas del  Oeste.

Mi afición no era bien vista por mis padres y educadores y lo mismo que se dice hoy a los menores de que no es bueno dedicar tanto tiempo a los videojuegos o al móvil también me decían que no era bueno leer tantos tebeos, con advertencias tales como que me podía pasar como a Don Quijote que se volvió loco por leer tantas novelas de caballería. Yo hacía caso omiso de esas advertencias y me servían de fuente de inspiración para fantasear con historias en las que yo era el héroe y protagonista de las mismas.

A menudo esas fantasías las compartía con mi hermano Pepe en un juego que bauticé con el nombre de “Jugar a los chicos”. Consistía en buscar un sitio tranquilo, sentarnos en el suelo y yo contaba historias parecidas a las que leía en los tebeos en las que nosotros éramos los protagonistas.  Mi hermano me escuchaba muy atento y me ayudaba a seguir el guión que yo me inventaba sobre la marcha. A menudo las historias eran tomadas de las novelas del oeste y recuerdo que en ellas yo me llamaba Richard y tenía una novia que se llamaba Raquel. Y sobre todo éramos grandes jinetes  que montábamos  a caballo con una destreza sin igual. ¡Cómo me gustaba galopar a caballo en mis sueños!

La realidad es que me hice adulto, las fantasías quedaron atrás y nunca tuve oportunidad de montar a caballo y como otros deseos se quedó en el sueño de los justos.

Con 45 años se me presentó una oportunidad de montar a caballo y quiero contarles la experiencia.

Estaba ya trabajando en la tienda de prensa y ya formaba parte del mundo asociativo. Eran años de mucha actividad de las Asociaciones de Vendedores de Prensa de toda España y con bastante frecuencia se hacían Asambleas y reuniones que muchas veces coincidían con las Cenas de Hermandad que hacían las Asociaciones.

Fue en Santander donde se celebró la Cena de Hermandad de la Asociación de Vendedores de Prensa de Cantabria a la que acudí en representación de FEMCAPRENS, acompañado del letrado que nos asesoraba en aquella época y de Gregorio Ruiz de la Sierra, Gerente de una empresa que por aquel entonces comercializaba un programa informático para el quiosco, llamado ANDI.

Al finalizar la Asamblea celebrada por la mañana y como quedaban varias horas hasta la Cena de Hermandad la letrada de la Asociación de Cantabria nos dijo que tenía varios caballos y que nos invitaba a los tres a dar un paseo por el monte. Tanto al abogado, como a Gregorio les pareció una idea magnífica y aunque puse reparos diciendo que no había montado nunca a caballo me convencieron porque ellos me iban a enseñar,  era muy fácil y además íbamos a ir despacio. 

Acepté porque no me apetecía la idea de quedarme sólo en el hotel y porque iba a vivir otra experiencia en mi vida. Así que fuimos los cuatro en un coche a la casa de la letrada donde tenía los caballos. Tras unas breves explicaciones sobre lo que debía saber sobre las riendas nos montamos y comenzamos el paseo.

Me colocaron en tercer lugar y a los pocos metros de salir, mi caballo aligera el paso, se pone el primero y alcanza un carro que iba delante de nosotros lleno de hierba y se pone a comer tranquilamente sin detenerse. Los otros jinetes me daban voces para que hiciera parar el caballo pero a mí me daba pena tirar hacia atrás de las riendas porque me habían dicho que eso les hace mucho daño. Se adelantó la dueña de los caballos y consiguió pararlo y cambiamos de dirección para evitar de nuevo al carro. 

Continuamos el paseo ya por un camino de tierra y a los lados había prados donde las vacas pastaban y para que no escapen pues hay vallas con hilo eléctrico. En eso que se para el primer caballo porque su jinete quería explicarnos algo, el segundo también se para y yo no sé lo que hago pero mi caballo se arrima a la valla, recibe una descarga eléctrica, pega un respingo y si él se asustó más me asusté yo. Afortunadamente se quedó sólo en el susto.

Seguimos con el paseo y nos encontramos un pequeño arroyo que había que pasar. Los demás pasaron sin problema pero el mío se negaba, decía que no pasaba, que él no se mojaba los pies. Yo creo que se había dado cuenta que él mandaba más que yo. Al final tirando de las riendas consiguieron que lo cruzara.

Este caballo tampoco quiere saltar el obstáculo. Debe ser pariente del que yo llevaba.

Mientras fueran cosas así no íbamos mal, pensaba yo para mis adentros sin saber que lo gordo faltaba por venir. La verdad que los paisajes eran espectaculares entre montes verdes al lado del mar azul pero mi mente estaba más preocupada por otras cosas que me impedían disfrutar del paseo. No era capaz de sincronizar  los movimientos del caballo con mi culo y lo hacía al revés; cuando el lomo del caballo subía mi culo bajaba y el choque entre ambos era de doler. De vez en cuando conseguía ajustar el ritmo pero enseguida perdía el paso. Parecía un recluta torpe de esos que en la mili no saben coger el paso.

 Iba yo pensando en esto cuando veo que subimos una pequeña colina y de repente nos encontramos una bajada bastante pronunciada. Miro a ver si hay otro camino alternativo y compruebo con desazón que no. Pues habrá que bajar la cuesta. Baja el primero, baja el segundo y le indico a mi caballo que baje despacio. No me debió de entender y bajó corriendo de tal suerte que yo me asusté, tiré de las riendas hacia mí y cuando llegamos abajo el caballo  paró en seco.

Salí volando por encima de su cabeza y caí dando una voltereta. Afortunadamente caí de espaldas sobre un lecho de hierba abundante, me incorporé, me ajusté las gafas (no se me habían caído) y dije: “No ha pasado nada”. En ese momento la risa de mis compañeros resonó en el tenso silencio que mi caída había provocado.

Me preguntaron si me atrevía a montar de nuevo, ya que estábamos cerca del final del paseo. Después de unos momentos de duda, decidí que era mejor ir montado, por si acaso los otros caballos me daban una coz si iba a pie. Así que volví a subir al caballo y terminamos el paseo sin más contratiempos.

Bueno sí. Hubo un contratiempo menor. Cuando llegué al hotel y fui a ducharme descubrí que los calzoncillos se habían “hecho mistos” por el lado del culo.

Pasé unos días con molestias por las agujetas y el dolor en el coxis. Y por supuesto me dije que había sido la primera y la última vez que montaba a caballo.

Cuando lo recuerdo pienso que tuve mucha suerte pues una mala caída me podría haber desgraciado la vida. Y me acuerdo de las veces que mi padre estuvo en serio peligro por su vida, tal como cuenta mi hermano Pepe en CARTA A MI PADRE.

En esta ocasión y salvando las distancias  yo tuve la suerte de cara como mi padre.

PACO EL GRUÑON

Foto actual del Hotel Carlton

Revolviendo de nuevo en la caja de mis recuerdos antiguos, encontré un billete de un dólar americano y llegaron a mi mente recuerdos y sensaciones que tenía casi olvidadas. Era el primer dólar que me dieron de propina cuando trabajé de botones en el Hotel Carlton.

Era el verano de 1968 y había pasado ya el primer año de internado en la Universidad Laboral de Córdoba (ULC). Había cumplido recién los catorce años y en aquella época eso significaba que ya podías empezar a trabajar.

Mis hermanos mayores habían empezado a trabajar con esa edad o incluso antes de cumplir los catorce y ese era el destino para los chicos de familias humildes. Gracias a la Beca para estudiar en la ULC, si conseguía mantenerla, podría escapar a ese destino.

Pero tres meses de vacaciones para un chico de catorce años eran muchas vacaciones y yo quería ayudar en casa. El novio de mi hermana Carmen, Luis trabajaba en hostelería y me dijo que si yo quería trabajar que fuera a hablar con un amigo que tenía en el Hotel Carlton, en el Paseo de las Delicias nº28 de Madrid.

Allí me presenté sólo, entré en la cafetería del Hotel Carlton, pregunté por el Sr. Pérez y este me recibió. Me miró de arriba abajo y debió darle pena mi fragilidad para trabajar de camarero. Me dijo que le acompañara y me llevó a la Conserjería del Hotel, habló con el Conserje y me ofreció como botones. Le dijeron que sí y me mandaron que al día siguiente me presentara para empezar a trabajar de botones.

El trabajo era estar a las órdenes del conserje que tocaba la campanilla cada vez que nos necesitaba. Lo que más me gustaba era acompañar a los clientes a la habitación, enseñarla y recibir las propinas que solían ser generosas, sobre todo de los clientes americanos. La jornada laboral era dura pues era de 15: 00 a 24:00 todos los días, librando un día entre semana.

Cómo ya era mayor (al menos para trabajar) además de fumar que ya lo hacíamos en la ULC, también recuerdo que empecé a acostumbrarme a la cerveza pues todas las tardes con el dinero de las propinas me podía permitir comerme un bocadillo de calamares y una cerveza en un bar cercano.

Pero todo no puede ser bueno y en el hotel había un mozo de equipajes que era el encargado de llevar las maletas a la habitación y que pretendía que los botones no llegáramos antes que él a la habitación para compartir la propina. A mí los botones veteranos me dijeron que si llegaba antes que él recibía más propina y así lo hacía.

Así que cada vez que me cruzaba con él después de cada entrada de clientes me gritaba, me decía de todo y que me iba a dar de hostias como no le esperara. Era de estatura media, fuerte y cuarentón (a mí me parecía viejo). Siempre estaba de mal genio, hablaba a voces y los botones le llamábamos Paco el Gruñón.

Un día me mandaron a Lencería que estaba en la quinta planta a recoger unas ropas de unos clientes para llevarlas a su habitación. Al pasar al lado del montacargas que se usaba para subir las maletas oí cómo Paco el Gruñón estaba cargando maletas en el montacargas en la planta baja. Sus gritos y maneras de hablar eran inconfundibles. Esperé que el montacargas empezara a subir y en ese momento levanté una pestaña y abrí ligeramente la puerta del montacargas que se paró al instante. Mientas me alejaba para cumplir mi cometido oía con satisfacción los gritos que pegaba Paco el Gruñón.

Pero había sido demasiado ingenuo pensando que no me descubrirían y cuando me lo encontré, una vez liberado, me coge del brazo, me dice que he sido yo el que he dejado la puerta abierta porque en Lencería le habían dicho que yo había sido la última persona que pasó por allí.

Así que me lleva ante el conserje y le dice lo que yo le había hecho. El conserje me mira muy serio, me pregunta si lo he hecho y yo le contesto con firmeza que yo no he sido. El conserje  se queda mirándome unos segundos y luego le dice a Paco el Gruñón: Habrá sido otro. Y Paco se marchó con el rabo entre las patas.

El conserje me creyó porque yo tenía buena fama ya que no me escaqueaba en el trabajo, había recibido felicitaciones de los clientes que me cogían del brazo y me llevaban al conserje para decir que era muy educado y atento. Seguramente pensó que un niño tan buenecito no iba a ser capaz de hacerle eso a Paco el Gruñón. O a lo mejor pensó que se lo merecía y en su interior también se alegró. Eso no lo puedo saber.

Lo que sí sé es que desde entonces cada vez que me cruzaba con Paco el Gruñón me miraba con desdén pero jamás volvió a chillarme ni a amenazarme.

Así que esta experiencia me sirvió para reforzar dos de mis ideas que he intentado poner en práctica a lo largo de mi vida.

La primera es un refrán: Cría buena fama y échate a dormir.

La segunda que el respeto de los demás te lo tienes que ganar tú.

¡QUE LINDO ES PERU! (I)

He tenido la fortuna de visitar dos veces Perú, una en Abril de 2018 y otra en Agosto- Septiembre de 2022. En las dos ocasiones he estado acompañado por VIOLETA, una mujer peruana extraordinaria y eso me ha permitido conocer más a fondo, a través de su familia y amigos, ese hermoso país y a sus gentes.

Machu Picchu a nuestros pies

En el primer viaje visité, además de Lima, Cusco (en Perú Cusco no Cuzco) y Machu Picchu y voy a intentar relatar como vi y viví el Perú. Un mes intenso lleno de experiencias que me hacían sentir emociones igualmente intensas.

Tras un largo viaje de más de 12 horas llegamos a Lima a las 6 de la mañana (hora local). Nada más descender del avión  y salir a la calle del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez ya empiezas a percibir una neblina que lo envuelve todo y piensas que Lima será una ciudad húmeda y fría. Por eso cuesta creer cuando te dicen que en Lima apenas llueve, que los limeños no conocen las fuertes lluvias y que de fría nada porque apenas se utiliza la calefacción.

EL TRAFICO

En horas punta el tráfico es intenso

En el traslado desde el aeropuerto al hotel ya notas que el tráfico es infernal en las horas punta, normal en una ciudad de más de once millones de habitantes, con enormes atascos. Los conductores, que seguro aprendieron todas las normas de circulación para obtener el «brevete» (permiso de conducir), solo respetan una: la de «manejar» a no dar. Como me dijo un taxista todo vale menos dar. Esto incluye pasar un paso cebra antes que el peatón, aligerar en un cruce para que frene el de al lado o que los primeros diez segundos de un semáforo en rojo no se cuentan. Es decir que aunque un semáforo esté rojo, si te da tiempo y no atropellas a nadie o no vas a chocar con otro vehículo, puedes pasar.

Foto de valla publicitaria

Todavía recuerdo con asombro cómo un guardia que regulaba la circulación en un cruce paraba brazo en alto los vehículos que venían de frente hacia él y cómo éstos seguían pasando a su lado, sin que el guardia se inmutara.

Otra cosa que me llamó la atención fue la cantidad de personas que en los semáforos, que son de larga duración, te ofrecen para venderte productos de todo tipo: periódicos, refrescos, galletas, chocolate, frutas, helado. Aunque en España también te encuentras a veces con personas que se ganan la vida en los semáforos, en Lima estás más generalizado. Así que un viaje en taxi o en turismo particular por la ciudad de Lima es de todo menos aburrido.

Te pueden vender de todo en la calle

El transporte público es un poco diferente a lo que conocemos en España y no sólo porque las paradas se llamen «Paraderos». Además de la línea de metro, hay autobuses, «cústers» (minibuses) y combis que recorren las vías principales de la ciudad pero es difícil aprender a utilizar sus líneas. Los trayectos se anuncian en el propio vehículo y a viva voz, cuando llega el vehículo al Paradero y sólo te dicen las calles que atraviesan que son avenidas larguísimas. No recomiendo utilizarlos si no vas acompañado de un limeño. Yo afortunadamente pude utilizarlos por ir acompañado de Violeta.

El metro de Lima a su paso por la Avda Aviación

UN TRAYECTO EN CUSTER

Si tienes espíritu aventurero y quieres emociones fuertes no hay mejor aventura que tomar una cúster (minibus) y observar cómo el «fercho» (conductor) sortea los obstáculos que se encuentra en su camino, el cobrador de la cúster sube y baja con el vehículo en marcha, voceando los destinos y captando pasajeros.

En ocasiones las paradas se producen en el tercer carril de una gran avenida cuando el semáforo está rojo y los viajeros que suben y bajan atraviesan entre los coches parados la distancia que les separa de la cúster. Si se pone verde el semáforo imagínese las prisas que hay que darse para alcanzar la acera o el bus.

Los asientos son minúsculos (al menos para mí que me tenía que sentar de lado) pero eso sí suena una música alegre a volumen alto que te daban ganas de ponerte a bailar, si no fuera por el miedo a caer de bruces al suelo por los acelerones y frenazos. De vez en cuando en una parada se sube un vendedor ambulante que te ofrece caramelos, artesanía o su mejor vena artística. Recauda unos pocos soles y se baja en la siguiente parada. A ellos no les cobran el “pasaje” como bien dicen en Perú.

Otra cosa que me asombraba era cómo controlaban que todos los pasajeros pagaran su billete y el importe correcto ya que éste oscila según el trayecto que vayas a recorrer.

Te subes al vehículo y si el «fercho» también es cobrador a veces se paga al subir pero también he visto que pasan sin pagar, se sientan, preparan el importe y luego pagan o bien lo hacen al bajarse. Observaba con interés que el «fercho» tenía controlado en todo momento quien le había pagado y quien no y si notaba que alguien pretendía escabullirse de esa obligación le conminaba con un vozarrón y sin dejar de «manejar», describiendo la ropa que llevaba para que efectuara el pago correspondiente. Me admiraba el control que el «fercho» cobrador tiene sobre lo que cada pasajero debía pagar y cuando se debía bajar. Como dicen los peruanos «son muy moscas», son «tromes».

 Con tantas distracciones y sobresaltos el trayecto se te hace cortísimo y la sensación de alivio que sientes al bajarte es indescriptible. Así que amigo lector si le gustan las emociones fuertes un viajecito en una cúster de Lima es la mejor forma de subir la adrenalina (y además es barato, por dos soles o menos).

TOMAR UN TAXI

Taxis de Lima

Tomar un taxi es otra tarea curiosa. Cuando paras un taxi debes acordar el precio antes de subirte y como mi aspecto delataba que no era de allí, Violeta me alejaba de ella y hasta que no acordaba el precio no me pedía que me acercara para subirme con ella. Eso era porque a los turistas les cobran más que a los nacionales, como ocurre en todas partes, y así podía negociar mejor precio.

Me llamó mucho la atención la cantidad de taxis que hay, al menos por el día, y por las zonas que nos movíamos. Cada vez que parábamos un taxi, paraban dos o más taxis detrás y si no llegabas a un acuerdo con el primero te dirigías a negociar con el segundo y así sucesivamente. Según me han comentado además de los taxis profesionales que se dedican en exclusiva a esta actividad, en Lima cualquiera puede salir con su coche y ejercer de taxista sin ningún otro requisito.

Si vas sólo y tienes prisa, nada mejor que, para sortear el tráfico, tomar un taxi moto

Son baratos al cambio si lo comparas con los taxis de Madrid o Barcelona pues una carrera te puede costar en soles lo que en España te cuesta en euros y el cambio aproximado es de 4 soles por un euro. Eso sí muchos son viejos y destartalados y durante el trayecto vas rezando que no le fallen los frenos o los reflejos del conductor en los múltiples quiebros que hace en cada cruce para pasar antes que el de al lado. La ventaja que tienes es que al ser un precio cerrado les interesa acabar cuanto antes la carrera y no darte paseos innecesarios para aumentar el importe.

Siempre que se va a tomar un taxi, hay que tener «sencillo» (dinero suelto) y si es posible el pago exacto. En la mayoría de los casos, los conductores no tienen para darte el «vuelto» (cambio), sobre todo si se trata de billetes grandes.

EL HOTEL

Hotel Jiam en San Borja, donde nos alojamos.

Nos alojamos en un hotel del barrio de San Borja, un distrito residencial muy tranquilo y seguro, no muy alejado de San Isidro y Miraflores que son los distritos más turísticos de Lima. Me chocó el precio por noche (100 soles, unos 25 euros) para una habitación doble con desayuno incluido. No es un hotel de lujo pero la habitación está limpia y los desayunos son abundantes con su jugo de papaya o piña, su café o infusión, dos bollos de pan, mermelada, mantequilla y huevo frito o huevo revuelto.

Eso sí, todos los días te preguntaban si querías que te arreglaran la habitación. Si les decías que no, se ponían más contentos. Optamos porque nos la arreglaran un día sí y otro no.

FARMACIAS

Farmacias a tutiplén

Me llamó la atención la cantidad de farmacias que hay en las calles. En muchos casos podías encontrar hasta tres seguidas en locales adjuntos. Además de medicamentos en algunas puedes recargar el móvil y se pueden hacer trámites bancarios. En Lima no se acostumbra a domiciliar en el banco los recibos de la luz, agua, gas etc. y se pueden pagar en las farmacias.

Otra cosa que me sorprendió es que los medicamentos se pueden comprar por unidad de pastillas. Nosotros compramos Omeprazol a 1,40 soles cada pastilla y Apronax (Naproxeno) a 1,46 soles cada pastilla. Me recordó cuando en España se podían comprar cigarrillos sueltos.

CENTRO HISTORICO DE LIMA

Preciosa balconada del Palacio de la Municipalidad

Lima es una ciudad emblemática y majestuosa, que fue capital del virreinato español, lo que la convirtió en una verdadera metrópoli latinoamericana desde hace más de 400 años. Hay infinidad de monumentos y atractivos turísticos y me voy a referir sólo a los que visité.

Visité su grandiosa Plaza de Armas (Plaza Mayor) que es el sitio donde se fundó la ciudad, en la que se encuentra la Catedral, el Palacio de Gobierno, residencia del Presidente de la República, el Palacio Arzobispal y el Palacio de la Municipalidad (Ayuntamiento). En la Catedral se encuentra la tumba de Francisco Pizarro el fundador de la Ciudad de Lima.

Detrás de Violeta el Palacio de Justicia

Visité el Paseo de los Héroes Navales flanqueado por imponentes edificios como el Hotel Sheraton, el edificio Rimac, el Museo de Arte Italiano y la Torre del Centro Cívico. En un lateral se encuentra el Palacio de Justicia, edificio flanqueado por dos leones de mármol que recuerdan al Congreso de los Diputados de Madrid.

A lo largo del paseo se encuentran doce bustos de héroes navales peruanos que lucharon en la Guerra del Pacífico contra Chile a finales del siglo XIX. También se encuentran  dos imponentes conjuntos arquitectónicos en bronce referidos a las llamas y al trabajo y una estatua del cóndor, ave sagrada y símbolo del Perú.

Visitamos el Convento de San Francisco y sus Catacumbas, un edificio impresionante de 1546 que fue Convento Franciscano y que hoy es uno de los Museos más visitados de Lima.  Además de cuadros como la Ultima Cena que sorprende por su originalidad, se pueden ver obras de arte, artesonados, claustros adornados con azulejos, libros antiguos y una gran iglesia que guarda debajo misteriosas criptas, conocidas popularmente como “catacumbas”. En ellas enterraban a todos los cofrades que morían en el convento hasta principios del siglo XIX y se pueden ver cientos (quizá miles) de huesos y calaveras que están apilados en los laterales de los pasillos por los que discurre la visita guiada. Realmente estremecedor.

Huesos y calaveras en las catacumbas

Visitamos el Museo Metropolitano de Lima que está al lado del mayor parque de la ciudad, el Parque de la Exposición. Es un museo interactivo con recursos multimedia y me resultó muy excitante la simulación de un terremoto que en Perú es un fenómeno que ocurre con cierta frecuencia. Sentirlo aunque fuera sentado en una butaca de cine impresiona.

Me explicaron que en Perú se enseña en las escuelas como actuar en caso de sismo y en los edificios públicos están señalizadas las columnas bajo las que te puedes resguardar en su caso.

MIRAFLORES Y BARRANCO

Anochecer en Larcomar,

Visité el barrio de Miraflores donde se encuentra Larcomar un centro comercial moderno que mira al mar y que no tiene nada que envidiar a los centros comerciales europeos. Dispone de cine, teatro, discotecas, restaurantes de todo tipo  y diferentes tiendas de joyas y ropa.

Desde allí se puede pasear contemplando el Oceano Pacífico y sus acantilados hasta el Parque del Amor, un parque bien cuidado  donde se encuentra la famosa estatua del Beso. El parque tiene también en su interior diferentes mosaicos con palabras y frases amorosas. También hay una reja llena de candados puestos por muchas parejas como símbolo de su amor.

La estatua del beso en el Parque del Amor

Otro día visité Barranco, el barrio bohemio de los artistas. Pasear por sus calles se asemeja a pasear por un museo pues sus paredes están cubiertas por pinturas murales y en sus jardines se pueden contemplar obras de arte.  

En Barranco está el Puente de los Suspiros, que sirvió de inspiración a Chabuca Granda para componer la canción del mismo nombre. Este Puente de 33 metros de largo y 8 m de alto ha sido testigo de muchas declaraciones de amor y peticiones de matrimonio y dice la tradición que hay que pedir un deseo y  cruzarlo sin respirar si quieres que se cumpla.

Cerca del Puente se encuentran el monumento a Chabuca Granda, compositora y cantante de la que los peruanos se sienten muy orgullosos por haber llevado la música criolla por todo el mundo. La Flor de la Canela y Fina Estampa son las canciones más conocidas en España. También compuso una canción en honor de José Antonio Delavalle y García, un ingeniero que salvó de la extinción al caballo de paso peruano a principios del siglo XX y hay una estatua de él a caballo junto a la de la artista.

Monumento a Chabuca Granda y José Antonio Delavalle

Comimos en Isolina, una taberna famosa de la que dicen que hace el mejor cebiche de Lima. Lo probé, estaba rico pero no sabría decir si es el mejor.

EL PARQUE DE LAS AGUAS

Me encantó el Circuito Mágico del Agua, espectáculo fabuloso que cada noche se celebra en el Parque de las Aguas. Son 13 fuentes ornamentales, cibernéticas e interactivas en las que el agua, la música, la luz, las imágenes y los efectos láser se mezclan para ofrecer una visión única. Crear una pantalla de cine con gotas de agua me impresionó. Pero mejor que palabras es ver este video que pretende ser una muestra mínima del espectáculo que presencié.

CUSCO Y MACHUPICHU

Para esta parte del viaje contratamos un tour organizado con una agencia pues Violeta no lo conocía y nos sentíamos más seguros así. Familiares y amigos nos habían advertido sobre el soroche (mal de altura) que puede provocar malestar general, nauseas, vómitos etc. Cusco está a 3400 m. de altura y para adaptarte a esa altura es necesario seguir unas pautas que minimicen sus efectos, tales como tomar mate de coca, comer ligero y no hacer grandes esfuerzos hasta no estar aclimatado.

VISTA PANORAMICA DE CUSCO

Volamos a Cusco, ciudad de los Andes peruanos que fue capital del imperio inca,  en un vuelo de aproximadamente 1 hora. Tras desembarcar, cuando íbamos caminando por los largos pasillos del Aeropuerto Alejandro Velasco encuentro al entrar a un amplio hall un objeto que me pareció un cenicero de pie con el receptáculo de la ceniza lleno de hojas verdes. Observé cómo los pasajeros que me precedían tomaban esas hojas y se las llevaban a la boca. Eran hojas de coca que se utilizan para combatir el soroche  y como a mí me educaron con la máxima “allí donde fueres haz lo que vieres”, ni corto ni perezoso tomé unas cuantas hojas de coca me las introduje en la boca y me puse a masticarlas como si fueran chicle. Las hojas se hicieron “mijitas” y aquello sabía a rayos pero mi temor al soroche me aconsejó no escupirlas. Debí tragármelo todo porque al poco tiempo en mi boca no había rastro de las hojas. Luego me explicaron que no hay que masticarlas sino chuparlas hasta que se hagan una bola y escupirlas después. Me enteré tarde.

Hojas de coca

Al llegar al hotel nos recibieron con una infusión de mate de coca y la guía que nos recogió en el Aeropuerto nos recordó que comiéramos caldo y cosas ligeras hasta que nos adaptáramos a la altura. En efecto tanto Violeta como yo nos adaptamos con facilidad y sólo experimentamos síntomas muy leves. Seguramente las hojas de coca ayudaron.

Sacsayhuaman

Por la tarde visita guiada hacia Tambomachay, Puca Pucara y Sacsayhuaman, enclaves arqueológicos cerca de Cusco muy bien conservados en un entorno natural inigualable.

Sacsayhuamán es un templo ceremonial inca que se construyó entre los siglos XIV y XV y está formado por paredes de piedra de gran tamaño que están integradas armónicamente en la naturaleza.

Según nos contaron allí se celebra cada 24 de Junio algunos de los actos de la fiesta del INTI RAYMI en honor al diós del sol inca INTI. Es una representación teatral de lo que se hacía en tiempos de los emperadores incas, donde miles de cusqueños y personas de todas partes del mundo se dan cita en este acontecimiento y  que según nos dicen es una de las manifestaciones culturales y tradicionales más importantes en esta parte del mundo. A ver si en el próximo viaje lo podemos ver.

Para finalizar el día dimos un paseo guiado por Cusco visitando la Plaza de Armas con sus galerías y balcones de madera tallada, la Iglesia de Santo Domingo que se levanta en los terrenos que ocupaba el Coricancha, el principal templo del sol inca donde se rendía culto al sol y se guardaban las momias de los gobernantes y de las Coyas. (esposas principales de los reyes incas).

Al día siguiente por la mañana salimos en minibús para hacer la excursión del Valle Sagrado de los Incas que se extiende entre Pisac y Ollantaytambo, en plena Cordillera de los Andes Centrales. Hicimos la primera parada en una tienda de artesanía donde nos explicaron cómo teñían las lanas con la cochinilla y pudimos hacernos fotos con las llamas que había en el patio central.

A continuación nos dirigimos hacia PISAC. Sus ruinas son de una belleza increíble. Su privilegiada situación en lo alto de una colina, rodeada por barrancos y terrazas agrícolas consigue que las vistas del Valle Sagrado sean una imagen de postal.

Con mucho esfuerzo subimos hasta K’allaQ’asa, construido en la cima de la montaña tiene la mayor altitud de todos los recintos y en sus costados impresionantes barrancos.

Ollantaytambo a 60 km de Cusco es la siguiente parada. Nada más entrar al recinto se ven las terrazas agrícolas y arriba el templo y la fortaleza.

Mientras subimos una interminable fila de escalones disfrutamos del paisaje en cada descanso. Y desde lo más alto disfrutamos de unas vistas increíbles.

Montañas, ruinas, arquitectura e historia son las características de esta región de Perú que merece la pena visitar y que son la puerta de entrada para lo que viene al día siguiente porque a las 3 de la tarde tomamos el tren que nos lleva a Aguas Calientes (Machu Picchu).

Viajamos en clase VISTADOME que es un poco más cara pero merece la pena. El trayecto de hora y media discurrió por el curso del río Urubamba y sus grandes ventanales y el techo panorámico nos permitió ver unos paisajes espectaculares.

Durante el trayecto nos ofrecieron té o refrescos acompañado por frutas o pastelitos. Nos alojamos en el Hotel Terraza de Luna, un hotel de 3 estrellas moderno similar a los que te puedes encontrar en España.

Por la mañana temprano después de desayunar nos recogen en el hotel para llevarnos al autobús que nos acercará a Machu Picchu. Tomamos el autobús y nos deja en la base de la ciudadela. A partir de ahí iniciamos una subida larga y dura (ya estamos un poco mayores) pero conseguimos coronar la cima.

Levantamos los brazos para reponer toda la energía que habíamos gastado. La verdad que merece la pena el esfuerzo. Las vistas son fabulosas y aunque el día está un poco nublado la temperatura es agradable. Continuamos con la visita guiada explicándonos que “Machu Picchu es una palabra quechua cuyo significado es Montaña vieja. Hoy es universalmente conocida, tanto por sus imponentes restos arqueológicos, como por su incomparable ubicación, al borde de un abismo en cuyo fondo corren las caudalosas aguas del Río Urubamba.

Machu Picchu, más que una ciudadela, es un complejo arquitectónico al que solo le faltan los techos. A este complejo se le llama ciudad, por el gran número de casas que en la actualidad se cuentan más de 200, y en su apogeo debieron ser más. Además, su diseño contempla plazas, templos, caminos, escalinatas, terrazas, acueductos, etc.”

Tras la visita regreso al hotel y buscar restaurante para comer en Aguas Calientes. Encontramos uno que tenía Cuy en la carta y por fin pude probar ese plato del que tanto me habían hablado y al que muchos ponen objeciones. Si te gusta el conejo te gustará el Cuy. Lo probé guisado, estaba bueno y ya sólo me falta comerlo asado.

A las 15:00 tomamos el tren desde Aguas Calientes hasta Ollantaytambo y desde allí  nos recogen y nos llevan al hotel en Cusco. Visita rápida por la tarde/noche a Cusco pues al día siguiente salíamos temprano para Lima.

Cusco de noche una ciudad a la que tenía que volver

Como conclusión un viaje intenso que me dejó con ganas de más. Tengo que volver a Cusco, me dije.

COMER EN PERU

Visité varios mercados y Centros Comerciales, disfruté de la visión de cientos de productos, muchos nuevos para mí, comparé los precios respecto a España y comprobé que los productos locales eran mucho más baratos. Otra cosa son los de importación que a veces resultan más caros que en España.

La gastronomía peruana se ha ganado una merecida fama internacional por su variedad y sabor. Es el resultado de la mezcla de culturas que ha habido en Perú a lo largo de muchos años. Tuve la oportunidad de degustar sus deliciosos platos tanto en restaurantes como en casa particulares y la mayoría de las veces fue una experiencia muy satisfactoria.

Cada región de Perú tiene su cocina específica pero en Lima puedes encontrar platos de cocina de la sierra o de la selva aunque es más frecuente comer comida criolla, chifa (asiática) y carnes a la parrilla, siendo el pollo a la brasa el rey.

Como una imagen vale más que mil palabras he puesto imágenes de puestos del mercado y centros comerciales. También alguno de los platos que he probado y que os recomiendo. Si vais a Perú por supuesto y si no en un restaurante peruano que hay muchos en España.

Tanto la familia de Violeta como sus mejores amigos me dispensaron un trato fabuloso y nos obsequiaron con ricos platos locales que sería muy largo detallar uno a uno. Para muestra dejo una imagen con el almuerzo que nos ofrecieron sus amigos Soledad y Lalo con exquisitos platos de comida criolla que intentaré detallar en el pie de foto.

1 Olluquito con charqui. 2 Causa rellena a la limeña. 3 Rocoto relleno. 4 Carapulcra con chancho. 5 Ensalada de encurtidos. 6 «Frejoles«. 7 Ají de Gallina.

LA JERGA

En Perú se habla español obviamente pero me resultó interesante conocer las diferencias con el español que hablamos nosotros. A lo largo de todo este escrito he ido intercalando palabras de uso frecuente en Perú que en España no se utilizan salvo por los peruanos que viven con nosotros. Algunas están en el diccionario de la RAE pero hay otras que no y pertenecen a lo que se llama jerga peruana. Si quieres conocerlos mejor y entenderlos hay que aprenderlas para que no te pase como a mí que había escuchado cientos de veces la canción de “La flor de la canela” y pensaba que la “lisura” que derramaba del puente a la alameda era gracia y elegancia y no es así. El sinónimo de lisura es procacidad. O sea que la flor de la canela iba echando pestes. Pero qué bonita forma de decirlo: «derramaba lisura».

Si te dicen de una persona que es “salada” no es lo mismo que en España. En Perú se refieren a una persona gafe.

Lechero, lenteja, asado/a, chato/a, churro/a, flaco/a, causa o pata no significan lo mismo en Perú que en España. Y si te dicen: ¡Qué piña, qué paja, qué palta, qué roche! pues que te ayude el contexto de la frase si no quieres preguntar. Pero pregunta que estarán encantados de explicártelo con una gran sonrisa.

La jerga peruana  es una muestra más de que los peruanos son alegres, pícaros y divertidos y disfrutan jugando con las palabras para lo que utilizan un gran ingenio.

Así que para no sentirte más perdido que «huevo en ceviche» (el ceviche no lleva huevo) si vas a Perú es bueno conocer la jerga.

LOS PERUANOS

Tuve la suerte de disfrutar de la compañía de la familia y amigos de Violeta en diferentes reuniones y puedo dar fe de que son personas agradables, educadas y muy hospitalarias. Pero sobre todo son alegres y con un gran sentido del humor. También he comprobado en mi trato con las diferentes personas con las que nos hemos relacionado que son muy trabajadores, creativos y orgullosos de su tierra.

LA DESPEDIDA

Tocaba regresar a España y en Perú las despedidas no son tristes. La familia de Violeta organizó una fiesta de despedida que no olvidaré. Cantar, bailar, tomar, reír. Me di cuenta que son maestros en olvidar los problemas y preocupaciones del momento y saben divertirse y pasarlo bien. Disfruté un montón viviéndolo y grabándolo. Fue una fiesta “chévere”, “de la PitriMitri”. Vean el video y me darán la razón.

Así que me quedé con ganas de volver y volví pero eso ya lo contaré en otra historia.

Como he disfrutado mucho recordando este viaje sólo me queda decir: Gracias Perú, ¡qué lindo eres!

MIS SESENTA Y NUEVE AÑOS

Cuidado con lo que pides al pozo pues se te cumplirá. (Es lo que pone en el cartel)

“Se acercan imperturbables mis sesenta y nueve años aquí sobre la tierra” Así empieza un bello poema de Andrés Aberasturi  que me conmovió y me hizo reflexionar cuando lo oí hace tiempo en la radio (RNE).

Ahora que también se acercan a mí mis sesenta y nueve años he vuelto a escuchar y releer el poema y me identifico con muchos de sus planteamientos.

Sobre todo, como él “quiero un porvenir sencillo un por llegar de esos de todo a cien: contemplar cómo crecen  mis nietos,  que me quieran un poco más los que aún me quieren y sonreír sin inmutarme demasiado,  si a la vida le queda aún alguna bala perdida en la recámara que me apunta directamente al corazón.

Dejo a continuación el audio dónde se puede escuchar al autor recitándolo. Leedlo y escuchadlo, os gustará.

PORVENIR

Se acercan imperturbables, entre estos calores de justicia y algunos sudores fríos, mis sesenta y nueve años aquí sobre la tierra. No está mal cuando, como decía Celaya, ya no se esperan demasiadas cosas personalmente exaltantes. Yo creo que es la hora, el momento, el tiempo justo para empezar a diseñarme un porvenir a mi medida. Nada del otro mundo, claro, ninguna sorpresa capaz de convulsionarme la vida como cuando entonces y a cambio pues una cierta paz conmigo mismo y con las cosas.

Diseñarme un porvenir a estas alturas, inventarme un futuro en el que ya no caben, claro, los incendios, los terremotos en el alma, las noches de palomas y alacranes. Pero al menos que tenga un algo de incierto en estos tiempos tan aburridamente previsibles.

Parece que fue ayer cuando me reinventaba un pasado y ahora necesito con cierta urgencia diseñarme un porvenir. Quiero hacer planes, ponerme metas, desafiarme, aunque sea un poco, pero se ve que no tengo ninguna vocación de Ironman. Cada vez creo, con Javier Krahe, que el Guinness de los récords no es más que un libro de excesos escrito en inglés.

Pues eso que no se trata de proponerse grandes hazañas, ni tan siquiera de encontrar a estas alturas esa bobada mentirosa a la que han dado en llamar «un proyecto de vida». Como si uno pudiera hacer frente a la vida lo que la vida hace improvisando para uno.

No: quiero un porvenir sencillo, un por llegar de esos de todo a cien: contemplar cómo crecen mis nietos, que me quieran un poco más los que aún me quieren y sonreír sin inmutarme demasiado, si a la vida le queda aún alguna bala perdida en la recámara que me apunta directamente al corazón.

¡Qué importante es querer y ser querido!

ADIOS AVECOMA

El pasado 26 de noviembre AVECOMA celebró una Cena de Hermandad a la que fui invitado. Durante la misma se me hizo entrega de una placa en la que me agradecían mi dedicación durante los años que fui presidente de la Asociación.

Por problemas de organización no se me permitió dirigirme a los asistentes para agradecer este reconocimiento.

Reproduzco a continuación las palabras que había preparado para ese momento y reitero mi gratitud para la junta Directiva de AVECOMA y sus asociados.

Buenas noches a todos:

Cuando ya hace tres años dejé mis responsabilidades en AVECOMA sentí emociones contradictorias:

Primero sentí alivio porque mi cabeza se liberó de muchas preocupaciones. Luego inquietud por si no encontraba actividades que ocuparan el tiempo libre del que iba a disponer y  que me resultaran satisfactorias. Y también, por qué no decirlo, temor a que la Asociación que yo había fundado no supiera caminar sin mí.

Afortunadamente hoy puedo decir que  he encontrado maneras de ocupar mi tiempo que, espero lo comprendáis, me producen tanto o más satisfacciones  que cuando lo dedicaba a la Asociación.

También he comprobado que  AVECOMA sigue viva y que la integración con VAP MADRID fue un acierto y que nadie es imprescindible. Gracias Rosa por seguir adelante con las dos Asociaciones y que se mejoren  tus problemas de salud. Has estado siempre al pie del cañón y con la organización de este acto has demostrado que todavía te queda cuerda para rato.

Cuando miro hacia atrás (y los mayores lo hacemos a menudo porque si miramos hacia delante el futuro  es desalentador), cuando miro hacia atrás, repito, me siento contento. Con errores y aciertos he hecho siempre lo que he considerado justo, he defendido los intereses de quien he sido representante y en ocasiones se han conseguido mejoras para los asociados, aunque debo reconocer que menos de las que me hubiera gustado.

Pero como siempre decía la Asociación somos todos, no es sólo el equipo directivo, necesita la implicación de sus miembros y cuando así fue se lograron avances importantes.

Soy consciente de que el sector está en una situación muy difícil, atravesando una crisis profunda pero os animo a seguir modernizando vuestros puntos de venta, diversificad vuestra oferta de servicios y productos  hasta encontrar la viabilidad que necesitáis. Que ayuden los editores y distribuidores, que no pongan trabas y que os den el trato eficaz y correcto que merecéis.

Decía una persona que conocí, que era director de banco, que cuando te jubilabas ya no eras nada, que nadie se acordaba de ti. La próxima vez que le vea le diré que estaba equivocado. Porque vosotros sí os habéis acordado de mí.

 Muchas gracias por ello.

Sólo quería añadir una cosa más. En todos estos años que fui presidente de AVECOMA he encontrado apoyo y colaboración en muchas personas que me han ayudado en esta tarea. Pero hay una persona muy especial para mí, que siempre ha estado a mi lado, que me animaba cuando me sentía desmoralizado y que en las negociaciones con editores y distribuidores ha sido una pieza fundamental para conseguir mejoras para los asociados o que las condiciones no fueran a peor. Esa persona es Tomás Carrascosa Colmenero.

Por eso quiero compartir esta placa  con él y le pido que por favor se acerque para aquí y le deis un fuerte aplauso.

Me dice Tomás que esta placa se me iba a entregar el 14 de marzo de 2020 que era cuando se iba a celebrar la Cena que abortó la pandemia  y que  la ha tenido en su casa todo el tiempo guardada para este momento.

Así que como él ya la he tenido dos y años y medio ahora me toca a mí y me la llevo yo.

Un abrazo para todos y siempre estaré a vuestra disposición.