MI AMIGO MARTIN (II). El Artista

Pedro Montoliú, es cronista oficial de la Villa de Madrid y cuenta en una entrevista en Madridiario que “hasta el año 1952 se vivió en Madrid con racionamiento de alimentos y fuertes restricciones de luz y agua como consecuencia de la llamada ‘pertinaz sequía’. La situación era bastante mala, aunque era mejor que la de los años del hambre de la posguerra. La gente comenzaba a respirar un poco. La clase media lograba ciertos ingresos, a base de trabajar en dos y tres sitios a la vez. La situación mejoró cuando el Gobierno decidió subir los sueldos de forma sensible e introdujo las pagas extraordinarias. En el año 1954 se alcanzaron los niveles económicos existentes antes de la guerra. Habían tenido que pasar casi veinte años para conseguirlo.”

En esos años fue donde pasó mi amigo Martin su adolescencia y juventud. Aunque trabajaba  duro, compatibilizaba el trabajo con sus pinitos en el mundo de la canción.

Con su hermana y dos amigas, vestido de mejicano con 5 años

¿Te gustaba cantar de niño?

De niño siempre cantaba. Era la alegría de las fiestas familiares. Ya cantaba rancheras y me decían que lo hacía muy bien.

Me contaste que habías recibido clases de canto con el Maestro Vela.

Sí y también me dio clases de canto el Maestro  Miguel Rodríguez Algarra, con el que hacía bolos. Éramos un conjunto de artistas que actuábamos en teatros de Madrid y en muchos pueblos de España.  Teníamos hasta un enano que se llamaba  Romerito. Tenía treinta y tantos años, iba con zapatitos de charol, el Diego Valor en la mano y cantaba, bailaba y entretenía al público. Algunos de esos artistas llegaron a ser figuras y se hicieron famosos como Pedrito Rico, Tomas de Antequera etc., aunque otros como a Romerito no le fue bien. Una vez me lo encontré pidiendo limosna por la calle, le saludé pero no le gustó que le reconociera.

Con Angel Echenique en Radio Intercontinental, en el programa «Ruede la Bola».

Según he visto en periódicos de la época, Pedrito Rico era un ídolo de masas a fínales de los 50 y en los años 60.

En aquellos años Pedrito Rico triunfaba en España y en América. Fue cantante bailarín y actor, pues hizo varias películas y llenaba los teatros donde actuaba.  Con Pedrito Rico me ocurrió una anécdota simpática. Cuando ya era muy famoso, iba un día con mi mujer y un matrimonio amigo por la calle Carmen, cerca de Galerías Preciados, que entonces todavía tenía tráfico. Paró un coche y oí que una persona me gritaba: “tanguista, tanguista”. Era Pedrito Rico el que me llamaba. Recordamos viejos tiempos, se lo presenté a las dos señoras y se les caía la baba.

Sonríe con nostalgia y se pone a tararear canciones de Pedrito Rico. Y recita también  la canción de la mecedora:

Compraron la mecedora
en una casa de antigüedades
y estaban a todas horas
por los rincones dale que dale.

Dijeron que la compraron
para la abuela, que estaba mala,
y todos la disfrutaron
menos la pobre, que ya no andaba.

¿O sea que te dedicaste a la canción de forma profesional?

Pues casi. Era también el cantante de la Orquesta Iris y actuábamos en bailes y salas de Madrid. Aunque trabajaba en la joyería y en lo que salía, el tiempo libre que tenía lo dedicaba a ensayar y cantar por esos mundos de dios.

¿Participaste en concursos de radio?

Si en 1954 participaba todos los meses en un programa de la Cadena Ser en Radio Madrid que se llamaba “Conozca usted a sus vecinos”. Estaba presentado por José Fernández Manzano (Ferman) y me daban de premio 20 duros y un chocolate con churros.

En 1956 participe en un programa de Radio España que presentaba Daniel Vindel y su mujer. Se llamaba Los Barrios Cantan. Tengo una foto con ellos cantando en un camión que estaba en la calle Conde Peñalver nº 15. Era un programa que se emitía de Lunes a Viernes y cada día se iban a un barrio de Madrid. Estaba patrocinado por Nutrexpa  y a cada participante nos daban un bote de biscotes  y al que ganaba le daban además 100 pts. y un diploma. Todavía conservo los diplomas que gané .

¿Cuántas veces ganaste? Me enseña sus diplomas y dice:

Pues mira el 15-11-1958 gané el de canción moderna, el 31 de enero de 1959 el de tangos, el 13-06-1959 otra vez el de canción moderna y el 3 de octubre de 1959 el de canción española. Y gané más veces  pero no conservo los diplomas.

¿Pero quizá el programa más famoso en el que participaste fue RUEDE LA BOLA?

Pues sí. Era un programa semanal en Radio Intercontinental que presentaba Angel Echenique, en el que concursábamos artistas noveles interpretando canciones de distintos estilos. Era como la Operación Triunfo de aquellos años. Luego hacíamos galas de las que conservo algunos carteles.

¿Puedo verlos?

Sí. En 1955 participé en un festival en el Parque Móvil, en 1957 participé en un festival en el Teatro Cine Alcalá. El 1 de Agosto de 1959 se celebró en la Plaza de Toros de Vista Alegre un festival artístico, presentado por Angel de Echenique y Manuel Pizarro, grandes locutores radiofónicos de entonces, en el que se nos hacía un homenaje a todos los campeones del concurso Ruede la Bola. Actuamos junto a grandes figuras como Marife de Triana, Jorge Sepúlveda, Tomás de Antequera o Porrinas de Badajoz y mis padrinos artísticos Edmundo Rivero y Jorge Cardoso.

Cartel del Festival en el que cantó como campeón del programa Ruede la Bola, junto a grandes artistas del momento.

El 21 de Agosto también participé en otro festival  de las fiestas de la Paloma presentado por Miguel de los Santos. Y el 23 de Agosto canté en el Teatro Alcalá en un “monstruoso festival artístico” como indicaba el cartel. —y me enseña en efecto los tres carteles  donde aparece su nombre y el de otros artistas junto a los famosos mencionados.

¿Hasta cuándo estuviste cantando?

Hasta 1961 seguí haciendo bolos y participando en programas de Radio. El último concurso que participé se llamaba “Los Mejores del Barrio”, era en la Voz de Madrid y lo presentaba José Luís Uribarri. Por cierto en 1954 José Luis Uribarri me entregó el premio al mejor cantante novel y yo le entregué a él el premio al mejor locutor novel.

“Los Mejores del Barrio” fue el único programa que quedé segundo porque todos los demás los ganaba. Y fue el último no por eso, sino que lo tuve que dejar por amor

Y  asoma una media sonrisa  en su rostro.

En la emisora de radio La Voz de Madrid con José Luis Uribarri.

También eras miembro de una clac. Explícanos qué es eso

La clac era un grupo de personas que asistían a las representaciones teatrales para aplaudir, animar, reír  o llorar según las indicaciones que nos daba el jefe de clac. A cambio los que estábamos fijos entrábamos gratis y cada jefe de clac disponía de entradas para vender con un importante descuento. Cada teatro tenía su clac, que tenía su sede en un bar próximo al teatro.

Yo pertenecía a la clac del desaparecido Teatro Cómico, que estaba en la calle Mariana Pineda, hoy Maestro Victoria, donde se pone Cortylandia. El teatro Cómico se vendió en 1968 para que en el solar se construyeran dependencias del Corte Inglés.

La clac del Cómico estaba en el Postigo San Martin, en casa Domingo que ese era mi jefe de clac. La del Alcázar estaba en la calle Jardines, la del Calderón en La Liebre, etc.

Eso me dio oportunidad de conocer actores famosos del momento como Toni Leblanc . También a Celia Gámez.

En la emisora La Voz de Madrid con Paco Garzón

¿Ibas a verla al teatro?

Sí. De Celia Gámez se decía que era lesbiana aunque ella no lo reconociera. Conocer su edad era el secreto mejor guardado que tenía. Recuerdo un dúo cómico que se llamaba Lepe y Heredia que actuaban en las revistas de Celia Gámez. Hacían un número en el que iban con una lupa en plan detectivesco  y cantaban una canción que decía: «sube que sube si puedes agarrarte a las paredes si se rompe la maroma». Y cuando les encargaban investigar algo difícil decían: «No si cualquier día nos van a decir que averigüemos la edad de la jefa».

¿Llegaste a conocerla?

Sí, en una ocasión la vi en circunstancias insólitas. Mi jefe de la joyería de la calle las Veneras se llamaba Emilio, era gay y se montaba unas fiestas de campeonato con Celia Gámez. Una noche tuvo que prestarle dinero Celia Gámez para pagar seguramente deudas de juego. Por la mañana me mandó a mí a devolver a Celia Gámez el dinero que le había prestado y de regalo una pulsera de las que hacíamos en la joyería. Era en 1954 y fui al Teatro Lope de Vega donde representaba el espectáculo de revista “Dólares”. Llamé al camerino y salió a abrirme Delia que debía ser su asistente.

— ¿Quién es, Delia, quién es?  Se oyó que preguntaba desde dentro.

—Es un pibe que viene de parte de Emilito.

—Ah que pase.

 Y pasé y estaba en una camilla bocabajo, desnuda completamente. Debía estar recibiendo un masaje. Me quedé aturdido por la sorpresa, entregué el sobre y la pulsera, me dieron mi propinilla y salí zumbando.

Me has dicho que en 1961 dejaste el mundo de la farándula

Así fue. Lo dejé y estuve 40 años sin cantar en público.

Bueno pero en Tarancón sí has cantado alguna vez y me han dicho que en los Carnavales eras el «number one».

Alguna vez participé en actos benéficos para recaudar fondos pero fué esporádico. Y eso sí durante las 3 últimas décadas del siglo pasado participé activamente en los Carnavales que se celebraban en Tarancón.

¿Por qué en Tarancón?

Es la ciudad donde nació mi esposa y muchos fines de semana los pasábamos allí. Llegué a tener casa y no miento si digo que he pasado más fines de semana en Tarancón que en mi ciudad, Madrid.

Disfrazado de Doña Croqueta, personaje que hizo famoso el actor y humorista Simón Cabido

He visto fotos tuyas disfrazado y la verdad que también tienes vis cómica

Lo pasábamos muy bien. Me he disfrazado de camarera, de cupletista, de mujer gallega, de cura, de mejicano, de Cantinflas, y muchos otros personajes. Para ello utilizaba ropa de amistades.

¿Abundan los disfraces femeninos en tu colección?

Sí. Pensaba que el contraste resultaba más gracioso. No es que tenga nada que ver con mis ideas «sexólogas». —y ríe con picardía.

¿Y qué hacías después de disfrazarte?

Disfrazado de camarera

Pues iba al desfile y me acercaba a la gente. Por ejemplo cuando me disfracé de camarera les cantaba «Soy la camarera del amor». Y se reían. Otra vez me disfracé de Cantinflas y recordando la película «El Bolero de Raquel iba con mi caja de limpiabotas. Me acerqué al alcalde de Tarancón y le dije imitando a Cantinflas: » Si me permitía que le charroneara los calcos». Y le limpié los zapatos. Mientras se los limpiaba le decía con mi mejor acento mejicano» ¡Ay, excelencia Alcalde, usted me puede buscar un trabajito mejor que éste. Aquí estoy siempre a los pies de la gente.» Y se descojonaban todos.

¿Y después del desfile?

Pues luego participaba en los concursos en las discotecas. El año que me disfracé de Doña Croqueta gané el primer premio en todas. Todos los años me dieron algún premio.

Disfrazado de mejicano con Lupita

¿Y estabas en alguna Peña?

Sí, estaba en la Peña El Mosto, aunque para los disfraces actuaba por mi cuenta y me presentaba a los concursos de forma individual. Esa peña era (no sé si sigue siendo) una de las más importantes. Fue visitada en varias ocasiones por José Bono, cuando era Presidente de Castilla-La Mancha y José María Ruiz Mateos también fue en alguna ocasión.

También me has enseñado recortes de prensa donde apareces disfrazado

Sí, en el Diario de Cuenca me han sacado unas cuantas veces. En alguna ocasión eso ha provocado celos y rencillas.

¿Sí, por qué?

Hombre pues ya sabes lo que pasa en los pueblos, que se molestaban porque no salían los disfraces de las «fuerzas vivas».

También has sido poeta

No exactamente, aunque es verdad que compuse un poema cuando tenía 16 años y me enamoré de una señorita que se metió a monja. Más tarde le puse la música del tango «Sus ojos se cerraron» y lo incorporé a mi repertorio. Se llama «Triste Payador«.

En el Café Iruña con el maestro Efraín. En el video canta Triste Payador, letra del propio Juan José Martín.

¿Pero volviste a cantar?

Sí fue en 2001 que ya estaba jubilado.

¿Cómo fue?

Antes de jubilarme conocí al maestro de bandoneón  Efraín Scheinfeld. Él tocaba en la calle Preciados. Yo pasaba por allí y me paré a escucharlo. En ese momento tocaba el tango” Mano a Mano”  y yo me arranqué a cantar aunque enseguida me paré. El dejó de tocar y me dijo con acento argentino:

—Che, vos “cantás” morocho.

— Yo no he dicho nada— le respondí.

—Sí, sí. Vos “cantás”. “Tenés” que venir a mi peña— y me dio una tarjeta para que fuera a verle. Pero no fui.

Una vez jubilado me crucé con él otra vez en el metro donde tocaba y me reconoció. Me reprochó que no hubiera ido a verle y me insistió para que me uniera a una peña tanguera y cantara con ellos. Así que me animé y todas las semanas nos juntábamos en un bar de Carabanchel a cantar tangos.

Cantando el tango Silencio en la sala Clamores.

Dices que Efraín Scheinfeld es maestro en bandoneón. ¿Qué es un bandoneón?

Es un instrumento parecido al acordeón que se ha convertido en compañero inseparable del tango. Efraim lo tocaba muy bien (había sido discípulo de Aníbal Troilo) y era el alma de la Peña Caminito. El tango sin bandoneón no es tango.

¿Y Efraín es argentino?

Sus padres eran judíos alemanes que huyeron a Argentina cuando él tenía tres años. En 1998 se vino a España.

 Yo  fui a verte cantar una vez al Café Iruña, un local que estaba en la calle Hileras, entre Mayor y Arenal.

Si, conseguimos que el dueño de ese local nos autorizara e íbamos a cantar cada jueves.  Había buenos cantantes y decían que Miguel Angel y yo éramos los mejores.  El cantaba “Por una cabeza” y yo cantaba “el Organito de la tarde”, dos tangos difíciles que nos salían muy bien.  También estaba en la Peña Caminito,  José Ignacio Vallejo-Nágera, padre de Colate, el ex de Paulina Rubio.

Con José Ignacio Vallejo-Nágera, miembro de la Peña tanguera Caminito.

He visto entre los recuerdos que tienes un recorte del suplemento cultural de El Mundo “Metropoli”.

Fui yo el que consiguió que pudiéramos cantar en el Café Iruña y también hablé con un periodista de Metropoli para que nos publicaron una página el 29 de Marzo de 2002. Y el Café Iruña también aparecía en la Guía del Ocio gracias a mis gestiones.

Recuerdo también que fui a verte al  Teatro Pradillo. 

Sí. Actuamos 8 miembros de la peña presentando el espectáculo ILUSION PORTEÑA  y estuvimos  durante 3 días.

Y una vez fui a verte cantar a la Sala Clamores.

Si, fue el 23 de junio de 2002 que hice un homenaje a Carlos Gardel. En esa ocasión canté yo sólo con la Orquesta Recuerdo.

Durante su actuación en la sala Clamores.

Supongo que tendrás muchas anécdotas que te han pasado en tus actuaciones. Cuenta alguna.

 En la calle Juan Bravo, 7 hay  un bar restaurante de lujo llamado Milford,  cerca de la Embajada de Italia. La dueña era una americana,  amiga de José Ignacio Vallejo Nájera,  padre de “Colate” y éste consiguió que pudiéramos cantar en ese local. Una noche estaba yo cantando y en una mesa dos señoras no paraban de hablar y hablar en italiano.  En un momento dado paré de cantar, me acerqué a la mesa y le dije con mi mejor acento argentino: Perdonen, no dejan de platicar y nosotros somos una peña de amigos que venimos a cantar y vienen a vernos y oírnos,  pero si hablan como están hablando ustedes  no podemos”. Y se callaron. Luego me dijeron que eran la mujer del Embajador de Italia y una amiga.

¿Hasta cuándo has estado cantando?

Pues hace unos diez años se disolvió la Peña Caminito. Cuando cerró el Iruña, nos trasladamos a un bar que estaba en Luchana, 23, pero ya no fue igual. Luego murió Miguel Angel , el maestro Efraim se marchó a Israel porque le contrataron para participar en una Misa Criolla, yo enfermé con mi ojo y …

Fueron años bonitos pero como dice la canción de Módulos:

  “TODO TIENE SU FIN”.

ESCUCHAR MAS TANGOS CANTADOS POR JUAN JOSE MARTIN

(Continuará)

MI AMIGO MARTIN (I). La persona

En el Restaurante La Sirena Verde donde mantuvimos la conversación que da pie a esta entrevista

Tuve la suerte de conocer a mi amigo Martín hace 40 años, y nuestra relación en este largo periodo ha pasado por diversas etapas: compañeros de trabajo, colaboradores desde distintas empresas cada uno y amigos de esos que sabes que están ahí cuando los necesitas. Hemos  sabido mantener una relación estrecha pero templada, aplicando el refrán que oí de una persona inteligente: las buenas relaciones para que duren no pueden ser ni tan cerca que te quemes ni tan lejos que te hieles.

Es una persona polifacética, cumplidora en el trabajo y un hombre cabal de los que ya quedan pocos. Ha tenido una vida larga e intensa que merece la pena ser contada, y ese es mi propósito, aún a sabiendas que sólo puedo alcanzar a contar breves retazos de la misma.

En el que fue edificio de la Cámara de la Propiedad, la casa donde vivió toda su niñez y juventud

Lo primero que se aprecia cuando le ves por primera vez es su porte distinguido, siempre enfundado en su traje con corbata y su pícara sonrisa. Cuando le oyes hablar destaca su voz potente de barítono que contrasta con su cuerpo menudo. Su conversación es sobresaliente  y enseguida se da uno cuenta del memorión que posee, ante la retahíla de fechas, datos, lugares y nombres de personas con que completa cualquier relato. Y si todo esto no fuera suficiente además sabe contar chistes como nadie y sabe cantar. Sí, sí, también canta.

Aceptó mi propuesta de escribir sobre su vida  y quedamos a comer en La Sirena Verde, un restaurante de la Gran Vía madrileña, que evoca con su nombre la leyenda sobre la sirena Mariña de la Isla gallega de Sálvora, una historia preciosa que puedes leer AQUI.

Hoy es 8 de Abril de 2021 y Martín no pierde ocasión de recordarme que hace 30 años, el 8 de Abril de 1991 salía el número 1 del periódico Claro, que fue la última empresa en la que trabajamos juntos.

Con sus padres, hermano y hermana. El era el más joven.

Pero ya habrá ocasión de hablar sobre ello. Hoy quiero mostrar a la PERSONA.  

Tu nombre es  Juan José Martín Morales. Martínmorales es un dibujante y humorista gráfico famoso ¿no te han confundido con él?

No, él es un poco más joven que yo. Pero una vez si me confundieron con otro periodista.

¿Cómo fue eso?

Era cuando trabajábamos en el periódico El Mundo y un día en recepción me entregaron una carta dirigida a Martín Morales. Cuando la leí era la queja de un lector que protestaba por el tratamiento que se había dado en una información al colectivo gay. La carta estaba escrita con muy buena “pluma” —sonríe con picardía—. Cuando la devolví,  porque no era para mí, me sentí satisfecho. En El Mundo me conocían más que a ese periodista.

Supongo que a estas alturas no te importa decir la edad, ¿cuántos años tienes?

Este año espero cumplir ochenta y cinco. Nací en Madrid en un hotelito (ahora lo llamaríamos chalecito) de la Ribera del Manzanares  que mi padre compró en 1932. Hoy todavía existe y se encuentra en la calle Lanzada, 16. Nací tres meses después de empezada la Guerra Civil, el 7 de Octubre de 1936. Y tuve que nacer deprisa.

Con su padre y su hermano mayor

¿Cómo deprisa?

Me contó mi madre que tuvo que darse prisa porque durante el parto se presentaron en su casa dos funcionarios del Gobierno que se bajaron de un coche oficial para llevarse a la comadrona pues tenía que atender otro parto por orden del presidente del Gobierno,  Francisco Largo Caballero. –y añade con el buen humor que le caracteriza—si no me llego a dar prisa al nacer, se va la comadrona y me dejan con el culo al aire.

Los años de la posguerra fueron duros ¿Cómo fue tu infancia?

Mis padres tuvieron cinco hijos, yo soy el menor, y aunque mi padre siempre trabajó y no pasamos hambre había mucha escasez.  Mi padre era maestro pero no soportaba al alumnado y se enteró que en la Cámara de la Propiedad Urbana necesitaban cobradores para ir por las casas y lo solicitó. Le hicieron un examen y aprobó. El presumía que había sido el único empleado que había entrado a trabajar en la Cámara por examen. El resto había sido por enchufe.

Pronto ascendió a Ordenanza y nos dieron vivienda en la propia Cámara, en el número 4 de la  Plaza San Martín, por lo que viví muchos años en pleno centro de Madrid.

Pero el sueldo no daba para mucho y había que buscarse la vida a riesgo de perderla como le pasó a mi hermano mayor.

El día de su comunión con su hermana.

¿Qué le pasó?

Cuando terminó la Guerra,  Madrid estaba lleno de bombas que no habían explotado y mi hermano que entonces tenía 11 años, se dedicaba a desactivarlas y venderlas por unas cuantas pesetas. Una de ellas le explotó y le destrozó.  Fue un 16 de Mayo y murió en la Casa de Socorro que había en la calle Navas de Tolosa donde hoy está el chocolate Valor. —Echa mano de su memoria y quizá  para cambiar de tema  dice— coincide que un 16 de Mayo también murió el torero Joselito el Gallo y Lola Flores.

¿Pudiste estudiar?

De niño fui al colegió Huarte San Juan que había en la calle Comandante Fortea y recuerdo que al maestro, Don Felipe Herranz  Herranz le faltaba el dedo meñique, pero eso no le impedía dar unas hostias de campeonato.

Alternaba los colegios según viviera en el hotelito o en la vivienda de la Cámara

También estuve en otro colegio que estaba al lado de la Cámara en lo que hoy es el Restaurante Parrondo. Recuerdo que los maestros eran D. José y D. Victor y la verdad es que aprendí  lo justo. Era un poco vago.

También fui a la Escuela de Artes y Oficios de la calle La Palma a aprender orfebrería. Gracias a eso me pude colocar en talleres de joyería.

Pero yo siempre digo que he estudiado en la Universidad de la calle y no me ha ido mal.

De monaguillo en las Descalzas Reales

He visto unas fotos  en las que estás de monaguillo. ¿Cuándo fue eso?

Con 13 años dejé el colegio y fui monaguillo en las Descalzas Reales. Cuando me presenté al Sacristán me preguntó:

—¿Cómo te llamas?

—Juan José Martín Morales, para servirle a Dios y a usted— y él me contestó:

—A Dios sirve lo que quieras pero yo te voy a dar cada hostia que se te va a encender el pelo. Y cuidadito con el vino.

Así aprendí, a golpes cada vez que me equivocaba. Un día dejaron el vino a mano y cogí una moña de no te menees. Creo que lo hicieron adrede porque ya no volví a beber más de la cuenta.

Ganaba 5 pts diarias más las propinas. Recuerdo una señora que se confesaba cada quince días y me pedía que avisara al cura D. Pedro. Siempre me daba 5 pts de propina.

Pero si hay algo que identifique a Martín es su forma de contar cualquier anécdota llena de datos y demostrando que se conoce Madrid como la palma de la mano. Ahí va una muestra:

También estuve de Monaguillo en el Niño del Remedio, en la calle Arenal, en la calle de los  Donados, según vas hacia Opera, la primera es las Hileras que va a la Cámara (de la Propiedad), la segunda es la calle de los Donados y luego viene Costanilla de los Angeles.  Después viene la Taberna Real, la Plaza de Isabel II, el quiosco de Cándido Henche y si sigues para arriba están los Caños del Peral, que abajo en el metro está el Museo de los Caños del Peral. Luego si te vas hacia la calle Arrieta, que al final está la Iglesia de la Encarnación donde  el 27 de julio se licua la sangre de San Pantaleón. Ahí está la calle Santa Catalina, la calle de Torija, según subes a la izquierda está el Restaurante La Bola, luego más para arriba está la calle Fomento, que sale a la calle del Río, que es paralela a la Plaza de España. En la calle del Río esquina a Fomento  es donde estaba Bodegas Criado, el bar donde se comían las sardinas a la Bon Buplé, que eran lomos de sardinas limpias de espinas a la plancha, encima de una rebanada de pan. Un chato de vino y dos sardinas costaban 3 pesetas. Y se queda tan pancho

Con amigos de juventud

También he visto fotos en las que estás cantando

Mi padre, gracias a las propinas que recibía, me pudo pagar las clases de canto que recibí del Maestro Vela, que era hermano de Luisa Vela, casada con Emilio Sagi. Estos eran los mejores  cantantes de ópera y zarzuela del momento.  La escuela estaba en la calle Gran Vía, 11 por cierto al lado de la sastrería Bustillo de la que se decía: “Qué bien viste Bustillo a su excelencia el Caudillo”. El ingenio popular sacaba a relucir su guasa y  se hacían versos como éste. Igual se hacía con un  almacén de tejidos que había en la calle Atocha, cerca del teatro Calderón, que se llamaba Bobo y Pequeño. : ¿Qué me das si te enseño dónde está Bobo y Pequeño?

Y se contestaba: En el Pardo. Si te pillaban diciendo eso,  al talego.

Con compañeros de la Joyería. Rodeado de dos bellas señoritas.

En aquellos años había que tener cuidado con lo que se decía. Tú me contaste una vez que tu padre había muerto dos veces. ¿Cómo fue eso?

Cuando yo tenía 13 años mi padre murió en el hospital de la Cruz Roja que hay en Reina Victoria 22. Le tenía que operar de próstata el urólogo Dr. Paez  pero le operó el Marqués de Villaverde. Como era quien era, llegaba a un quirófano  y decía “doctor, con su permiso a este enfermo lo opero yo. A ver quién le decía que no al yerno del Caudillo.

Fue el 25-03-1950 le dejo una arteria mal cosida y se desangró. Lo bajaron al depósito de cadáveres. Menos mal que unas monjas que bajaron a rezar al depósito se dieron cuenta que estaba caliente y respiraba. Lo subieron a planta y le hicieron transfusiones de sangre y se recuperó. Localizaron a mi hermano que estaba de guardia haciendo la mili en Cibeles, en el Ministerio del Ejército, para que donara sangre y recuperar así la que le habían puesto a mi padre.

A los tres días, el 28 de Marzo un compañero de sala le contó a mi padre la historia, con todo lujo de detalles. Mi padre impresionado cogió su abrigo y se escapó del hospital y se fue al hotelito. El sólo se curó con polvos de azor y gasas, pero la herida cicatrizó por fuera pero no por dentro y se le salía el paquete. En Agosto tuvieron que operarle de nuevo pero esta vez con resultado satisfactorio. Ya no le operó el Marqués de Villaverde.

Por eso cuento que mi padre murió dos veces, la definitiva fue el  6 de diciembre de 1978, el día que se aprobó la Constitución.

En el servicio militar que lo hizo como voluntario en la base aérea de Getafe.

¿Pero a pesar de ser años duros el buen humor nunca te faltó?

No, eso no puede faltar nunca. Mira tú sabes cómo se dice en chino:

“Afortunado en el juego, desgraciado en el amor».

Si bingo chachi chichi chungo

(Continuará)

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ABRAZAR UN ARBOL

Lo mejor de estar jubilado es que tienes tiempo para hacer casi todo lo que te propones, aunque hay que tener cuidado en no querer abarcar más de lo que puedes, pues no hay nada más incongruente que un jubilado estresado.

Por eso cuando mis hermanas, que son afiliadas de la ONCE, me animaban a colaborar con la ONCE como voluntario tenía mis dudas.

Pero éstas se disiparon cuando contacté con el departamento de Voluntariado y me explicaron las distintas formas de colaboración. Podía participar como Voluntario en el Programa de Acompañamiento, conforme a mi disponibilidad.

Antes de empezar, el aspirante a voluntario recibe una formación en la que se le enseña cómo tratar y guiar a las personas con ceguera o con discapacidad visual grave, además de información sobre la labor que desarrolla la ONCE.

APRENDI los tipos de deficiencias visuales que sufren los afiliados, las enfermedades que las provocan y los requisitos que se exigen para ser afiliado a la ONCE.

APRENDI las técnicas de acompañamiento para saber lo que hacer en las diferentes situaciones que te puedes encontrar al hacer un servicio de guía.

APRENDI cuáles son los errores más frecuentes que cometemos en nuestra relación con las personas con discapacidad visual, siendo el principal no preguntarles qué tipo de ayuda precisan o forzar a recibir una ayuda no deseada.

Evitar la sobreprotección, permitir que hagan las cosas por sí mismas y no generalizar, es decir tratar a cada persona en función de sus deseos y capacidades, son también pautas que se deben seguir.

Es verdad que estas reglas son de sentido común pero en la práctica hay muchas personas que las ignoran.

Me cuenta mi hermana Mari, que una vez escuchó un audiolibro que decía “que abrazar un árbol nos puede hacer sentir muchísimo mejor, que la sensación es única, y que sin duda te hace sentir mucho más cerca de la naturaleza y el entorno que lo rodea”. Y añadía que “A mucha gente le parece una tontería, pero lo cierto es que siempre se ha dicho que abrazar un árbol tiene poderes mágicos”.

Un día iba ella caminando sola con su bastón de invidente por las calles de Móstoles, se acordó del audiolibro y sintió deseos de experimentar la sensación de abrazar un árbol. Con el resto visual que le queda percibió una sombra y se dirigió hacia ella con la intención de comprobar que en efecto era un árbol y poder abrazarlo. No había llegado todavía a su destino cuando oyó una voz masculina que le alertaba diciéndole que no continuara y sintió un tirón del brazo para desviar su trayectoria. Mi hermana Mari, tras el susto inicial, le dio las gracias, esperó que se marchara e intentó de nuevo acercarse al árbol. Cuando estaba a punto de tocarlo oyó de nuevo otra voz, en esta ocasión femenina, que le decía “para, para, por ahí no” y sintió cómo la retenían del brazo otra vez y la empujaban lejos de su objetivo.

Probó fortuna en dos ocasiones más en diferentes lugares y siempre se produjo la misma situación. Con cierta frustración renunció a volver a intentarlo.

Cuando me lo contaba le pregunté que por qué no había advertido a esas personas tan “protectoras” de sus verdaderas intenciones y me dijo que no se atrevió, porque sentía un poco de vergüenza y no quería hacer sentir mal a los bienintencionados transeúntes.

Le dije que no se preocupara, que yo la acompañaría para que pudiera abrazar todos los árboles que quisiera. Y eso hicimos hace unos días en el parque Finca Liana de Móstoles, como se muestra en las fotos adjuntas.

Lo que sintió al realizar esta experiencia queda para su intimidad pero amigo lector, si observa en la calle a una persona con bastón blanco, que se dirige con paso firme hacia un árbol, no le frene en seco, ofrézcale ayuda y pregúntele primero porque a lo mejor lo que quiere es ABRAZAR UN ARBOL. 

YO TAMBIEN FUI BOMBERO

Hace unos días visité el Museo de San Isidro en Madrid. Es una visita interesante que recomiendo, pues se aprende mucho sobre los orígenes de Madrid. Está ubicado en la que, según la tradición, fue la casa donde San Isidro vivió y murió y la apertura del Museo ha permitido recuperar la costumbre de la visita al Pozo del Milagro (situado junto al patio), donde según cuenta la tradición, San Isidro salvó a su hijo de morir ahogado al hacer subir las aguas hasta el brocal.

Imagen tomada del blog ReliArtes

Contemplando el pozo me vinieron a la memoria los recuerdos de la casa donde vivíamos cuando llegamos a Madrid en 1960. También tenía un patio, aunque sin vallar durante los primeros años, y había un pozo profundo con agua que aunque no era potable, usábamos para fregar, limpiar, regar etc.  

También me vino a la memoria el día en que al ir a sacar agua del pozo escuchamos unos aullidos lastimeros procedentes del interior del mismo. Recuerdo que era domingo por la mañana porque se encontraban en casa mi padre y mi hermano Manolo.

Avisados mis padres descubrimos que era un gato, nuestro gato, el que maullaba desde el fondo del pozo. ¿Cómo se habrá caído? Nos preguntábamos todos, ¿Y ahora qué hacemos?

Poco a poco se fueron acercando vecinos y comentaban que “el gato no se podía haber caído sólo, porque la tapa estaba cerrada y que habría sido alguien con mala leche.” Otra vecina dijo que había oído al vecino de la casa de arriba renegar sobre el gato y que creía que había sido el autor de semejante maldad. Era un viejo gruñón y todos pensamos que había sido él.

Imagen del pozo que se encuentra en el Museo de San Isidro de Madrid

En aquellos momentos nos hubiera venido bien un milagro pero no nos dio por rezar, San Isidro no estaba cerca y era poco probable conseguir que el agua subiera hasta el brocal para que pudiéramos coger el gato con facilidad.

“Hay que sacarlo porque si se ahoga se corrompe el agua y ya no vamos a poder usarla”, decía mi padre.

Tras varios intentos infructuosos para que el gato se metiera en el cubo que le acercábamos soltando la cuerda, mi hermano Manolo dijo que la mejor solución era meter a un niño, que pesa menos, bien atado para que saque el gato. Pensaron en mi hermano Pepe que era el más pequeño pero mi madre se negó porque era demasiado pequeño. Entonces todas las miradas se dirigieron a mí preguntándome si me atrevía a meterme en el pozo. Yo tendría 8 ó 9 años y tras unos instantes de duda dije que sí. Recuerdo cómo se aceleró mi corazón, pero no podía negarme.

En esta foto de la comunión de mi hermano Pepe yo tenía 10 años.

Me quedé descalzo y en bañador, ataron una cuerda gruesa a mi cuerpo y poco a poco me fueron bajando hasta el fondo del pozo. Yo confiaba en mi padre y en mi hermano Manolo que eran los que sujetaban la cuerda, ayudados también por otros vecinos. Estaba muy oscuro y sólo cuando ya estaba cerca del agua vi al gato que se había resguardado en una hendidura de la pared, ligeramente por encima del nivel del agua. Lo tomé, lo apoyé sobre mi hombro y grité para que nos subieran a los dos. Cuando vi la luz, salí del pozo  y escuché los aplausos de los congregados, sonreí satisfecho y APRENDI que vencer el miedo tiene su recompensa. Ni siquiera reparé en los arañazos que el gato había hecho sobre mi hombro desnudo.

Los bomberos rescatando a un perro que había caído a un pozo

Cuando el otro día vi en televisión que los bomberos habían rescatado a un perro que había caído a un pozo y me fijé en la cantidad de personas que participaron, su uniforme, el casco, la grúa y las herramientas que emplearon para el rescate, pensé que nosotros hicimos lo mismo con muchos menos medios.

Y a eso me refiero cuando digo que por una vez, YO TAMBIEN FUI BOMBERO.

COCINAR ES FACIL

Sin horno de leña es difícil hacer un cochinillo asado así.

Mi padre decía que para comer sólo hacen falta dos cosas: tener hambre y comida.

Esta reducción simplista se entiende por los tiempos que le tocó vivir pero hoy no podemos prescindir de ponerle más calificativos al término comida: apetecible, sabrosa, saludable, variada, etc. etc.

Debo reconocer que la cocina nunca ha sido una de mis grandes aficiones. Me refiero a cocinar porque comer cosas ricas, eso siempre me ha gustado.

Las circunstancias de la vida propiciaron que no tuviera que dedicarme a ello pues cuando dejé la casa de los padres, la que fue mi esposa se convirtió en una muy buena cocinera. Por eso nunca necesité meterme en la cocina y las contadas veces que lo hice fueron un rotundo fracaso.

Si compras el marisco ya cocido, esto si que es FACIL.

Cuando empecé a vivir sólo, hace 10 años, pensé que no necesitaba cocinar pues seguiría comiendo el menú de cualquier restaurante próximo a mi trabajo  y para las cenas y fines de semana los platos preparados eran mi mejor recurso.

Sin embargo la familia y los amigos me insistían para que cocinara, que era mucho más saludable. Además siempre añadían COCINAR ES FACIL.

La verdad es que con el tiempo me cansé de los platos preparados y de la comida de los restaurantes y me dije. ¿Por qué no? Voy a aprender a cocinar, si todo el mundo dice que COCINAR ES FACIL.

Una paella de encargo también resulta apetecible.

Así que manos a la obra. Me compré una olla Super rápida, la revista Cocina Fácil y me puse a buscar recetas en internet que se adaptaran a mis gustos.

Lo primero que descubrí es que en las recetas de cocina hay palabras que no significan lo que tú crees y otras que directamente no sabes lo que es. Así que es importante aprender primero el vocabulario de cocina y conocer el significado de palabras como caramelizar, brasear, blanquear, papillote, desglasar, desleir, pochar, asustar, reducir, juliana, fumet, pellizco etc. Por eso concluí que es mejor leer la receta el día anterior para evitar sorpresas y preparar los ingredientes con antelación. PERO COCINAR ES FACIL

Cientos de recetas en LECTURAS COCINA FACIL

Con el nombre de algunos ingredientes también hay que tener cuidado, pues a veces un mismo alimento se le llama de distintas formas y no lo encuentras en el super. A mí me ha pasado con el sésamo, el jarrete, la berza y con los huesos para caldo que todavía no consigo hacer coincidir los que encuentro en el super y los que me ponen en las recetas. PERO COCINAR ES FACIL.

Otra cosa que hay que tener en cuenta es que hay recetas de mala calidad pues en algunas la  cantidad y peso de los ingredientes no están debidamente proporcionados. Todavía recuerdo cuando quise hacer un puchero y no me cabían en la olla la cantidad de ingredientes que me indicaba la receta. ¿Y ahora qué hago? ¿Qué dejo fuera? ¿O tengo que volver a sacar todo e ir echando la mitad de cada cosa? Lo que hice fue romper la receta y marcarla como indeseable. También pasa que algunas recetas son tan largas y dan tantas explicaciones que se olvidan de explicar paso a paso el orden de ejecución. Para los que ya tenemos déficit de memoria y necesitamos leer lo siguiente después de cada paso, las explicaciones excesivas intercaladas son un obstáculo. Pero COCINAR ES FACIL.

La tortilla de patatas es un clásico que hay que preparar. Esta estaba buena.

Otra cuestión que es importante son la intensidad del fuego y el tratamiento dentro de la sartén o cacerola. Son aspectos que en muchas recetas no se explican o se explican de forma ambigua y no es fácil acertar. Cuando te dicen que le des la vuelta cuando ya esté hecho y tú no sabes si ya está hecho, tienes un problema. Cuando te dicen que añadas algo, si te lo pide el plato, tienes un problema porque no sabes cuando el plato te pide. Cuando te dicen que pruebes y rectifiques de sal y pruebas y está salado y no te dicen como rectificar, tienes un problema. PERO COCINAR ES FACIL.

Para facilitar las cosas todas las recetas te indican los tiempos de elaboración en cada paso pero tampoco te puedes fiar. Son tiempos aproximados, porque influye el nivel del fuego, la calidad y frescura del alimento, etc. Así que si ves que se está quemando y todavía le faltan 5 minutos según la receta,  mejor lo apartas del fuego. Más tiempo de fuego no mejora el resultado. Que me lo digan a mí. Lo mejor es probarlo siempre antes. Claro que si eres como yo, que siempre he odiado la comida demasiado caliente, lo de probar no es un plato de gusto. Me cuesta averiguar el sabor de un plato con la lengua achicharrada. Pero COCINAR ES FACIL.

Este arroz recibió el aprobado. A veces salen bien las cosas.

Y si al final te sobra o te falta algún ingrediente no te preocupes. Igual que cuando desarmas un aparato y al volverlo a armar te sobran piezas y si funciona no hay problema. Pues lo mismo cuando te sobre o te falte algún ingrediente si se puede comer el plato que has preparado no hay problema. Eso sí revisa la receta para comprobar donde está el fallo y que no te pase de nuevo. Yo me he encontrado bastantes recetas que te incluyen ingredientes y luego no te dicen cuando usarlos.

Por eso concluyo que para ser un buen cocinero o cocinera se necesitan cualidades, conocimiento y experiencia.

Pero no hay que desanimarse. COCINAR ES FACIL

ARTACHO Y ADJUNTOS

Imagen obtenida en www.misapellidos.com

A los Artacho nos gusta nuestro apellido. Suena bien, no es frecuente, y nos hace sentir diferentes. Es más fácil que nos recuerden y “según concluye un estudio realizado por científicos de las Universidades de Alicante, Murcia y la Carlos III de Madrid, las personas con apellidos poco comunes tienen más posibilidades de tener éxito social que las que tienen nombres de familia usuales”.

Y eso que a veces nos encontramos en situaciones incómodas, como cuando nos cambian el apellido en comercios, agencias o al realizar trámites de cualquier tipo. Yo me he encontrado en albaranes, facturas y hasta en algún documento oficial Altacho, Artucho, Arteche, Arpacho y un sinfín de palabras más que sería largo enumerar. Por más intentos que hago de deletrear bien el apellido, sobre todo por teléfono, en muchas ocasiones me encuentro con el apellido alterado.

También es frecuente que te pidan explicaciones sobre su origen y en mi caso como soy Artacho Artacho algunas personas me comentan “qué casualidad, un apellido tan raro y encima repetido” y se quedan mirando esperando una explicación. Yo les sonrío con mi mejor falsa sonrisa y les digo “ya ve”.

Claro que si me preguntan si se escribe con hache o sin hache, vuelvo a sonreír y les contesto: “con hache porque si no, sería ARTACO”.

El mejor exponente de lo orgullosos que nos sentimos de nuestro apellido es sin duda el primo Pepe de la Tía Vitoria de Gerona. Todavía recuerdo con simpatía la última vez que nos vimos, que no se cansaba de repetir ¡¡¡Artachos, bien!!!,  ¡¡¡Artachos, bien!!!, ¡¡¡Artachos, bien!!!.

En un viaje a Munich para celebrar el 60 cumpleaños de mi hermano Pepe, nos juntamos un nutrido grupo de Artacho, acompañados de sus parejas. Allí escuché en varias ocasiones como Domingo, el marido de mi sobrina Irene, acuño la palabra ADJUNTOS, cuando quería referirse a los que no eran Artacho.

A veces cuando se creaban corrillos en el que los hermanos contábamos nuestras batallitas y los que no eran Artacho corrían el riesgo de bostezar, Domingo, con el buen humor que le caracteriza decía: “Los Adjuntos que se vengan para acá”, y formaban un nuevo corrillo, sin duda más divertido para ellos.

Pero no quiero que este sentimiento de aprecio a nuestro apellido se pueda malinterpretar y que alguien pueda pensar que nos consideramos mejores.

Por eso hoy quiero destacar a esas personas que acompañan a los ARTACHO. Son mujeres y hombres que en la mayoría de los casos han sabido complementar con sus parejas. Que han apreciado las capacidades de los ARTACHO, pero también han aceptado nuestras carencias. Son personas que cuando es necesario hablan por nosotros favoreciendo la comunicación, que preguntan cuando no preguntamos, que nos comprenden, que están pendientes de aquello que se nos olvida, que alegran nuestras fiestas y reuniones, en definitiva que los ARTACHO seríamos peores personas sin ellas.

Es por lo que termino este escrito diciendo: VIVAN LOS ADJUNTOS

CUATRO BODAS DE UN FUNERAL

Mi madre falleció en 2010 y mi padre en 2012. Tras el fallecimiento de mi padre algunos pensábamos que, al desaparecer el nexo que nos unía a todos, podría llegar a enfriarse la relación familiar, sobre todo entre los que vivíamos más alejados.  

Además no veíamos en el horizonte próximo ningún acontecimiento extraordinario como una boda o similar que pudiera volver a reunirnos a todos juntos. La última boda había sido la de Susana en 2002 y de eso ya hacía diez años. Los candidatos que la seguían no mostraban ningún interés por dar ese paso y cada vez que se les preguntaba decían: ¿eh?, ¡uf!

Por eso durante los trámites legales para el reparto de la herencia, todos los hermanos acordamos reservar  un dinero para juntarnos todos los miembros de la familia (hijos, nietos, biznietos y adjuntos),  compartiendo una comida. Estábamos seguros que los abuelos lo hubieran aprobado y estarían felices,  pues siempre disfrutaban mucho cuando nos reuníamos todos.

La comida se celebró y a ella asistieron casi todos los invitados. (Creo recordar que sólo faltó Domingo, el novio de Irene que se encontraba trabajando fuera de España). Si no he errado en la cuenta asistimos 33 personas y la comida transcurrió en un ambiente alegre y festivo. A los postres hicimos un brindis y una breve alocución recordando a los abuelos fallecidos y la emoción puso un nudo en la garganta de algunos.

Tras el brindis, pidió la palabra mi sobrina Mari Paz y nos anunció de forma solemne pero con una gran sonrisa que al año siguiente se casaba. Aplausos y gritos de júbilo fue la reacción que provocó dicho anuncio. Por fin una boda en la familia.

A continuación mi hija Vanesa pidió la palabra y, sin dar tiempo a las señoras para que fueran pensando qué traje se iban a poner, anunció que ella también se casaba al año siguiente. Nuevamente los aplausos, los gritos de júbilo y las risas se adueñaron del local. Si estábamos penando por bodas pues ya teníamos dos.

Pero aquí no acaba la historia, cuando estábamos asimilando que se nos presentaba un año “movidito” con dos bodas a la vista, mi hijo Juan Carlos anuncia que él también se casaba al año siguiente.  Tras la sorpresa inicial otra vez las risas, los aplausos, los parabienes y alguna cara de incredulidad. ”Esto ya es demasiado. Si me lo cuentan no me lo creo, tres bodas en el mismo año”, se oía decir.

Es fácil imaginarse el ambiente tras estos anuncios, todos en corrillos, hablando y riendo. De repente se oyen gritos de nuevo y voces pidiendo silencio. Entonces mi hermano Manolo anuncia que él también se casaba el año que viene.

Dejo a la imaginación del lector que se haga una idea de la situación, pues ya no encuentro palabras para describirla. CUATRO BODAS,  CUATRO BODAS, CUATRO BODAS, CUATRO BODAS.

En efecto en 2013 se celebraron las cuatro bodas y pudimos contarlo. Bueno yo lo cuento ahora y todavía me sonrío.

MI HERMANO MANOLO

Nació en Antequera (Málaga), el 22 de Febrero de 1939, aunque en su DNI aparecía como fecha de nacimiento el 2 de Marzo. Nació en la casa familiar, como nacían en aquella época la mayoría de los niños y tardaron más de la cuenta en inscribirlo en el Registro Civil. Para librarse de la multa le cambiaron su fecha de nacimiento.

Su infancia y adolescencia fue muy dura. Como se suele decir, si duras son las guerras más duras son las posguerras. Además fue el primer hijo y en aquellos años a los padres noveles se les decía que a los niños había que criarlos con el pan en una mano y la vara en la otra.

Mi hermana Mari todavía recuerda los golpes que le daban por hacer las travesuras propias de la niñez. Con 10 años el padre se lo llevó al cortijo para que echara una mano, pues faltaba demasiadas veces al colegio y eso no podía ser. Allí aprendió a leer y a escribir de la mano de un cortijero de Mollina que sentía compasión por él.

La gran diferencia de edad con sus hermanos menores varones le impidió compartir con nosotros vivencias y aficiones. Le veíamos como un segundo padre y en algunas  ocasiones pretendió ejercer ese rol.

Cuando se enteró que iba a nacer Carlos, el benjamín de la familia, se llevó un gran disgusto porque sentía vergüenza. Su novia Antonia, la que sería su mujer,  contaba que le dio la noticia en estos términos:

 —Tengo que darte una terrible noticia de mis padres—dijo en tono apesadumbrado.

— Mi madre está embarazada— añadió tras una pausa

—¿Y cuál es el problema?¿Acaso no es de tu padre?—le respondió ella

—Pues claro que es de mi padre. ¿Pero tú ves normal que con la edad que tiene mi madre se haya quedado embarazada?

—Pues tener hijos en el matrimonio yo lo veo normal—le contestó, zanjando la conversación.

Corría 1963, mi madre tenía entonces 45 años y mi hermano 24. La educación sexual que había recibido hasta entonces era nula y todo lo relacionado con el sexo era pecaminoso.

Cuando pienso en él veo a un hombre luchador y sufridor. Luchó para superarse en la vida y conseguir lo mejor para que no les faltara nada a su mujer y sus hijos. Y lo logró.

Pero también sufrió mucho. Se sentía menos querido por sus padres y hermanos y ese sentimiento le alejaba de los hermanos. Su mujer estaba delicada de salud y con demasiada frecuencia debían acudir a médicos y hospitales.

Cuando se jubiló se le veía feliz, dedicaba parte del tiempo a sus aficiones y nos enseñaba con orgullo sus creaciones de marquetería. Fue un magnífico abuelo y sus nietos le adoraban.

Pero la vida fue cruel con él. Cuando enviudó llegó el cáncer. Y siguió luchando. “No voy a permitir que me lleve sin luchar”, me decía. Y así estuvo 5 años. Luchando y sufriendo hasta el último minuto. Menos mal que tuvo a su lado a Agueda , una mujer valiente que fue su sostén en esos duros años. “Sin ella no hubiera aguantado tanto” nos decía a los hermanos.

Hace seis años que se fue y sirvan estas líneas para recordarle con cariño.

P.D. El pasado 5 de Diciembre de 2020 falleció Agueda, la que fue su compañera durante los cinco últimos años de su vida. Descanse en paz.

COMO CAMBIAN LOS TIEMPOS

En esta foto del 7 de Octubre de 1967 el único que falta soy yo que ya me había ido a estudiar a Córdoba

Desde que Levi Hutchins, relojero norteamericano, inventó el despertador en 1787 ha llovido mucho. Hasta entonces la luz del sol o el gallo madrugador eran el método más usado para pasar del dulce sueño a la dura realidad.

Ahora simplemente con decir buenas noches los altavoces inteligentes te dicen el tiempo, te recuerdan tu agenda, te preguntan a qué hora quieres que te despierten y te desean buenas noches.

Con sólo decir buenas noches te ayuda a organizar tu vida.

Recuerdo cuando era niño que en mi casa para despertar por la mañana había un reloj con una potente campana. Todas las noches era el  mismo ritual; mi padre le daba cuerda al reloj y actualizaba, si era necesario, la hora a la que debía sonar. Por la mañana el ruido infernal de la campana sonaba de forma interminable y mi padre no lo paraba hasta que se levantaban los que tenían que ir a trabajar. (Si no me crees que el sonido era infernal visualiza el video y verás y oirás que no miento).

Comprueba el sonido de la campana y entenderás por qué el reloj es inolvidable.

Cuando llegaron los primeros despertadores a pilas, el reloj fue quedando en desuso y se quedó como un elemento más de decoración en aquel mueble lleno de fotos y de recuerdos.

Con el paso del tiempo mi odio al reloj se transformó en apego y recuerdo que le dije a mi madre que no se desprendiera del reloj, que lo quería para mí y que era la única herencia que deseaba. Mi madre me contó que ese reloj fue un regalo de su padrino Enrique Campos que lo había montado en 1925 y con los datos que me dio escribí una nota que pegué en la base del reloj. Cuando me fui de casa mis padres me entregaron el reloj y todavía permanece expuesto en un rincón de mi casa.

El otro día me fijé en el reloj y al levantarlo descubrí la nota que tenía pegada en la base y que ya no recordaba, la despegué, la desdoblé y al leerla me vinieron estos recuerdos que he relatado y pensé, como decían nuestros mayores “Cómo cambian los tiempos”

70 AÑOS

El 1 de noviembre de 2019 mi hermana Carmen cumplió 70 años. “casi ná”. Y lo bueno es que los demás vamos detrás (bueno alguna va delante). Quiso celebrarlo por todo lo alto y nos invitó a parte de la familia y a algunos amigos a una fiesta que resultó entrañable. Es que 70 años no se cumplen todos los días.

Sus hijas, Susana y Mari Paz nos pidieron a todos los asistentes que le hiciéramos un regalo especial, escribiendo un breve texto, acompañado de una foto, relatando sentimientos o experiencias de nuestra vida, inspiradas en nuestra relación con Carmen. Con esos textos confeccionaron un libro que le fue entregado en la fiesta.

Se leyeron alguno de esos textos y las emociones brotaban por doquier pues se percibía que salían del corazón.

Con su permiso reproduzco mi escrito y la foto que le acompañaba.

Hola hermanita:

Leí una vez que los lazos de la infancia se sueltan cuando emprendemos nuestra vida adulta y nos alejamos del entorno familiar; el tiempo que todo lo suaviza y tempera nos permite reanudarlos al cabo de los años y potenciarlos con mayor firmeza«.

Pues sí eso es lo que me ha pasado contigo, que tras muchos años de relaciones templadas estamos viviendo ahora con mayor intensidad esa relación fraternal que siempre ha existido.

Siempre te he visto diferente a los demás hermanos y llegué a pensar y decir que tú no parecías Artacho. Pero en el viaje que hicimos sólos y juntos a Benidorm a pasar una nochevieja con Carlos, Pepe y otros miembros de la familia, me di cuenta que claro que

eres Artacho y que las diferencias que yo percibía en ti mejoraban  a los Artacho.

Porque tu inconformismo, tu curiosidad y la ingenuidad que desprendes en muchas ocasiones lo combinas muy bien con  la paciencia, la generosidad, el saber escuchar y la serenidad que yo atribuyo a los Artachos.

Decía Confucio que “Todos tenemos dos vidas. La segunda empieza cuando nos damos cuenta de que tenemos sólo una.  Yo sé que ya hace mucho tiempo que estás viviendo tu segunda vida, porque como Sabina, no cumples 70 años. Cumples treinta más cuarenta

Nací detrás de ti, crecí detrás de ti y en otras facetas de la vida he seguido tus pasos. Por eso he elegido esta foto para que sepas que siempre estaré detrás de ti, por si me necesitas.

DETRAS DE TI

Muchas felicidades en tu cumpleaños.

Rafa