MI AMIGO MARTIN (I). La persona

En el Restaurante La Sirena Verde donde mantuvimos la conversación que da pie a esta entrevista

Tuve la suerte de conocer a mi amigo Martín hace 40 años, y nuestra relación en este largo periodo ha pasado por diversas etapas: compañeros de trabajo, colaboradores desde distintas empresas cada uno y amigos de esos que sabes que están ahí cuando los necesitas. Hemos  sabido mantener una relación estrecha pero templada, aplicando el refrán que oí de una persona inteligente: las buenas relaciones para que duren no pueden ser ni tan cerca que te quemes ni tan lejos que te hieles.

Es una persona polifacética, cumplidora en el trabajo y un hombre cabal de los que ya quedan pocos. Ha tenido una vida larga e intensa que merece la pena ser contada, y ese es mi propósito, aún a sabiendas que sólo puedo alcanzar a contar breves retazos de la misma.

En el que fue edificio de la Cámara de la Propiedad, la casa donde vivió toda su niñez y juventud

Lo primero que se aprecia cuando le ves por primera vez es su porte distinguido, siempre enfundado en su traje con corbata y su pícara sonrisa. Cuando le oyes hablar destaca su voz potente de barítono que contrasta con su cuerpo menudo. Su conversación es sobresaliente  y enseguida se da uno cuenta del memorión que posee, ante la retahíla de fechas, datos, lugares y nombres de personas con que completa cualquier relato. Y si todo esto no fuera suficiente además sabe contar chistes como nadie y sabe cantar. Sí, sí, también canta.

Aceptó mi propuesta de escribir sobre su vida  y quedamos a comer en La Sirena Verde, un restaurante de la Gran Vía madrileña, que evoca con su nombre la leyenda sobre la sirena Mariña de la Isla gallega de Sálvora, una historia preciosa que puedes leer AQUI.

Hoy es 8 de Abril de 2021 y Martín no pierde ocasión de recordarme que hace 30 años, el 8 de Abril de 1991 salía el número 1 del periódico Claro, que fue la última empresa en la que trabajamos juntos.

Con sus padres, hermano y hermana. El era el más joven.

Pero ya habrá ocasión de hablar sobre ello. Hoy quiero mostrar a la PERSONA.  

Tu nombre es  Juan José Martín Morales. Martínmorales es un dibujante y humorista gráfico famoso ¿no te han confundido con él?

No, él es un poco más joven que yo. Pero una vez si me confundieron con otro periodista.

¿Cómo fue eso?

Era cuando trabajábamos en el periódico El Mundo y un día en recepción me entregaron una carta dirigida a Martín Morales. Cuando la leí era la queja de un lector que protestaba por el tratamiento que se había dado en una información al colectivo gay. La carta estaba escrita con muy buena “pluma” —sonríe con picardía—. Cuando la devolví,  porque no era para mí, me sentí satisfecho. En El Mundo me conocían más que a ese periodista.

Supongo que a estas alturas no te importa decir la edad, ¿cuántos años tienes?

Este año espero cumplir ochenta y cinco. Nací en Madrid en un hotelito (ahora lo llamaríamos chalecito) de la Ribera del Manzanares  que mi padre compró en 1932. Hoy todavía existe y se encuentra en la calle Lanzada, 16. Nací tres meses después de empezada la Guerra Civil, el 7 de Octubre de 1936. Y tuve que nacer deprisa.

Con su padre y su hermano mayor

¿Cómo deprisa?

Me contó mi madre que tuvo que darse prisa porque durante el parto se presentaron en su casa dos funcionarios del Gobierno que se bajaron de un coche oficial para llevarse a la comadrona pues tenía que atender otro parto por orden del presidente del Gobierno,  Francisco Largo Caballero. –y añade con el buen humor que le caracteriza—si no me llego a dar prisa al nacer, se va la comadrona y me dejan con el culo al aire.

Los años de la posguerra fueron duros ¿Cómo fue tu infancia?

Mis padres tuvieron cinco hijos, yo soy el menor, y aunque mi padre siempre trabajó y no pasamos hambre había mucha escasez.  Mi padre era maestro pero no soportaba al alumnado y se enteró que en la Cámara de la Propiedad Urbana necesitaban cobradores para ir por las casas y lo solicitó. Le hicieron un examen y aprobó. El presumía que había sido el único empleado que había entrado a trabajar en la Cámara por examen. El resto había sido por enchufe.

Pronto ascendió a Ordenanza y nos dieron vivienda en la propia Cámara, en el número 4 de la  Plaza San Martín, por lo que viví muchos años en pleno centro de Madrid.

Pero el sueldo no daba para mucho y había que buscarse la vida a riesgo de perderla como le pasó a mi hermano mayor.

El día de su comunión con su hermana.

¿Qué le pasó?

Cuando terminó la Guerra,  Madrid estaba lleno de bombas que no habían explotado y mi hermano que entonces tenía 11 años, se dedicaba a desactivarlas y venderlas por unas cuantas pesetas. Una de ellas le explotó y le destrozó.  Fue un 16 de Mayo y murió en la Casa de Socorro que había en la calle Navas de Tolosa donde hoy está el chocolate Valor. —Echa mano de su memoria y quizá  para cambiar de tema  dice— coincide que un 16 de Mayo también murió el torero Joselito el Gallo y Lola Flores.

¿Pudiste estudiar?

De niño fui al colegió Huarte San Juan que había en la calle Comandante Fortea y recuerdo que al maestro, Don Felipe Herranz  Herranz le faltaba el dedo meñique, pero eso no le impedía dar unas hostias de campeonato.

Alternaba los colegios según viviera en el hotelito o en la vivienda de la Cámara

También estuve en otro colegio que estaba al lado de la Cámara en lo que hoy es el Restaurante Parrondo. Recuerdo que los maestros eran D. José y D. Victor y la verdad es que aprendí  lo justo. Era un poco vago.

También fui a la Escuela de Artes y Oficios de la calle La Palma a aprender orfebrería. Gracias a eso me pude colocar en talleres de joyería.

Pero yo siempre digo que he estudiado en la Universidad de la calle y no me ha ido mal.

De monaguillo en las Descalzas Reales

He visto unas fotos  en las que estás de monaguillo. ¿Cuándo fue eso?

Con 13 años dejé el colegio y fui monaguillo en las Descalzas Reales. Cuando me presenté al Sacristán me preguntó:

—¿Cómo te llamas?

—Juan José Martín Morales, para servirle a Dios y a usted— y él me contestó:

—A Dios sirve lo que quieras pero yo te voy a dar cada hostia que se te va a encender el pelo. Y cuidadito con el vino.

Así aprendí, a golpes cada vez que me equivocaba. Un día dejaron el vino a mano y cogí una moña de no te menees. Creo que lo hicieron adrede porque ya no volví a beber más de la cuenta.

Ganaba 5 pts diarias más las propinas. Recuerdo una señora que se confesaba cada quince días y me pedía que avisara al cura D. Pedro. Siempre me daba 5 pts de propina.

Pero si hay algo que identifique a Martín es su forma de contar cualquier anécdota llena de datos y demostrando que se conoce Madrid como la palma de la mano. Ahí va una muestra:

También estuve de Monaguillo en el Niño del Remedio, en la calle Arenal, en la calle de los  Donados, según vas hacia Opera, la primera es las Hileras que va a la Cámara (de la Propiedad), la segunda es la calle de los Donados y luego viene Costanilla de los Angeles.  Después viene la Taberna Real, la Plaza de Isabel II, el quiosco de Cándido Henche y si sigues para arriba están los Caños del Peral, que abajo en el metro está el Museo de los Caños del Peral. Luego si te vas hacia la calle Arrieta, que al final está la Iglesia de la Encarnación donde  el 27 de julio se licua la sangre de San Pantaleón. Ahí está la calle Santa Catalina, la calle de Torija, según subes a la izquierda está el Restaurante La Bola, luego más para arriba está la calle Fomento, que sale a la calle del Río, que es paralela a la Plaza de España. En la calle del Río esquina a Fomento  es donde estaba Bodegas Criado, el bar donde se comían las sardinas a la Bon Buplé, que eran lomos de sardinas limpias de espinas a la plancha, encima de una rebanada de pan. Un chato de vino y dos sardinas costaban 3 pesetas. Y se queda tan pancho

Con amigos de juventud

También he visto fotos en las que estás cantando

Mi padre, gracias a las propinas que recibía, me pudo pagar las clases de canto que recibí del Maestro Vela, que era hermano de Luisa Vela, casada con Emilio Sagi. Estos eran los mejores  cantantes de ópera y zarzuela del momento.  La escuela estaba en la calle Gran Vía, 11 por cierto al lado de la sastrería Bustillo de la que se decía: “Qué bien viste Bustillo a su excelencia el Caudillo”. El ingenio popular sacaba a relucir su guasa y  se hacían versos como éste. Igual se hacía con un  almacén de tejidos que había en la calle Atocha, cerca del teatro Calderón, que se llamaba Bobo y Pequeño. : ¿Qué me das si te enseño dónde está Bobo y Pequeño?

Y se contestaba: En el Pardo. Si te pillaban diciendo eso,  al talego.

Con compañeros de la Joyería. Rodeado de dos bellas señoritas.

En aquellos años había que tener cuidado con lo que se decía. Tú me contaste una vez que tu padre había muerto dos veces. ¿Cómo fue eso?

Cuando yo tenía 13 años mi padre murió en el hospital de la Cruz Roja que hay en Reina Victoria 22. Le tenía que operar de próstata el urólogo Dr. Paez  pero le operó el Marqués de Villaverde. Como era quien era, llegaba a un quirófano  y decía “doctor, con su permiso a este enfermo lo opero yo. A ver quién le decía que no al yerno del Caudillo.

Fue el 25-03-1950 le dejo una arteria mal cosida y se desangró. Lo bajaron al depósito de cadáveres. Menos mal que unas monjas que bajaron a rezar al depósito se dieron cuenta que estaba caliente y respiraba. Lo subieron a planta y le hicieron transfusiones de sangre y se recuperó. Localizaron a mi hermano que estaba de guardia haciendo la mili en Cibeles, en el Ministerio del Ejército, para que donara sangre y recuperar así la que le habían puesto a mi padre.

A los tres días, el 28 de Marzo un compañero de sala le contó a mi padre la historia, con todo lujo de detalles. Mi padre impresionado cogió su abrigo y se escapó del hospital y se fue al hotelito. El sólo se curó con polvos de azor y gasas, pero la herida cicatrizó por fuera pero no por dentro y se le salía el paquete. En Agosto tuvieron que operarle de nuevo pero esta vez con resultado satisfactorio. Ya no le operó el Marqués de Villaverde.

Por eso cuento que mi padre murió dos veces, la definitiva fue el  6 de diciembre de 1978, el día que se aprobó la Constitución.

En el servicio militar que lo hizo como voluntario en la base aérea de Getafe.

¿Pero a pesar de ser años duros el buen humor nunca te faltó?

No, eso no puede faltar nunca. Mira tú sabes cómo se dice en chino:

“Afortunado en el juego, desgraciado en el amor».

Si bingo chachi chichi chungo

(Continuará)

VER MAS FOTOS

ABRAZAR UN ARBOL

Lo mejor de estar jubilado es que tienes tiempo para hacer casi todo lo que te propones, aunque hay que tener cuidado en no querer abarcar más de lo que puedes, pues no hay nada más incongruente que un jubilado estresado.

Por eso cuando mis hermanas, que son afiliadas de la ONCE, me animaban a colaborar con la ONCE como voluntario tenía mis dudas.

Pero éstas se disiparon cuando contacté con el departamento de Voluntariado y me explicaron las distintas formas de colaboración. Podía participar como Voluntario en el Programa de Acompañamiento, conforme a mi disponibilidad.

Antes de empezar, el aspirante a voluntario recibe una formación en la que se le enseña cómo tratar y guiar a las personas con ceguera o con discapacidad visual grave, además de información sobre la labor que desarrolla la ONCE.

APRENDI los tipos de deficiencias visuales que sufren los afiliados, las enfermedades que las provocan y los requisitos que se exigen para ser afiliado a la ONCE.

APRENDI las técnicas de acompañamiento para saber lo que hacer en las diferentes situaciones que te puedes encontrar al hacer un servicio de guía.

APRENDI cuáles son los errores más frecuentes que cometemos en nuestra relación con las personas con discapacidad visual, siendo el principal no preguntarles qué tipo de ayuda precisan o forzar a recibir una ayuda no deseada.

Evitar la sobreprotección, permitir que hagan las cosas por sí mismas y no generalizar, es decir tratar a cada persona en función de sus deseos y capacidades, son también pautas que se deben seguir.

Es verdad que estas reglas son de sentido común pero en la práctica hay muchas personas que las ignoran.

Me cuenta mi hermana Mari, que una vez escuchó un audiolibro que decía “que abrazar un árbol nos puede hacer sentir muchísimo mejor, que la sensación es única, y que sin duda te hace sentir mucho más cerca de la naturaleza y el entorno que lo rodea”. Y añadía que “A mucha gente le parece una tontería, pero lo cierto es que siempre se ha dicho que abrazar un árbol tiene poderes mágicos”.

Un día iba ella caminando sola con su bastón de invidente por las calles de Móstoles, se acordó del audiolibro y sintió deseos de experimentar la sensación de abrazar un árbol. Con el resto visual que le queda percibió una sombra y se dirigió hacia ella con la intención de comprobar que en efecto era un árbol y poder abrazarlo. No había llegado todavía a su destino cuando oyó una voz masculina que le alertaba diciéndole que no continuara y sintió un tirón del brazo para desviar su trayectoria. Mi hermana Mari, tras el susto inicial, le dio las gracias, esperó que se marchara e intentó de nuevo acercarse al árbol. Cuando estaba a punto de tocarlo oyó de nuevo otra voz, en esta ocasión femenina, que le decía “para, para, por ahí no” y sintió cómo la retenían del brazo otra vez y la empujaban lejos de su objetivo.

Probó fortuna en dos ocasiones más en diferentes lugares y siempre se produjo la misma situación. Con cierta frustración renunció a volver a intentarlo.

Cuando me lo contaba le pregunté que por qué no había advertido a esas personas tan “protectoras” de sus verdaderas intenciones y me dijo que no se atrevió, porque sentía un poco de vergüenza y no quería hacer sentir mal a los bienintencionados transeúntes.

Le dije que no se preocupara, que yo la acompañaría para que pudiera abrazar todos los árboles que quisiera. Y eso hicimos hace unos días en el parque Finca Liana de Móstoles, como se muestra en las fotos adjuntas.

Lo que sintió al realizar esta experiencia queda para su intimidad pero amigo lector, si observa en la calle a una persona con bastón blanco, que se dirige con paso firme hacia un árbol, no le frene en seco, ofrézcale ayuda y pregúntele primero porque a lo mejor lo que quiere es ABRAZAR UN ARBOL. 

YO TAMBIEN FUI BOMBERO

Hace unos días visité el Museo de San Isidro en Madrid. Es una visita interesante que recomiendo, pues se aprende mucho sobre los orígenes de Madrid. Está ubicado en la que, según la tradición, fue la casa donde San Isidro vivió y murió y la apertura del Museo ha permitido recuperar la costumbre de la visita al Pozo del Milagro (situado junto al patio), donde según cuenta la tradición, San Isidro salvó a su hijo de morir ahogado al hacer subir las aguas hasta el brocal.

Imagen tomada del blog ReliArtes

Contemplando el pozo me vinieron a la memoria los recuerdos de la casa donde vivíamos cuando llegamos a Madrid en 1960. También tenía un patio, aunque sin vallar durante los primeros años, y había un pozo profundo con agua que aunque no era potable, usábamos para fregar, limpiar, regar etc.  

También me vino a la memoria el día en que al ir a sacar agua del pozo escuchamos unos aullidos lastimeros procedentes del interior del mismo. Recuerdo que era domingo por la mañana porque se encontraban en casa mi padre y mi hermano Manolo.

Avisados mis padres descubrimos que era un gato, nuestro gato, el que maullaba desde el fondo del pozo. ¿Cómo se habrá caído? Nos preguntábamos todos, ¿Y ahora qué hacemos?

Poco a poco se fueron acercando vecinos y comentaban que “el gato no se podía haber caído sólo, porque la tapa estaba cerrada y que habría sido alguien con mala leche.” Otra vecina dijo que había oído al vecino de la casa de arriba renegar sobre el gato y que creía que había sido el autor de semejante maldad. Era un viejo gruñón y todos pensamos que había sido él.

Imagen del pozo que se encuentra en el Museo de San Isidro de Madrid

En aquellos momentos nos hubiera venido bien un milagro pero no nos dio por rezar, San Isidro no estaba cerca y era poco probable conseguir que el agua subiera hasta el brocal para que pudiéramos coger el gato con facilidad.

“Hay que sacarlo porque si se ahoga se corrompe el agua y ya no vamos a poder usarla”, decía mi padre.

Tras varios intentos infructuosos para que el gato se metiera en el cubo que le acercábamos soltando la cuerda, mi hermano Manolo dijo que la mejor solución era meter a un niño, que pesa menos, bien atado para que saque el gato. Pensaron en mi hermano Pepe que era el más pequeño pero mi madre se negó porque era demasiado pequeño. Entonces todas las miradas se dirigieron a mí preguntándome si me atrevía a meterme en el pozo. Yo tendría 8 ó 9 años y tras unos instantes de duda dije que sí. Recuerdo cómo se aceleró mi corazón, pero no podía negarme.

En esta foto de la comunión de mi hermano Pepe yo tenía 10 años.

Me quedé descalzo y en bañador, ataron una cuerda gruesa a mi cuerpo y poco a poco me fueron bajando hasta el fondo del pozo. Yo confiaba en mi padre y en mi hermano Manolo que eran los que sujetaban la cuerda, ayudados también por otros vecinos. Estaba muy oscuro y sólo cuando ya estaba cerca del agua vi al gato que se había resguardado en una hendidura de la pared, ligeramente por encima del nivel del agua. Lo tomé, lo apoyé sobre mi hombro y grité para que nos subieran a los dos. Cuando vi la luz, salí del pozo  y escuché los aplausos de los congregados, sonreí satisfecho y APRENDI que vencer el miedo tiene su recompensa. Ni siquiera reparé en los arañazos que el gato había hecho sobre mi hombro desnudo.

Los bomberos rescatando a un perro que había caído a un pozo

Cuando el otro día vi en televisión que los bomberos habían rescatado a un perro que había caído a un pozo y me fijé en la cantidad de personas que participaron, su uniforme, el casco, la grúa y las herramientas que emplearon para el rescate, pensé que nosotros hicimos lo mismo con muchos menos medios.

Y a eso me refiero cuando digo que por una vez, YO TAMBIEN FUI BOMBERO.

COCINAR ES FACIL

Sin horno de leña es difícil hacer un cochinillo asado así.

Mi padre decía que para comer sólo hacen falta dos cosas: tener hambre y comida.

Esta reducción simplista se entiende por los tiempos que le tocó vivir pero hoy no podemos prescindir de ponerle más calificativos al término comida: apetecible, sabrosa, saludable, variada, etc. etc.

Debo reconocer que la cocina nunca ha sido una de mis grandes aficiones. Me refiero a cocinar porque comer cosas ricas, eso siempre me ha gustado.

Las circunstancias de la vida propiciaron que no tuviera que dedicarme a ello pues cuando dejé la casa de los padres, la que fue mi esposa se convirtió en una muy buena cocinera. Por eso nunca necesité meterme en la cocina y las contadas veces que lo hice fueron un rotundo fracaso.

Si compras el marisco ya cocido, esto si que es FACIL.

Cuando empecé a vivir sólo, hace 10 años, pensé que no necesitaba cocinar pues seguiría comiendo el menú de cualquier restaurante próximo a mi trabajo  y para las cenas y fines de semana los platos preparados eran mi mejor recurso.

Sin embargo la familia y los amigos me insistían para que cocinara, que era mucho más saludable. Además siempre añadían COCINAR ES FACIL.

La verdad es que con el tiempo me cansé de los platos preparados y de la comida de los restaurantes y me dije. ¿Por qué no? Voy a aprender a cocinar, si todo el mundo dice que COCINAR ES FACIL.

Una paella de encargo también resulta apetecible.

Así que manos a la obra. Me compré una olla Super rápida, la revista Cocina Fácil y me puse a buscar recetas en internet que se adaptaran a mis gustos.

Lo primero que descubrí es que en las recetas de cocina hay palabras que no significan lo que tú crees y otras que directamente no sabes lo que es. Así que es importante aprender primero el vocabulario de cocina y conocer el significado de palabras como caramelizar, brasear, blanquear, papillote, desglasar, desleir, pochar, asustar, reducir, juliana, fumet, pellizco etc. Por eso concluí que es mejor leer la receta el día anterior para evitar sorpresas y preparar los ingredientes con antelación. PERO COCINAR ES FACIL

Cientos de recetas en LECTURAS COCINA FACIL

Con el nombre de algunos ingredientes también hay que tener cuidado, pues a veces un mismo alimento se le llama de distintas formas y no lo encuentras en el super. A mí me ha pasado con el sésamo, el jarrete, la berza y con los huesos para caldo que todavía no consigo hacer coincidir los que encuentro en el super y los que me ponen en las recetas. PERO COCINAR ES FACIL.

Otra cosa que hay que tener en cuenta es que hay recetas de mala calidad pues en algunas la  cantidad y peso de los ingredientes no están debidamente proporcionados. Todavía recuerdo cuando quise hacer un puchero y no me cabían en la olla la cantidad de ingredientes que me indicaba la receta. ¿Y ahora qué hago? ¿Qué dejo fuera? ¿O tengo que volver a sacar todo e ir echando la mitad de cada cosa? Lo que hice fue romper la receta y marcarla como indeseable. También pasa que algunas recetas son tan largas y dan tantas explicaciones que se olvidan de explicar paso a paso el orden de ejecución. Para los que ya tenemos déficit de memoria y necesitamos leer lo siguiente después de cada paso, las explicaciones excesivas intercaladas son un obstáculo. Pero COCINAR ES FACIL.

La tortilla de patatas es un clásico que hay que preparar. Esta estaba buena.

Otra cuestión que es importante son la intensidad del fuego y el tratamiento dentro de la sartén o cacerola. Son aspectos que en muchas recetas no se explican o se explican de forma ambigua y no es fácil acertar. Cuando te dicen que le des la vuelta cuando ya esté hecho y tú no sabes si ya está hecho, tienes un problema. Cuando te dicen que añadas algo, si te lo pide el plato, tienes un problema porque no sabes cuando el plato te pide. Cuando te dicen que pruebes y rectifiques de sal y pruebas y está salado y no te dicen como rectificar, tienes un problema. PERO COCINAR ES FACIL.

Para facilitar las cosas todas las recetas te indican los tiempos de elaboración en cada paso pero tampoco te puedes fiar. Son tiempos aproximados, porque influye el nivel del fuego, la calidad y frescura del alimento, etc. Así que si ves que se está quemando y todavía le faltan 5 minutos según la receta,  mejor lo apartas del fuego. Más tiempo de fuego no mejora el resultado. Que me lo digan a mí. Lo mejor es probarlo siempre antes. Claro que si eres como yo, que siempre he odiado la comida demasiado caliente, lo de probar no es un plato de gusto. Me cuesta averiguar el sabor de un plato con la lengua achicharrada. Pero COCINAR ES FACIL.

Este arroz recibió el aprobado. A veces salen bien las cosas.

Y si al final te sobra o te falta algún ingrediente no te preocupes. Igual que cuando desarmas un aparato y al volverlo a armar te sobran piezas y si funciona no hay problema. Pues lo mismo cuando te sobre o te falte algún ingrediente si se puede comer el plato que has preparado no hay problema. Eso sí revisa la receta para comprobar donde está el fallo y que no te pase de nuevo. Yo me he encontrado bastantes recetas que te incluyen ingredientes y luego no te dicen cuando usarlos.

Por eso concluyo que para ser un buen cocinero o cocinera se necesitan cualidades, conocimiento y experiencia.

Pero no hay que desanimarse. COCINAR ES FACIL

ARTACHO Y ADJUNTOS

Imagen obtenida en www.misapellidos.com

A los Artacho nos gusta nuestro apellido. Suena bien, no es frecuente, y nos hace sentir diferentes. Es más fácil que nos recuerden y “según concluye un estudio realizado por científicos de las Universidades de Alicante, Murcia y la Carlos III de Madrid, las personas con apellidos poco comunes tienen más posibilidades de tener éxito social que las que tienen nombres de familia usuales”.

Y eso que a veces nos encontramos en situaciones incómodas, como cuando nos cambian el apellido en comercios, agencias o al realizar trámites de cualquier tipo. Yo me he encontrado en albaranes, facturas y hasta en algún documento oficial Altacho, Artucho, Arteche, Arpacho y un sinfín de palabras más que sería largo enumerar. Por más intentos que hago de deletrear bien el apellido, sobre todo por teléfono, en muchas ocasiones me encuentro con el apellido alterado.

También es frecuente que te pidan explicaciones sobre su origen y en mi caso como soy Artacho Artacho algunas personas me comentan “qué casualidad, un apellido tan raro y encima repetido” y se quedan mirando esperando una explicación. Yo les sonrío con mi mejor falsa sonrisa y les digo “ya ve”.

Claro que si me preguntan si se escribe con hache o sin hache, vuelvo a sonreír y les contesto: “con hache porque si no, sería ARTACO”.

El mejor exponente de lo orgullosos que nos sentimos de nuestro apellido es sin duda el primo Pepe de la Tía Vitoria de Gerona. Todavía recuerdo con simpatía la última vez que nos vimos, que no se cansaba de repetir ¡¡¡Artachos, bien!!!,  ¡¡¡Artachos, bien!!!, ¡¡¡Artachos, bien!!!.

En un viaje a Munich para celebrar el 60 cumpleaños de mi hermano Pepe, nos juntamos un nutrido grupo de Artacho, acompañados de sus parejas. Allí escuché en varias ocasiones como Domingo, el marido de mi sobrina Irene, acuño la palabra ADJUNTOS, cuando quería referirse a los que no eran Artacho.

A veces cuando se creaban corrillos en el que los hermanos contábamos nuestras batallitas y los que no eran Artacho corrían el riesgo de bostezar, Domingo, con el buen humor que le caracteriza decía: “Los Adjuntos que se vengan para acá”, y formaban un nuevo corrillo, sin duda más divertido para ellos.

Pero no quiero que este sentimiento de aprecio a nuestro apellido se pueda malinterpretar y que alguien pueda pensar que nos consideramos mejores.

Por eso hoy quiero destacar a esas personas que acompañan a los ARTACHO. Son mujeres y hombres que en la mayoría de los casos han sabido complementar con sus parejas. Que han apreciado las capacidades de los ARTACHO, pero también han aceptado nuestras carencias. Son personas que cuando es necesario hablan por nosotros favoreciendo la comunicación, que preguntan cuando no preguntamos, que nos comprenden, que están pendientes de aquello que se nos olvida, que alegran nuestras fiestas y reuniones, en definitiva que los ARTACHO seríamos peores personas sin ellas.

Es por lo que termino este escrito diciendo: VIVAN LOS ADJUNTOS

CUATRO BODAS DE UN FUNERAL

Mi madre falleció en 2010 y mi padre en 2012. Tras el fallecimiento de mi padre algunos pensábamos que, al desaparecer el nexo que nos unía a todos, podría llegar a enfriarse la relación familiar, sobre todo entre los que vivíamos más alejados.  

Además no veíamos en el horizonte próximo ningún acontecimiento extraordinario como una boda o similar que pudiera volver a reunirnos a todos juntos. La última boda había sido la de Susana en 2002 y de eso ya hacía diez años. Los candidatos que la seguían no mostraban ningún interés por dar ese paso y cada vez que se les preguntaba decían: ¿eh?, ¡uf!

Por eso durante los trámites legales para el reparto de la herencia, todos los hermanos acordamos reservar  un dinero para juntarnos todos los miembros de la familia (hijos, nietos, biznietos y adjuntos),  compartiendo una comida. Estábamos seguros que los abuelos lo hubieran aprobado y estarían felices,  pues siempre disfrutaban mucho cuando nos reuníamos todos.

La comida se celebró y a ella asistieron casi todos los invitados. (Creo recordar que sólo faltó Domingo, el novio de Irene que se encontraba trabajando fuera de España). Si no he errado en la cuenta asistimos 33 personas y la comida transcurrió en un ambiente alegre y festivo. A los postres hicimos un brindis y una breve alocución recordando a los abuelos fallecidos y la emoción puso un nudo en la garganta de algunos.

Tras el brindis, pidió la palabra mi sobrina Mari Paz y nos anunció de forma solemne pero con una gran sonrisa que al año siguiente se casaba. Aplausos y gritos de júbilo fue la reacción que provocó dicho anuncio. Por fin una boda en la familia.

A continuación mi hija Vanesa pidió la palabra y, sin dar tiempo a las señoras para que fueran pensando qué traje se iban a poner, anunció que ella también se casaba al año siguiente. Nuevamente los aplausos, los gritos de júbilo y las risas se adueñaron del local. Si estábamos penando por bodas pues ya teníamos dos.

Pero aquí no acaba la historia, cuando estábamos asimilando que se nos presentaba un año “movidito” con dos bodas a la vista, mi hijo Juan Carlos anuncia que él también se casaba al año siguiente.  Tras la sorpresa inicial otra vez las risas, los aplausos, los parabienes y alguna cara de incredulidad. ”Esto ya es demasiado. Si me lo cuentan no me lo creo, tres bodas en el mismo año”, se oía decir.

Es fácil imaginarse el ambiente tras estos anuncios, todos en corrillos, hablando y riendo. De repente se oyen gritos de nuevo y voces pidiendo silencio. Entonces mi hermano Manolo anuncia que él también se casaba el año que viene.

Dejo a la imaginación del lector que se haga una idea de la situación, pues ya no encuentro palabras para describirla. CUATRO BODAS,  CUATRO BODAS, CUATRO BODAS, CUATRO BODAS.

En efecto en 2013 se celebraron las cuatro bodas y pudimos contarlo. Bueno yo lo cuento ahora y todavía me sonrío.

MI HERMANO MANOLO

Nació en Antequera (Málaga), el 22 de Febrero de 1939, aunque en su DNI aparecía como fecha de nacimiento el 2 de Marzo. Nació en la casa familiar, como nacían en aquella época la mayoría de los niños y tardaron más de la cuenta en inscribirlo en el Registro Civil. Para librarse de la multa le cambiaron su fecha de nacimiento.

Su infancia y adolescencia fue muy dura. Como se suele decir, si duras son las guerras más duras son las posguerras. Además fue el primer hijo y en aquellos años a los padres noveles se les decía que a los niños había que criarlos con el pan en una mano y la vara en la otra.

Mi hermana Mari todavía recuerda los golpes que le daban por hacer las travesuras propias de la niñez. Con 10 años el padre se lo llevó al cortijo para que echara una mano, pues faltaba demasiadas veces al colegio y eso no podía ser. Allí aprendió a leer y a escribir de la mano de un cortijero de Mollina que sentía compasión por él.

La gran diferencia de edad con sus hermanos menores varones le impidió compartir con nosotros vivencias y aficiones. Le veíamos como un segundo padre y en algunas  ocasiones pretendió ejercer ese rol.

Cuando se enteró que iba a nacer Carlos, el benjamín de la familia, se llevó un gran disgusto porque sentía vergüenza. Su novia Antonia, la que sería su mujer,  contaba que le dio la noticia en estos términos:

 —Tengo que darte una terrible noticia de mis padres—dijo en tono apesadumbrado.

— Mi madre está embarazada— añadió tras una pausa

—¿Y cuál es el problema?¿Acaso no es de tu padre?—le respondió ella

—Pues claro que es de mi padre. ¿Pero tú ves normal que con la edad que tiene mi madre se haya quedado embarazada?

—Pues tener hijos en el matrimonio yo lo veo normal—le contestó, zanjando la conversación.

Corría 1963, mi madre tenía entonces 45 años y mi hermano 24. La educación sexual que había recibido hasta entonces era nula y todo lo relacionado con el sexo era pecaminoso.

Cuando pienso en él veo a un hombre luchador y sufridor. Luchó para superarse en la vida y conseguir lo mejor para que no les faltara nada a su mujer y sus hijos. Y lo logró.

Pero también sufrió mucho. Se sentía menos querido por sus padres y hermanos y ese sentimiento le alejaba de los hermanos. Su mujer estaba delicada de salud y con demasiada frecuencia debían acudir a médicos y hospitales.

Cuando se jubiló se le veía feliz, dedicaba parte del tiempo a sus aficiones y nos enseñaba con orgullo sus creaciones de marquetería. Fue un magnífico abuelo y sus nietos le adoraban.

Pero la vida fue cruel con él. Cuando enviudó llegó el cáncer. Y siguió luchando. “No voy a permitir que me lleve sin luchar”, me decía. Y así estuvo 5 años. Luchando y sufriendo hasta el último minuto. Menos mal que tuvo a su lado a Agueda , una mujer valiente que fue su sostén en esos duros años. “Sin ella no hubiera aguantado tanto” nos decía a los hermanos.

Hace seis años que se fue y sirvan estas líneas para recordarle con cariño.

P.D. El pasado 5 de Diciembre de 2020 falleció Agueda, la que fue su compañera durante los cinco últimos años de su vida. Descanse en paz.

COMO CAMBIAN LOS TIEMPOS

En esta foto del 7 de Octubre de 1967 el único que falta soy yo que ya me había ido a estudiar a Córdoba

Desde que Levi Hutchins, relojero norteamericano, inventó el despertador en 1787 ha llovido mucho. Hasta entonces la luz del sol o el gallo madrugador eran el método más usado para pasar del dulce sueño a la dura realidad.

Ahora simplemente con decir buenas noches los altavoces inteligentes te dicen el tiempo, te recuerdan tu agenda, te preguntan a qué hora quieres que te despierten y te desean buenas noches.

Con sólo decir buenas noches te ayuda a organizar tu vida.

Recuerdo cuando era niño que en mi casa para despertar por la mañana había un reloj con una potente campana. Todas las noches era el  mismo ritual; mi padre le daba cuerda al reloj y actualizaba, si era necesario, la hora a la que debía sonar. Por la mañana el ruido infernal de la campana sonaba de forma interminable y mi padre no lo paraba hasta que se levantaban los que tenían que ir a trabajar. (Si no me crees que el sonido era infernal visualiza el video y verás y oirás que no miento).

Comprueba el sonido de la campana y entenderás por qué el reloj es inolvidable.

Cuando llegaron los primeros despertadores a pilas, el reloj fue quedando en desuso y se quedó como un elemento más de decoración en aquel mueble lleno de fotos y de recuerdos.

Con el paso del tiempo mi odio al reloj se transformó en apego y recuerdo que le dije a mi madre que no se desprendiera del reloj, que lo quería para mí y que era la única herencia que deseaba. Mi madre me contó que ese reloj fue un regalo de su padrino Enrique Campos que lo había montado en 1925 y con los datos que me dio escribí una nota que pegué en la base del reloj. Cuando me fui de casa mis padres me entregaron el reloj y todavía permanece expuesto en un rincón de mi casa.

El otro día me fijé en el reloj y al levantarlo descubrí la nota que tenía pegada en la base y que ya no recordaba, la despegué, la desdoblé y al leerla me vinieron estos recuerdos que he relatado y pensé, como decían nuestros mayores “Cómo cambian los tiempos”

70 AÑOS

El 1 de noviembre de 2019 mi hermana Carmen cumplió 70 años. “casi ná”. Y lo bueno es que los demás vamos detrás (bueno alguna va delante). Quiso celebrarlo por todo lo alto y nos invitó a parte de la familia y a algunos amigos a una fiesta que resultó entrañable. Es que 70 años no se cumplen todos los días.

Sus hijas, Susana y Mari Paz nos pidieron a todos los asistentes que le hiciéramos un regalo especial, escribiendo un breve texto, acompañado de una foto, relatando sentimientos o experiencias de nuestra vida, inspiradas en nuestra relación con Carmen. Con esos textos confeccionaron un libro que le fue entregado en la fiesta.

Se leyeron alguno de esos textos y las emociones brotaban por doquier pues se percibía que salían del corazón.

Con su permiso reproduzco mi escrito y la foto que le acompañaba.

Hola hermanita:

Leí una vez que los lazos de la infancia se sueltan cuando emprendemos nuestra vida adulta y nos alejamos del entorno familiar; el tiempo que todo lo suaviza y tempera nos permite reanudarlos al cabo de los años y potenciarlos con mayor firmeza«.

Pues sí eso es lo que me ha pasado contigo, que tras muchos años de relaciones templadas estamos viviendo ahora con mayor intensidad esa relación fraternal que siempre ha existido.

Siempre te he visto diferente a los demás hermanos y llegué a pensar y decir que tú no parecías Artacho. Pero en el viaje que hicimos sólos y juntos a Benidorm a pasar una nochevieja con Carlos, Pepe y otros miembros de la familia, me di cuenta que claro que

eres Artacho y que las diferencias que yo percibía en ti mejoraban  a los Artacho.

Porque tu inconformismo, tu curiosidad y la ingenuidad que desprendes en muchas ocasiones lo combinas muy bien con  la paciencia, la generosidad, el saber escuchar y la serenidad que yo atribuyo a los Artachos.

Decía Confucio que “Todos tenemos dos vidas. La segunda empieza cuando nos damos cuenta de que tenemos sólo una.  Yo sé que ya hace mucho tiempo que estás viviendo tu segunda vida, porque como Sabina, no cumples 70 años. Cumples treinta más cuarenta

Nací detrás de ti, crecí detrás de ti y en otras facetas de la vida he seguido tus pasos. Por eso he elegido esta foto para que sepas que siempre estaré detrás de ti, por si me necesitas.

DETRAS DE TI

Muchas felicidades en tu cumpleaños.

Rafa

CARTA A MI PADRE

Unos días antes de fallecer mi padre,  mi hermano Pepe le escribió una carta que fue leída en su funeral. Es una carta que resume muy bien su vida y que suscribo en su totalidad.

La publico para que  siga viviendo en nuestro recuerdo como el gran hombre que fue.

Carta a mi Padre

Si, me siento orgulloso de Tí, has jugado dos Partidas y las dos las has ganado.

La primera te la echó la Vida, y no fue precisamente generosa con las cartas que te dio, apenas tus Manos y tu Voluntad .

Superaste siendo niño la pérdida de un Padre, conociste por ti mismo el trabajo infantil, sin ningún reconocimiento por parte de tu Padrastro (estos ladrones no hacen más que comer) y tu adolescencia poco más que trabajo te ofreció.

Con la juventud, te llegó el Amor, del que no pudiste disfrutar mucho tiempo, porque una Guerra dijo que tenías que luchar, quizás contra los que tú más podrías identificarte, pero no te dieron la opción de elegir. Tu bando ganó la guerra, pero vosotros todos la perdisteis y sufristeis la postguerra y el “Año del Hambre” .

Mientras tanto tu familia iba creciendo y tú hacías lo único que sabías, Trabajar para ir saliendo adelante. Apoyado y animado por tu Mujer, lograste comprar tu primera casa y como el futuro en tu pueblo no lo veías claro, lo dejaste todo para ir a la Gran Ciudad a preparar el camino para reunir a tu familia y poder ofrecerle algo mejor.

En Madrid, además de tu jornada de más de 12 horas, tenías tiempo de ir acomodando la casa familiar hasta que finalmente la pudiste comprar, y ese patrimonio te ha sido suficiente para no depender de nadie.

Más tarde la vida empezó a ser más amable y vinieron las Vacaciones de verano en la playa, que aunque fuera un poco obligado por tu mujer, tú también disfrutabas.

Y por fin la Jubilación, con tu frase favorita: Quién me iba a decir a mí, que iba a cobrar más de 33 años sin trabajar.

Y te era suficiente con la tranquilidad y gozar con tu Mujer, lo que conseguiste hacer hasta el final, y no parece que eso sea lo habitual.

Por todo esto, yo creo que en tu Partida con la Vida, hay un claro ganador, Tú.

La otra Partida te la planteó la Muerte, cuando, según tú nos contabas, te viste perdido la vez que cruzaste la corriente del río con tu yegua, pensando que si ella pasaba era que se podía. Pero al momento, te dejó a tu suerte y tú creíste que no lo contabas. Pero sí.

La siguiente baza fue todavía más seria. En el frente de Peñarroya recibiste una herida de metralla en una pierna, los enfermeros estimaron que tu caso era cuestión de horas y te dejaron junto a los moribundos, y recuerdo como lo contabas: se murió el de mi izquierda, el de mi derecha y otros, pero como vieron que yo no tenía ningún pensamiento de irme todavía, dijeron, a ver que podemos hacer por él. Y soportando aquellas dolorosas curas, seguiste adelante, ¡¡ porque te quedaban tantas cosas para hacer!!.

Otra vez, lo recuerdo porque nunca llegabas tan pronto a casa y con la ropa y las botas de la obra, te trajeron en un camión porque el edificio en el que trabajabas se había desplomado, pero tú también pudiste evitarlo.

Y por último, cuando ya no tienes demasiado interés por la Vida, la estás haciendo esperar, gracias a tu gran fortaleza, el tiempo que tú consideres necesario.

Creo que esta Partida está ya ganada.

Me pregunto: ¿Qué visión he tenido yo de ti y cómo ha sido mi relación contigo?

Cuando era niño te veía con respeto, pero salvo en momentos puntuales, sí, era respeto, no miedo. Para mi era importante darte el beso cada vez que llegabas de trabajar, en la familia de otra gente esta costumbre no existía.

La relación que tenía contigo no era tan cercana, pero para mí estaba bien. Tú cumplías el rol que tenías asignado, traer el dinero a casa y ser una referencia de respeto y autoridad, esto ahora es completamente diferente, pero quizás tampoco es lo mejor.

Tu preparación para la vida se limitaba a tu propia experiencia y a los valores que te inculcó la abuela Elvira, trabajo, honradez y prudencia. Y eso has sido: lo que antes se llamaba un “Hombre de Bien”.

Cuando estuviste convaleciente en la guerra, te empeñaste en aprender tu solo a escribir, para que nadie tuviera que escribirte las cartas para tu mujer.

En general no eras violento, y salvo el temido “de rodillas en cruz” y tu “cago en la osti” (que significaba que la cosa iba en serio) no es que la convivencia fuera una balsa de aceite, pero para los tiempos que corrían era más que aceptable.

También te supiste ir adaptando a los nuevos tiempos , recuerdo como ya casi con 60 años y después de 12 ó 13 horas fuera de casa, llegabas del trabajo en la obra y te ibas andando otra media hora a Tajamar, porque había una reunión en la que iban a explicar algo sobre cómo educar y comprender mejor a los hijos, o algo parecido, que quizás no terminabas de entender del todo, pero que asumías como parte de tu responsabilidad.

El hecho de haber tenido la mujer que elegiste, también ha sido determinante en tu vida, debido a su personalidad y empuje te ha animado y apoyado a lo largo de vuestro camino, pero quizás también has tenido que luchar contra eso, para reclamar la parte que te correspondía, que en ocasiones quedaba oculta por el gran carisma que ella tenía.

Y en esta última etapa de tu larga Vejez, has conseguido no ser nunca una carga para tu familia, y hacerte muy mayor siempre con una sonrisa y ningún mal modo, incluso en estos últimos días en los que no podemos oírte, nos contestas regalándonos una sonrisa.

Si, Papa, puedes y debes estar satisfecho, aquí estamos, y ahora sí hablo por todos, Tu Familia que te quiere.

Y cuando ya no estés aquí, vivirás en nuestro recuerdo como el gran Hombre que eres.

31-01-2012

Pepe.