MI AMIGO MARTIN (II). El Artista

Pedro Montoliú, es cronista oficial de la Villa de Madrid y cuenta en una entrevista en Madridiario que “hasta el año 1952 se vivió en Madrid con racionamiento de alimentos y fuertes restricciones de luz y agua como consecuencia de la llamada ‘pertinaz sequía’. La situación era bastante mala, aunque era mejor que la de los años del hambre de la posguerra. La gente comenzaba a respirar un poco. La clase media lograba ciertos ingresos, a base de trabajar en dos y tres sitios a la vez. La situación mejoró cuando el Gobierno decidió subir los sueldos de forma sensible e introdujo las pagas extraordinarias. En el año 1954 se alcanzaron los niveles económicos existentes antes de la guerra. Habían tenido que pasar casi veinte años para conseguirlo.”

En esos años fue donde pasó mi amigo Martin su adolescencia y juventud. Aunque trabajaba  duro, compatibilizaba el trabajo con sus pinitos en el mundo de la canción.

Con su hermana y dos amigas, vestido de mejicano con 5 años

¿Te gustaba cantar de niño?

De niño siempre cantaba. Era la alegría de las fiestas familiares. Ya cantaba rancheras y me decían que lo hacía muy bien.

Me contaste que habías recibido clases de canto con el Maestro Vela.

Sí y también me dio clases de canto el Maestro  Miguel Rodríguez Algarra, con el que hacía bolos. Éramos un conjunto de artistas que actuábamos en teatros de Madrid y en muchos pueblos de España.  Teníamos hasta un enano que se llamaba  Romerito. Tenía treinta y tantos años, iba con zapatitos de charol, el Diego Valor en la mano y cantaba, bailaba y entretenía al público. Algunos de esos artistas llegaron a ser figuras y se hicieron famosos como Pedrito Rico, Tomas de Antequera etc., aunque otros como a Romerito no le fue bien. Una vez me lo encontré pidiendo limosna por la calle, le saludé pero no le gustó que le reconociera.

Con Angel Echenique en Radio Intercontinental, en el programa «Ruede la Bola».

Según he visto en periódicos de la época, Pedrito Rico era un ídolo de masas a fínales de los 50 y en los años 60.

En aquellos años Pedrito Rico triunfaba en España y en América. Fue cantante bailarín y actor, pues hizo varias películas y llenaba los teatros donde actuaba.  Con Pedrito Rico me ocurrió una anécdota simpática. Cuando ya era muy famoso, iba un día con mi mujer y un matrimonio amigo por la calle Carmen, cerca de Galerías Preciados, que entonces todavía tenía tráfico. Paró un coche y oí que una persona me gritaba: “tanguista, tanguista”. Era Pedrito Rico el que me llamaba. Recordamos viejos tiempos, se lo presenté a las dos señoras y se les caía la baba.

Sonríe con nostalgia y se pone a tararear canciones de Pedrito Rico. Y recita también  la canción de la mecedora:

Compraron la mecedora
en una casa de antigüedades
y estaban a todas horas
por los rincones dale que dale.

Dijeron que la compraron
para la abuela, que estaba mala,
y todos la disfrutaron
menos la pobre, que ya no andaba.

¿O sea que te dedicaste a la canción de forma profesional?

Pues casi. Era también el cantante de la Orquesta Iris y actuábamos en bailes y salas de Madrid. Aunque trabajaba en la joyería y en lo que salía, el tiempo libre que tenía lo dedicaba a ensayar y cantar por esos mundos de dios.

¿Participaste en concursos de radio?

Si en 1954 participaba todos los meses en un programa de la Cadena Ser en Radio Madrid que se llamaba “Conozca usted a sus vecinos”. Estaba presentado por José Fernández Manzano (Ferman) y me daban de premio 20 duros y un chocolate con churros.

En 1956 participe en un programa de Radio España que presentaba Daniel Vindel y su mujer. Se llamaba Los Barrios Cantan. Tengo una foto con ellos cantando en un camión que estaba en la calle Conde Peñalver nº 15. Era un programa que se emitía de Lunes a Viernes y cada día se iban a un barrio de Madrid. Estaba patrocinado por Nutrexpa  y a cada participante nos daban un bote de biscotes  y al que ganaba le daban además 100 pts. y un diploma. Todavía conservo los diplomas que gané .

¿Cuántas veces ganaste? Me enseña sus diplomas y dice:

Pues mira el 15-11-1958 gané el de canción moderna, el 31 de enero de 1959 el de tangos, el 13-06-1959 otra vez el de canción moderna y el 3 de octubre de 1959 el de canción española. Y gané más veces  pero no conservo los diplomas.

¿Pero quizá el programa más famoso en el que participaste fue RUEDE LA BOLA?

Pues sí. Era un programa semanal en Radio Intercontinental que presentaba Angel Echenique, en el que concursábamos artistas noveles interpretando canciones de distintos estilos. Era como la Operación Triunfo de aquellos años. Luego hacíamos galas de las que conservo algunos carteles.

¿Puedo verlos?

Sí. En 1955 participé en un festival en el Parque Móvil, en 1957 participé en un festival en el Teatro Cine Alcalá. El 1 de Agosto de 1959 se celebró en la Plaza de Toros de Vista Alegre un festival artístico, presentado por Angel de Echenique y Manuel Pizarro, grandes locutores radiofónicos de entonces, en el que se nos hacía un homenaje a todos los campeones del concurso Ruede la Bola. Actuamos junto a grandes figuras como Marife de Triana, Jorge Sepúlveda, Tomás de Antequera o Porrinas de Badajoz y mis padrinos artísticos Edmundo Rivero y Jorge Cardoso.

Cartel del Festival en el que cantó como campeón del programa Ruede la Bola, junto a grandes artistas del momento.

El 21 de Agosto también participé en otro festival  de las fiestas de la Paloma presentado por Miguel de los Santos. Y el 23 de Agosto canté en el Teatro Alcalá en un “monstruoso festival artístico” como indicaba el cartel. —y me enseña en efecto los tres carteles  donde aparece su nombre y el de otros artistas junto a los famosos mencionados.

¿Hasta cuándo estuviste cantando?

Hasta 1961 seguí haciendo bolos y participando en programas de Radio. El último concurso que participé se llamaba “Los Mejores del Barrio”, era en la Voz de Madrid y lo presentaba José Luís Uribarri. Por cierto en 1954 José Luis Uribarri me entregó el premio al mejor cantante novel y yo le entregué a él el premio al mejor locutor novel.

“Los Mejores del Barrio” fue el único programa que quedé segundo porque todos los demás los ganaba. Y fue el último no por eso, sino que lo tuve que dejar por amor

Y  asoma una media sonrisa  en su rostro.

En la emisora de radio La Voz de Madrid con José Luis Uribarri.

También eras miembro de una clac. Explícanos qué es eso

La clac era un grupo de personas que asistían a las representaciones teatrales para aplaudir, animar, reír  o llorar según las indicaciones que nos daba el jefe de clac. A cambio los que estábamos fijos entrábamos gratis y cada jefe de clac disponía de entradas para vender con un importante descuento. Cada teatro tenía su clac, que tenía su sede en un bar próximo al teatro.

Yo pertenecía a la clac del desaparecido Teatro Cómico, que estaba en la calle Mariana Pineda, hoy Maestro Victoria, donde se pone Cortylandia. El teatro Cómico se vendió en 1968 para que en el solar se construyeran dependencias del Corte Inglés.

La clac del Cómico estaba en el Postigo San Martin, en casa Domingo que ese era mi jefe de clac. La del Alcázar estaba en la calle Jardines, la del Calderón en La Liebre, etc.

Eso me dio oportunidad de conocer actores famosos del momento como Toni Leblanc . También a Celia Gámez.

En la emisora La Voz de Madrid con Paco Garzón

¿Ibas a verla al teatro?

Sí. De Celia Gámez se decía que era lesbiana aunque ella no lo reconociera. Conocer su edad era el secreto mejor guardado que tenía. Recuerdo un dúo cómico que se llamaba Lepe y Heredia que actuaban en las revistas de Celia Gámez. Hacían un número en el que iban con una lupa en plan detectivesco  y cantaban una canción que decía: «sube que sube si puedes agarrarte a las paredes si se rompe la maroma». Y cuando les encargaban investigar algo difícil decían: «No si cualquier día nos van a decir que averigüemos la edad de la jefa».

¿Llegaste a conocerla?

Sí, en una ocasión la vi en circunstancias insólitas. Mi jefe de la joyería de la calle las Veneras se llamaba Emilio, era gay y se montaba unas fiestas de campeonato con Celia Gámez. Una noche tuvo que prestarle dinero Celia Gámez para pagar seguramente deudas de juego. Por la mañana me mandó a mí a devolver a Celia Gámez el dinero que le había prestado y de regalo una pulsera de las que hacíamos en la joyería. Era en 1954 y fui al Teatro Lope de Vega donde representaba el espectáculo de revista “Dólares”. Llamé al camerino y salió a abrirme Delia que debía ser su asistente.

— ¿Quién es, Delia, quién es?  Se oyó que preguntaba desde dentro.

—Es un pibe que viene de parte de Emilito.

—Ah que pase.

 Y pasé y estaba en una camilla bocabajo, desnuda completamente. Debía estar recibiendo un masaje. Me quedé aturdido por la sorpresa, entregué el sobre y la pulsera, me dieron mi propinilla y salí zumbando.

Me has dicho que en 1961 dejaste el mundo de la farándula

Así fue. Lo dejé y estuve 40 años sin cantar en público.

Bueno pero en Tarancón sí has cantado alguna vez y me han dicho que en los Carnavales eras el «number one».

Alguna vez participé en actos benéficos para recaudar fondos pero fué esporádico. Y eso sí durante las 3 últimas décadas del siglo pasado participé activamente en los Carnavales que se celebraban en Tarancón.

¿Por qué en Tarancón?

Es la ciudad donde nació mi esposa y muchos fines de semana los pasábamos allí. Llegué a tener casa y no miento si digo que he pasado más fines de semana en Tarancón que en mi ciudad, Madrid.

Disfrazado de Doña Croqueta, personaje que hizo famoso el actor y humorista Simón Cabido

He visto fotos tuyas disfrazado y la verdad que también tienes vis cómica

Lo pasábamos muy bien. Me he disfrazado de camarera, de cupletista, de mujer gallega, de cura, de mejicano, de Cantinflas, y muchos otros personajes. Para ello utilizaba ropa de amistades.

¿Abundan los disfraces femeninos en tu colección?

Sí. Pensaba que el contraste resultaba más gracioso. No es que tenga nada que ver con mis ideas «sexólogas». —y ríe con picardía.

¿Y qué hacías después de disfrazarte?

Disfrazado de camarera

Pues iba al desfile y me acercaba a la gente. Por ejemplo cuando me disfracé de camarera les cantaba «Soy la camarera del amor». Y se reían. Otra vez me disfracé de Cantinflas y recordando la película «El Bolero de Raquel iba con mi caja de limpiabotas. Me acerqué al alcalde de Tarancón y le dije imitando a Cantinflas: » Si me permitía que le charroneara los calcos». Y le limpié los zapatos. Mientras se los limpiaba le decía con mi mejor acento mejicano» ¡Ay, excelencia Alcalde, usted me puede buscar un trabajito mejor que éste. Aquí estoy siempre a los pies de la gente.» Y se descojonaban todos.

¿Y después del desfile?

Pues luego participaba en los concursos en las discotecas. El año que me disfracé de Doña Croqueta gané el primer premio en todas. Todos los años me dieron algún premio.

Disfrazado de mejicano con Lupita

¿Y estabas en alguna Peña?

Sí, estaba en la Peña El Mosto, aunque para los disfraces actuaba por mi cuenta y me presentaba a los concursos de forma individual. Esa peña era (no sé si sigue siendo) una de las más importantes. Fue visitada en varias ocasiones por José Bono, cuando era Presidente de Castilla-La Mancha y José María Ruiz Mateos también fue en alguna ocasión.

También me has enseñado recortes de prensa donde apareces disfrazado

Sí, en el Diario de Cuenca me han sacado unas cuantas veces. En alguna ocasión eso ha provocado celos y rencillas.

¿Sí, por qué?

Hombre pues ya sabes lo que pasa en los pueblos, que se molestaban porque no salían los disfraces de las «fuerzas vivas».

También has sido poeta

No exactamente, aunque es verdad que compuse un poema cuando tenía 16 años y me enamoré de una señorita que se metió a monja. Más tarde le puse la música del tango «Sus ojos se cerraron» y lo incorporé a mi repertorio. Se llama «Triste Payador«.

En el Café Iruña con el maestro Efraín. En el video canta Triste Payador, letra del propio Juan José Martín.

¿Pero volviste a cantar?

Sí fue en 2001 que ya estaba jubilado.

¿Cómo fue?

Antes de jubilarme conocí al maestro de bandoneón  Efraín Scheinfeld. Él tocaba en la calle Preciados. Yo pasaba por allí y me paré a escucharlo. En ese momento tocaba el tango” Mano a Mano”  y yo me arranqué a cantar aunque enseguida me paré. El dejó de tocar y me dijo con acento argentino:

—Che, vos “cantás” morocho.

— Yo no he dicho nada— le respondí.

—Sí, sí. Vos “cantás”. “Tenés” que venir a mi peña— y me dio una tarjeta para que fuera a verle. Pero no fui.

Una vez jubilado me crucé con él otra vez en el metro donde tocaba y me reconoció. Me reprochó que no hubiera ido a verle y me insistió para que me uniera a una peña tanguera y cantara con ellos. Así que me animé y todas las semanas nos juntábamos en un bar de Carabanchel a cantar tangos.

Cantando el tango Silencio en la sala Clamores.

Dices que Efraín Scheinfeld es maestro en bandoneón. ¿Qué es un bandoneón?

Es un instrumento parecido al acordeón que se ha convertido en compañero inseparable del tango. Efraim lo tocaba muy bien (había sido discípulo de Aníbal Troilo) y era el alma de la Peña Caminito. El tango sin bandoneón no es tango.

¿Y Efraín es argentino?

Sus padres eran judíos alemanes que huyeron a Argentina cuando él tenía tres años. En 1998 se vino a España.

 Yo  fui a verte cantar una vez al Café Iruña, un local que estaba en la calle Hileras, entre Mayor y Arenal.

Si, conseguimos que el dueño de ese local nos autorizara e íbamos a cantar cada jueves.  Había buenos cantantes y decían que Miguel Angel y yo éramos los mejores.  El cantaba “Por una cabeza” y yo cantaba “el Organito de la tarde”, dos tangos difíciles que nos salían muy bien.  También estaba en la Peña Caminito,  José Ignacio Vallejo-Nágera, padre de Colate, el ex de Paulina Rubio.

Con José Ignacio Vallejo-Nágera, miembro de la Peña tanguera Caminito.

He visto entre los recuerdos que tienes un recorte del suplemento cultural de El Mundo “Metropoli”.

Fui yo el que consiguió que pudiéramos cantar en el Café Iruña y también hablé con un periodista de Metropoli para que nos publicaron una página el 29 de Marzo de 2002. Y el Café Iruña también aparecía en la Guía del Ocio gracias a mis gestiones.

Recuerdo también que fui a verte al  Teatro Pradillo. 

Sí. Actuamos 8 miembros de la peña presentando el espectáculo ILUSION PORTEÑA  y estuvimos  durante 3 días.

Y una vez fui a verte cantar a la Sala Clamores.

Si, fue el 23 de junio de 2002 que hice un homenaje a Carlos Gardel. En esa ocasión canté yo sólo con la Orquesta Recuerdo.

Durante su actuación en la sala Clamores.

Supongo que tendrás muchas anécdotas que te han pasado en tus actuaciones. Cuenta alguna.

 En la calle Juan Bravo, 7 hay  un bar restaurante de lujo llamado Milford,  cerca de la Embajada de Italia. La dueña era una americana,  amiga de José Ignacio Vallejo Nájera,  padre de “Colate” y éste consiguió que pudiéramos cantar en ese local. Una noche estaba yo cantando y en una mesa dos señoras no paraban de hablar y hablar en italiano.  En un momento dado paré de cantar, me acerqué a la mesa y le dije con mi mejor acento argentino: Perdonen, no dejan de platicar y nosotros somos una peña de amigos que venimos a cantar y vienen a vernos y oírnos,  pero si hablan como están hablando ustedes  no podemos”. Y se callaron. Luego me dijeron que eran la mujer del Embajador de Italia y una amiga.

¿Hasta cuándo has estado cantando?

Pues hace unos diez años se disolvió la Peña Caminito. Cuando cerró el Iruña, nos trasladamos a un bar que estaba en Luchana, 23, pero ya no fue igual. Luego murió Miguel Angel , el maestro Efraim se marchó a Israel porque le contrataron para participar en una Misa Criolla, yo enfermé con mi ojo y …

Fueron años bonitos pero como dice la canción de Módulos:

  “TODO TIENE SU FIN”.

ESCUCHAR MAS TANGOS CANTADOS POR JUAN JOSE MARTIN

(Continuará)

MI AMIGO MARTIN (I). La persona

En el Restaurante La Sirena Verde donde mantuvimos la conversación que da pie a esta entrevista

Tuve la suerte de conocer a mi amigo Martín hace 40 años, y nuestra relación en este largo periodo ha pasado por diversas etapas: compañeros de trabajo, colaboradores desde distintas empresas cada uno y amigos de esos que sabes que están ahí cuando los necesitas. Hemos  sabido mantener una relación estrecha pero templada, aplicando el refrán que oí de una persona inteligente: las buenas relaciones para que duren no pueden ser ni tan cerca que te quemes ni tan lejos que te hieles.

Es una persona polifacética, cumplidora en el trabajo y un hombre cabal de los que ya quedan pocos. Ha tenido una vida larga e intensa que merece la pena ser contada, y ese es mi propósito, aún a sabiendas que sólo puedo alcanzar a contar breves retazos de la misma.

En el que fue edificio de la Cámara de la Propiedad, la casa donde vivió toda su niñez y juventud

Lo primero que se aprecia cuando le ves por primera vez es su porte distinguido, siempre enfundado en su traje con corbata y su pícara sonrisa. Cuando le oyes hablar destaca su voz potente de barítono que contrasta con su cuerpo menudo. Su conversación es sobresaliente  y enseguida se da uno cuenta del memorión que posee, ante la retahíla de fechas, datos, lugares y nombres de personas con que completa cualquier relato. Y si todo esto no fuera suficiente además sabe contar chistes como nadie y sabe cantar. Sí, sí, también canta.

Aceptó mi propuesta de escribir sobre su vida  y quedamos a comer en La Sirena Verde, un restaurante de la Gran Vía madrileña, que evoca con su nombre la leyenda sobre la sirena Mariña de la Isla gallega de Sálvora, una historia preciosa que puedes leer AQUI.

Hoy es 8 de Abril de 2021 y Martín no pierde ocasión de recordarme que hace 30 años, el 8 de Abril de 1991 salía el número 1 del periódico Claro, que fue la última empresa en la que trabajamos juntos.

Con sus padres, hermano y hermana. El era el más joven.

Pero ya habrá ocasión de hablar sobre ello. Hoy quiero mostrar a la PERSONA.  

Tu nombre es  Juan José Martín Morales. Martínmorales es un dibujante y humorista gráfico famoso ¿no te han confundido con él?

No, él es un poco más joven que yo. Pero una vez si me confundieron con otro periodista.

¿Cómo fue eso?

Era cuando trabajábamos en el periódico El Mundo y un día en recepción me entregaron una carta dirigida a Martín Morales. Cuando la leí era la queja de un lector que protestaba por el tratamiento que se había dado en una información al colectivo gay. La carta estaba escrita con muy buena “pluma” —sonríe con picardía—. Cuando la devolví,  porque no era para mí, me sentí satisfecho. En El Mundo me conocían más que a ese periodista.

Supongo que a estas alturas no te importa decir la edad, ¿cuántos años tienes?

Este año espero cumplir ochenta y cinco. Nací en Madrid en un hotelito (ahora lo llamaríamos chalecito) de la Ribera del Manzanares  que mi padre compró en 1932. Hoy todavía existe y se encuentra en la calle Lanzada, 16. Nací tres meses después de empezada la Guerra Civil, el 7 de Octubre de 1936. Y tuve que nacer deprisa.

Con su padre y su hermano mayor

¿Cómo deprisa?

Me contó mi madre que tuvo que darse prisa porque durante el parto se presentaron en su casa dos funcionarios del Gobierno que se bajaron de un coche oficial para llevarse a la comadrona pues tenía que atender otro parto por orden del presidente del Gobierno,  Francisco Largo Caballero. –y añade con el buen humor que le caracteriza—si no me llego a dar prisa al nacer, se va la comadrona y me dejan con el culo al aire.

Los años de la posguerra fueron duros ¿Cómo fue tu infancia?

Mis padres tuvieron cinco hijos, yo soy el menor, y aunque mi padre siempre trabajó y no pasamos hambre había mucha escasez.  Mi padre era maestro pero no soportaba al alumnado y se enteró que en la Cámara de la Propiedad Urbana necesitaban cobradores para ir por las casas y lo solicitó. Le hicieron un examen y aprobó. El presumía que había sido el único empleado que había entrado a trabajar en la Cámara por examen. El resto había sido por enchufe.

Pronto ascendió a Ordenanza y nos dieron vivienda en la propia Cámara, en el número 4 de la  Plaza San Martín, por lo que viví muchos años en pleno centro de Madrid.

Pero el sueldo no daba para mucho y había que buscarse la vida a riesgo de perderla como le pasó a mi hermano mayor.

El día de su comunión con su hermana.

¿Qué le pasó?

Cuando terminó la Guerra,  Madrid estaba lleno de bombas que no habían explotado y mi hermano que entonces tenía 11 años, se dedicaba a desactivarlas y venderlas por unas cuantas pesetas. Una de ellas le explotó y le destrozó.  Fue un 16 de Mayo y murió en la Casa de Socorro que había en la calle Navas de Tolosa donde hoy está el chocolate Valor. —Echa mano de su memoria y quizá  para cambiar de tema  dice— coincide que un 16 de Mayo también murió el torero Joselito el Gallo y Lola Flores.

¿Pudiste estudiar?

De niño fui al colegió Huarte San Juan que había en la calle Comandante Fortea y recuerdo que al maestro, Don Felipe Herranz  Herranz le faltaba el dedo meñique, pero eso no le impedía dar unas hostias de campeonato.

Alternaba los colegios según viviera en el hotelito o en la vivienda de la Cámara

También estuve en otro colegio que estaba al lado de la Cámara en lo que hoy es el Restaurante Parrondo. Recuerdo que los maestros eran D. José y D. Victor y la verdad es que aprendí  lo justo. Era un poco vago.

También fui a la Escuela de Artes y Oficios de la calle La Palma a aprender orfebrería. Gracias a eso me pude colocar en talleres de joyería.

Pero yo siempre digo que he estudiado en la Universidad de la calle y no me ha ido mal.

De monaguillo en las Descalzas Reales

He visto unas fotos  en las que estás de monaguillo. ¿Cuándo fue eso?

Con 13 años dejé el colegio y fui monaguillo en las Descalzas Reales. Cuando me presenté al Sacristán me preguntó:

—¿Cómo te llamas?

—Juan José Martín Morales, para servirle a Dios y a usted— y él me contestó:

—A Dios sirve lo que quieras pero yo te voy a dar cada hostia que se te va a encender el pelo. Y cuidadito con el vino.

Así aprendí, a golpes cada vez que me equivocaba. Un día dejaron el vino a mano y cogí una moña de no te menees. Creo que lo hicieron adrede porque ya no volví a beber más de la cuenta.

Ganaba 5 pts diarias más las propinas. Recuerdo una señora que se confesaba cada quince días y me pedía que avisara al cura D. Pedro. Siempre me daba 5 pts de propina.

Pero si hay algo que identifique a Martín es su forma de contar cualquier anécdota llena de datos y demostrando que se conoce Madrid como la palma de la mano. Ahí va una muestra:

También estuve de Monaguillo en el Niño del Remedio, en la calle Arenal, en la calle de los  Donados, según vas hacia Opera, la primera es las Hileras que va a la Cámara (de la Propiedad), la segunda es la calle de los Donados y luego viene Costanilla de los Angeles.  Después viene la Taberna Real, la Plaza de Isabel II, el quiosco de Cándido Henche y si sigues para arriba están los Caños del Peral, que abajo en el metro está el Museo de los Caños del Peral. Luego si te vas hacia la calle Arrieta, que al final está la Iglesia de la Encarnación donde  el 27 de julio se licua la sangre de San Pantaleón. Ahí está la calle Santa Catalina, la calle de Torija, según subes a la izquierda está el Restaurante La Bola, luego más para arriba está la calle Fomento, que sale a la calle del Río, que es paralela a la Plaza de España. En la calle del Río esquina a Fomento  es donde estaba Bodegas Criado, el bar donde se comían las sardinas a la Bon Buplé, que eran lomos de sardinas limpias de espinas a la plancha, encima de una rebanada de pan. Un chato de vino y dos sardinas costaban 3 pesetas. Y se queda tan pancho

Con amigos de juventud

También he visto fotos en las que estás cantando

Mi padre, gracias a las propinas que recibía, me pudo pagar las clases de canto que recibí del Maestro Vela, que era hermano de Luisa Vela, casada con Emilio Sagi. Estos eran los mejores  cantantes de ópera y zarzuela del momento.  La escuela estaba en la calle Gran Vía, 11 por cierto al lado de la sastrería Bustillo de la que se decía: “Qué bien viste Bustillo a su excelencia el Caudillo”. El ingenio popular sacaba a relucir su guasa y  se hacían versos como éste. Igual se hacía con un  almacén de tejidos que había en la calle Atocha, cerca del teatro Calderón, que se llamaba Bobo y Pequeño. : ¿Qué me das si te enseño dónde está Bobo y Pequeño?

Y se contestaba: En el Pardo. Si te pillaban diciendo eso,  al talego.

Con compañeros de la Joyería. Rodeado de dos bellas señoritas.

En aquellos años había que tener cuidado con lo que se decía. Tú me contaste una vez que tu padre había muerto dos veces. ¿Cómo fue eso?

Cuando yo tenía 13 años mi padre murió en el hospital de la Cruz Roja que hay en Reina Victoria 22. Le tenía que operar de próstata el urólogo Dr. Paez  pero le operó el Marqués de Villaverde. Como era quien era, llegaba a un quirófano  y decía “doctor, con su permiso a este enfermo lo opero yo. A ver quién le decía que no al yerno del Caudillo.

Fue el 25-03-1950 le dejo una arteria mal cosida y se desangró. Lo bajaron al depósito de cadáveres. Menos mal que unas monjas que bajaron a rezar al depósito se dieron cuenta que estaba caliente y respiraba. Lo subieron a planta y le hicieron transfusiones de sangre y se recuperó. Localizaron a mi hermano que estaba de guardia haciendo la mili en Cibeles, en el Ministerio del Ejército, para que donara sangre y recuperar así la que le habían puesto a mi padre.

A los tres días, el 28 de Marzo un compañero de sala le contó a mi padre la historia, con todo lujo de detalles. Mi padre impresionado cogió su abrigo y se escapó del hospital y se fue al hotelito. El sólo se curó con polvos de azor y gasas, pero la herida cicatrizó por fuera pero no por dentro y se le salía el paquete. En Agosto tuvieron que operarle de nuevo pero esta vez con resultado satisfactorio. Ya no le operó el Marqués de Villaverde.

Por eso cuento que mi padre murió dos veces, la definitiva fue el  6 de diciembre de 1978, el día que se aprobó la Constitución.

En el servicio militar que lo hizo como voluntario en la base aérea de Getafe.

¿Pero a pesar de ser años duros el buen humor nunca te faltó?

No, eso no puede faltar nunca. Mira tú sabes cómo se dice en chino:

“Afortunado en el juego, desgraciado en el amor».

Si bingo chachi chichi chungo

(Continuará)

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