Cuando miro hacia dentro, y lo hago con bastante frecuencia, veo una persona seria, tranquila, reflexiva, segura e insegura según de lo que se trate, a la que no le gusta molestar conscientemente pero que desprende indiferencia hacia aquello que no le interesa y que a veces pontifica sobre asuntos que cree dominar, sin darse cuenta que esa actitud puede molestar.
Me he visto muchas veces en mi tienda respondiendo a una impertinencia de forma impertinente. He llegado a pensar que tengo el gen “granaíno” de la «malafollá”, del que se quejan los visitantes y turistas de la hermosa Granada.
Es verdad que resulta cansino tener que explicar una y otra vez que no puedes dar o hacer algo que un cliente quiere, pero se puede contestar con buenos modos. Siempre he mirado con envidia, cuando observo en otra tienda cómo un dependiente dice NO con una sonrisa encantadora. ¿por qué no me saldrá a mí?, me pregunto.
Entonces me lamento de no haber conocido antes el proverbio chino que dice que “El hombre cuya cara no sonríe no debe abrir una tienda”. Y haber hecho caso.
Ha habido muchos días que me he propuesto ser atento,
amable, casi servicial pero me ha durado menos que un caramelo en la puerta de un colegio. Basta que venga alguien que se aburre en casa y que no deja de contarte su triste vida, para perder la
sonrisa propuesta. Y si a continuación llega la señora de turno que quiere algo que sale en televisión pero que no sabe cómo se llama, ni de qué trata, que sólo sabe que se lo ha dicho su hija y que te mira ansiosa esperando que tú inicies una retahíla de nombres para ver si se le ilumina la memoria, entonces no puedo por menos que responder: Señora, no tengo tiempo de ver la televisión y con las pistas que me da no encuentro al asesino. No soy Sherlock Holmes. La señora se va refunfuñando y una vez más se cumple la frase que dice “Hoy hace un día estupendo. Ya verás cómo viene algún idiota a estropearlo”.
Pero un día recibí una de esas frasecitas que circulan de móvil en móvil que siempre leo y que olvido al minuto, pero que esa en concreto me hizo pensar. La frase decía: “Nunca olvides los recuerdos que un día te hicieron sonreír.” Y recordé que había muchos momentos en mi vida en que había sonreído. También recordé que en tres cajas antiguas y grandes de Cola Cao había ido depositando fotos, cartas y objetos que había guardado porque en su momento creí que merecía la pena conservarlos. Pensaba que si guardaba esos objetos las emociones que había vivido se guardaban también y aflorarían cada vez que accediera a ellos.
Poco a poco voy poniendo cruces a la lista de cosas que había elaborado para mi jubilación. Una de ellas era revisar esos recuerdos que he ido almacenando a lo largo del tiempo, clasificarlos y desechar los que ya no significaran nada. Así que ese día me puse manos a la obra y encontré entre esos recuerdos una fotografía mía vestido de mago y dos sobres hechos a mano con hojitas de papel y decoradas con flores y corazones, en cuyo interior hay dos pedazos de papel con un texto escrito por manos infantiles. En uno de ellos mi hija Vanesa escribe:
Para mi gracioso Papá
querido titi: Qué tal estás gracioso Rafa. Te quiero mucho. Qué tal te va con tu trabajo colega, el mío muy bien. Con mucho cariño te manda Vanesa muchos besos.
En el otro mi sobrina Mari Paz escribe:
Tío te quiero mucho y te admiro por tus gracias y por los chistes que cuentas siempre te he querido como tío con cariño me despido Mª Paz ¡¡Adiós!!
Estos escritos me han hecho recordar que una vez fui un TIO GRACIOSO
Podeis comentar lo que os parezca bien.
JAJAJAJAJAJAJAJA!!! que buen recuerdo… aunque yo no recordaba esa nota… vaya letra torcida..
y si que es verdad que antes eras muy GRACIOSO, pero es verdad también que con la edad vamos perdiendo esa «gracia» aunque esta en nosotros el recuperarla..
Claro que sí, mis recuerdos de nuestra adolescencia (la tuya un poco antes), me traen los cientos de chistes y canciones graciosas que traías de la Uni de Córdoba y que me soltabas con tanto entusiasmo por parte de ambos.
Sí hija con la edad se pierde cierta frescura pero no solo es la edad. Yo espero recuperar un poco de «gracia» o mejor de buen humor.
Sí hermano aunque perdamos un poco de memoria pero que queden los buenos recuerdos.
Hola Rafa, soy Petra. Me encanta tu Blog y lo que escribes. Lo acabo de leer y nos hemos reído mucho tanto de la clienta de la tele como de la carta de tu hija, colega ! Pues voy a seguirte también en el blog. Que salgan muchas cosas que me hacen reír y entender mejor tu vida y la de mi querido marido! Un beso, petra
Gracias Petra. Intentaré mantener el blog a un buen nivel.